Capítulo VI

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—¿Sabes que jamás te he visto sin uniforme?—Preguntó Charles mirando a Sergio de arriba a abajo, de pie, en el porche de su casa. Sergio levanto ambas cejas sorprendido.

Y Charles comprendio entonces cómo había sonado la pregunta.
—Quiero decir que nunca te he visto de civil—Se explico saliendo de su casa y cerrando la puerta.
—Sí bueno, me siento más comodo en uniforme—Aseguro él tomandolo del brazo y guiandolo a la calle.

Charles lo miró por el rabillo del ojo. No le creía ni una palabra. Jamás había conocido a un maerine que no se vistiera de civil en cuanto salia a la calle, Los uniformes en la calle llamaban mucho la atención, y los marines siempre preferian pasar desapercibidos. No era comodidad lo que Sergio buscaba en el uniforme. Lo utilizaba como una barrera entre los dos.

Probablemente pensara que el uniforme les recordaría que estaban juntos por decisión de su padre, no por elección personal. Como si Charlese necesitara que se lo recordaran.

Charles nunca había sido un chico de éxito, de esos que tenían citas continuamente. Incluso en el instituto, se sentía demasiado extraño en un mundo en el que los demas trataban de encajar a toda costa.

Y nada había mejorado en la universidad, de hecho preferia asistir a clases antes que confraternizar. Por eso no había salido mucho en aquel entonces. Y eso explicaba por que seguía siendo virgen. Era difícil perder algo que nadie quería.

Una brisa vigorosa sacudió la base, moviendo su camisa azul en torno a su cuerpo, llevaba unos pantalones de lino color beige y un sueter igual azul.

—¿Es que nunca tienes frío?
—No—Le contestó Sergio sin soltarle el brazo—Pero si alguna vez tengo frío, estoy seguro de que me conseguirías una chaqueta.
—¿Cómo?—Preguntó Charles sin dejar de observarlo, tropezando en la acera y tambaleandose. Charles abría caído al suelo de no haberlo agarrado Sergio. En cuanto recobro el equilibrio, preguntó —¿De qué estas hablando?

Sergio lo guió hasta el coche, lo soltó y le abrió la puerta. Luego, apoyando ambas manos sosbre sus hombros, con los ojos fijos en él contestó:
—Esta mañana me he encontrado con
el señor Alonso.
—Ah...
—Me pidio que volviera a darte las gracias.
—Pues dile que de nada—Sonrió Charles, subiendo al coche.

—¿Por que lo has hecho?
—¿Hacer qué?—Preguntó Charles deteniéndose un momento para mirarlo a los ojos—¿Conseguir abrigos para los chicos?
—No, inventar la penicilina—Contestó Sergio secamente.
—¡Que gracioso!
—Gracias, pero dime ¿Por qué?

Charles se encogio de hombros, tratando inútilmente de aclarar la situación, y respondiendo:
—Los chicos necesitaban abrigos, y era un buen trato para ambas partes. La tienda consiguio una rebaja en los impuestos y ayuda a la comunidad, y los chicos consiguen abrigos nuevos, todos salen ganando ¿Por qué no habría de hacerlo?

—La mayor parte de la gente no se habría molestado en ir a hablar con el dueño de la tienda para que donara unos abrigos.
—Sí, pero como tú ya has dicho una vez, yo no soy como la gran parte de la gente—Sonrio Charles.
—Entendido—Dijo Sergio, obervandoló subir al coche.

Sergio cerró la puerta, dio la vuelta al vehículo y se sento al volante antes de decir.
—Solo quiero añadir que me parece muy noble de tu parte.
Incómodo y violento, como siempre que lo alababan, Charles echó la cabeza atrás y se quedó mirándolo atónito.

—Eh ¿Eso es un cumplido?
—Podría ser.
—Y yo he vuelto a olvidar mi cuaderno de notas otra vez.
—Nunca dejas de sorprenderme.
—Estupendo—Confirmo Charles—Detesto que la gente sepa lo que voy a hacer.

—Pues a mí me gusta saberlo todo con antelación—Repusó Sergio arrancando el motor.
—¿Por qué será que no me sorpren?—Murmuró Charles poniéndose el cinturon de seguridad, y volviendo la cabeza hacía enfrente.

Pureza Virginal.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora