XIII. Catanas gemelas

88 16 0
                                    

Apenas Tanjiro pudo ponerse de pie emprendieron el viaje a la sede de los cazadores, debían darse prisa pues se sentía culpable de hacer al patrón esperar por él, tratando de apretar el paso y siendo regañado por el azabache por tomarse su condición tan a la ligera, después de todo, el calor no debía tomarse a la ligera, recibiendo más que un par de golpecitos en los brazos y uno que otro en la cabeza hasta que llegaron al lugar, una vez ahí, al azabache se le llevó a un lugar distinto pues solo Tanjiro había sido llamado para dar un reporte detallado de la situación, pero mientras más hablaba más se daba cuenta de que  patrón lo había enviado a ese lugar sabiendo que gracias a su gran olfato podría encontrar la aldea en medio del claro, aunque nunca imaginó que ya estarían entrenando sus propios cazadores de demonios.

- El chico que viene contigo es un doncel ¿No es así? Nadie nunca sale del claro según Kanata - en un momento el curso de la conversación dió un giro inesperado al preguntar por esa persona, un nombre que ya había escuchado antes salir de los rosados labios de Inosuke - es la última persona que estuvo en la aldea, es una lastima que se haya retirado, era un excelente cazador - ¿Retirado? Pero hasta donde sabía, la última persona que estuvo ahí fué el difunto padre de Inosuke, no era posible que hablaran de la misma persona.

- Señor ¿El no había muerto? - la expresión del hombre se noto perturbada pero aún tranquila, según dijo, sabía que tal vez lo darían por muerto después de lo que pasó pero no estaba seguro, además, el viejo cazador se había negado a regresar. Tanjiro no daba crédito a lo que estaba escuchando, el padre de Inosuke realmente seguía con vida, preguntó insistentemente en saber el la dirección del hombre hasta que obtuvo una repuesta solo para levantarse después de una enorme reverencia - solo por si acaso, el usaba un par de catanas gemelas ¿Verdad? - preguntó antes de salir, mirando levemente hacia atrás con una expresión bastante seria.

- No muchos cazadores usan dos espadas, ten por seguro que es el - el pelirrojo agradeció profundamente la información escuchando una última frase antes de irse - por favor, procura que ninguno de los dos sufra mucho joven Tanjiro -

. . .

Inosuke había sido separado de Tanjiro cuando llegaron, le dejaron estar en el patio donde otros cazadores estaban entrenando lo que provocó en el unas enormes ganas de hacerlo también, encontrándose con lo que decían ser cazadores experimentados pero bastante débiles a su parecer pues ninguno había logrado derribarlo ni una sola vez a pesar del rato que ya llevaban intentándolo. Justo cuando estaba por terminar con el último pudo sentir el fuerte aroma del pelirrojo acercarse, dandose prisa en arrojar lejos al último contrincante para salir corriendo hacia el, extrañándose del largo abrazo que le dió al recibirlo, el ambiente se sentía algo incómodo, la expresión del moreno era seria, lo tomo de la mano y caminó alrededor buscando un lugar tranquilo para poder hablar evitando interrupciones, sentándose a la orilla del estanque Koi que habían visto antes. Fué ahí, junto al estanque y 15 años después que Inosuke se enteró que su padre realmente los había abandonado, a él y a su madre. El rostro frente a él completamente inexpresivo le estaba haciendo dudar de si había hecho bien en contarle, casi era capaz de ver todos esos engranajes dando vuelta e intentado entender lo que estaba escuchando pero no reaccionaba. Estuvo unos minutos sumergido en un silencio incómodo cuando decidió decirle que el patrón lo había reconocido como cazador después de escuchar sus hazañas y ahora tenían una misión juntos, dándoles permiso de un pequeño desvío si es que quería tomarlo, dándole a entender que podían pasar para asegurarse pero seguía sin reaccionar, trataba de no decir nada, de no moverse ni un apice pues sentía que de hacerlo se desharía en llanto y así fué cuando Tanjiro tomó su mano para darle un fuerte abrazo después, sintiendo como su hombro comenzaba humedecerse de a poco y los pequeños quejidos que el salvaje estaba tratando de ahogar.

Hijo SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora