II. Apartados del mundo

275 32 6
                                    

Se despertó muy temprano a la mañana siguiente, el sol apenas y se comenzaba a asomar cuando sintió algo pesado sobre él, se frotó los ojos tratando de aclarar su visión y vió un brazo musculoso sobre su pecho, el dueño no era otro que el chico que lo había llevado ahí el día anterior. Se había dormido justo a su lado, sobre la misma piel en la que se encontraba, se veía tan tranquilo que no se atrevía a despertarlo ni tampoco quería hacerlo pues se veía tan lindo así, aprovechó para detallar mejor sus finas facciones, tanto que contrastaban drásticamente con lo masculino de su cuerpo, lo miró por unos minutos tratando de contener las ganas de tocarlo, temía despertarlo y no poder encontrar una buena excusa, además de que lo había refugiado y curado, no podía simplemente cortar el sueño profundo en el cual se veía que estaba, trató de agacharse para mirarlo mejor pero le era imposible por la herida en su torso lo que lo hizo quejarse un poco.

- ¿Cómo te sientes? ¿Aún te duele? - el azabache se había despertado probablemente por el ruido que hizo, se sentía avergonzado por haberlo interrumpido a pesar de que no fué intencional y después de disculparse vió como se puso de pié - te traeré algo para que recompongas fuerzas - no tardó mucho en regresar con un platito hondo con un líquido extraño y se lo dió a beber, reconoció el aroma y el sabor, era como la medicina que su madre le preparaba cuando se hería jugando de pequeño, le trajo recuerdos de ese entonces trayendo consigo una enorme nostalgia.

- Gracias, por curarme y por ayudarme - sonrió amablemente.

- No hice casi nada, ya te habías empezado a curar tú mismo - se sentó al lado y se agachó para revisar la herida de cerca provocando un ligero sonrojo en el moreno que lo veía desde arriba, esa posición era algo que no podía mirar mucho tiempo sin reaccionar por lo que terminó desviando la mirada en un intento desesperado - se nota que sabes sobre plantas ¿Quién te enseñó? -

- Es que yo también crecí en una montaña como esta, aunque tuve que alejarme - en realidad le daba tristeza aquello, extrañaba su hogar, a su familia y todo lo que habían vivido ahí, volvió su mirada al frente topandose con el rostro del azabache muy cerca, la curiosidad comenzó a picarle y no pudo evitar preguntar lo obvio - solo por curiosidad ¿Dormiste aquí? ¿Conmigo? -

- Te dije que era mi hogar - se golpeó levemente la frente, había olvidado que dijo algo como eso aunque pensó que se refería al claro en medio del bosque y no a la cabaña en sí, eso lo había puesto nervioso. Hablaron un poco más sobre como había llegado ahí y el por qué estaba ahí en primer lugar, dándose cuenta de que el patrón tenía conocimiento de la aldea y que la había estado protegiendo, por alguna razón enviaba cazadores cada cierto tiempo para ayudar a esas personas aunque no solían llegar hasta la pequeña aldea, y enterándose después de que el azabache era uno de los pocos cazadores entre ellos, aunque cazadores no reconocidos pues jamás habían ido a la selección final y las catanas las habían conseguido de otros cazadores que habían caído presas de los demonios, razón por la cual habían empezado a entrenar para que nadie más del mundo exterior tuviera que sacrificar su vida por las de su gente y este parecía un gesto extraordinariamente amable a los ojos de Tanjiro quien apenas se había dado cuenta de que no se había presentado formalmente ante la persona que lo estaba ayudando.

- Por cierto, mi nombre es Tanjiro Kamado y tengo 18, si necesitas ayuda con cualquier cosa no dudes en pedírmela - dijo amablemente y tratando de sonar muy decidido pues estaba acostumbrado a siempre ser de ayuda sin importar el lugar.

- Antes de ofrecer ayuda asegúrate de poder brindarla, aún estás herido ¿recuerdas? - dejó escapar un pequeño chillido de vergüenza, era verdad, no podía ayudar mucho en ese estado.

- Sí, como digas - se encogió en su lugar sin mirarlo directamente, sabiendo lo rojo que debía estar su rostro lo que provocó una sonora risa en el joven, el pelirrojo era muy lindo y gracioso.

- Soy Inosuke Hashibira, tengo 19 y vengo de un largo linaje de donceles de sangre peculiar - dijo orgulloso pero Tanjiro ladeó la cabeza extrañado, no había entendido eso primero pero el resto sí aunque tardó un poco en procesarlo.

- Sangre peculiar...¡¿Tienes sangre peculiar?! - dijo abalanzandose hacia el frente, poniendo sus manos en el suelo para detenerse haciendo que Inosuke tuviera que echarse hacia atrás para evitar chocar con el de frente.

- No solo yo, todos - dijo señalando afuera a la gente que vivía en el lugar - es por eso que la familia de Ubayashiki manda cazadores de vez en cuando, no quiere que esas cosas se lleven a nadie, si llegaran a traspasar la barrera de glicinias sería una masacre y el linaje de donceles desaparecería con nosotros también - Tanjiro estaba en shock, estaba tan sorprendido que no puso atención al resto de la oración, y es que toda una aldea de personas con sangre peculiar era algo inaudito, demasiado peligroso para ser verdad, ahora entendía por qué había tantos demonios merodeando a la espera que alguien necesitara salir de la protección que les ofrecían aquellos árboles pero no entendía por qué no le habían informado aquello.
.
.
.

Hacía un rato que Inosuke se había ido para ayudar con sus actividades diarias lo que el pelirrojo aprovechó para descansar un poco, debía procesar la información que había recibido así que se sentó afuera, en la orilla de la casita mientras miraba a las personas realizar sus deberes, era un lugar realmente pacífico, se podía respirar tranquilidad pero se dió cuenta de algo extraño, había muchos niños pero solo había visto un par de mujeres de las cuales algunas eran ya mayores e incapaces de procrear y eso le causó una gran intriga ¿Cómo era que había tantos niños sin madre? ¿De dónde habrían salido? Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se dió cuenta cuando Inosuke regresó y se sentó a su lado llevando consigo dos platos de comida, esperó un poco pero el pelirrojo no salía de su trance teniendo que darle un pequeño golpecito en el hombro para hacerlo reaccionar.

- Oye Monjiro ¿Qué tanto miras? - ¿quién? Se giró para encontrar una mirada esmeralda muy cerca de su rostro - ¿Te sientes mal? - pegó su frente a la suya para asegurarse de que no tuviera fiebre, pues por un instante juraría que su rostro se había tornado de un color rojizo, Tanjiro ni siquiera había reaccionado al hecho de que había dicho mal su nombre, concentrándose más en lo cerca que estaba el chico.

- Estoy bien, solo estaba pensando, es todo - dijo muy apenado por la acción del azabache.

- ¿En qué? - Tanjiro se rascó la cabeza, esa cercanía le había dejado nervioso.

- Pues...casi no hay mujeres ¿Cómo es que hay tantos niños? -

- Es por los donceles, tienen padres donceles - otra vez esa palabra, la había usado para describir su linaje pero no tenía idea de lo que significaba realmente así que preguntó a qué se refería a riesgo de parecer tonto - un doncel puede dar a luz, no importa si es varón, a eso me refería ayer, si los demonios lograran entrar los donceles nos extinguiríamos - ¿Nos? ¿Dijo NOS? Hombres dando a luz ¿Eso de verdad era posible?... ¿Eso significa que Inosuke podía hacerlo?

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Tal vez debería dejar de usar a estos dos para mis historias y darle oportunidad a otros ships ¿Pero ya vieron la portada? Es que se ven 💅 di-vi-nos, no puedo con tanta belleza.

Actualizo temprano porque no sé si tenga chance más tarde 😊 y por favor compartan para que llegue a más personas, me da ánimos para continuar escribiendo.

Hijo SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora