La formula para amar. [Koisuru Boukun One Shots]

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Morinaga Tetsuhiro se arrastró al tren de regreso a Nagoya. Había aprendido todo lo que necesitaba de sus padres, y después de tantos años de negocios e infelicidad, decidió acabar con todo. Luego finalmente logró enfrentar a su familia como debería y escapar de todo su control. No, familia no, esas personas que solamente lo rechazaron no eran más que un extraño que le había quitado a sus sueños y esperanza.

Ya ha terminado con su pasado, así que finalmente regresaba a su hogar, no dónde creció, dónde estaba su corazón. El viaje de regreso no fue en absoluto desafiante físicamente, pero emocionalmente, bien podría haber estado tratando de subir las escaleras al cielo y bajarlas de regreso.

Morinaga acababa de llegar a la estación de Nagoya, donde hace tantos años Souichi le había pedido que no se fuera.
Su agotadora pelea pasó ante sus ojos cientos de veces mientras intentaba acelerar el paso, pero el peso de los recuerdos era demasiado grande. En cambio, su andar sólo se hizo más lento.
Aunque qué podía esperar, este había sido el lugar donde renunció a sus sentimientos por el hombre de su vida.
Fue donde decidió dejar a Souichi, regresar a casa en busca de terminar los problemas con su familia de una vez por todas, y a la vez proteger al hombre del gran poder de la familia Morinaga para evitar que saliera perjudicado.

Una parte de él murió aquí, la parte de él que habría hecho cualquier cosa para estar con ese hombre y protegerlo a toda costa de personas tan horribles e influyentes, incluso si eso significara sacrificar a sus personas más preciadas y cercanas. Sólo podía esperar que su inteligente senpai viera a través del espeso velo del engaño, llegará al corazón del hombre que tanto lo cuidaba y adoraba.

Finalmente, había atravesado la estación llena de esos últimos recuerdos de la relación que nunca pudo darse. Continuó a través de la cuidad lleno de fantasmas de sus "citas al supermercado" o sus "cenas después de un largo día".
También pasó rápidamente entre millones de lugares en dónde pasaron tiempo juntos. Todo lo  que alguna vez luchó por mantenerse juntos en estos lugares.

Se sintió horrible por haber dejado atrás esta cuidad, la familia que siempre lo aceptó, de haber dejado a las personas que siempre lo quisieron como era para regresar con quién siempre le mostraron tanto odio.

Por fin, ahí en el viejo edificio de apartamentos, una vista que no había tenido en lo que parecían siglos, pero tan familiar que pudo haber sido ayer cuando se mudaron aquí, esperando poder vivir más tranquilos después de aquel incendio. Lentamente se acercó, cansado de los vecinos que observaban cada movimiento que hacía. De repente un par de figuras conocidas salieron de un pasillo.

— ¿Morinaga-san?— escucho la voz nerviosa de la ya no tan pequeña Kanako-chan. Había crecido tanto desde la última vez que la había tenido frente a él.

Pero la amable adolescente no venía sola, a su lado estaba su hermano mayor, mirándolo como si quisiera arrancarle la cabeza. Eran Kanako y Tomoe.

Los hermanos, apenas reconociendo al hombre en su forma de 30 años, se acercó con un evidente enojo a Morinaga en un abrir y cerrar de ojos.

— ¿Qué diablos estás haciendo aquí? — reclamo el chico.— ¿Pensando en volver a quedar bien con nosotros y volver a irte?— Entendía porque Tomoe le gritaba con tanta ira, pero estaba irreconocible de el chico inocente y gentil que recordaba.

— He hecho todo lo que necesitaba, mis padres no volverán a molestarme nunca más, regresar a Fukuoka sería mi peor pesadilla, no me queda a nadie allá, no habría necesidad de que me fuera otra vez.— dijo Morinaga más cansado de lo que jamás habían escuchado.
De repente Tomoe se abalanzó, pero Tetsuhiro estaba preparado para ello y lo esquivó, pero estaba seguro de que si hubiera estado en el estado mental correcto, el chico no habría dudado en matarlo. Se preguntó cuánto sabían.