Humano

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30 segundos

Podría parecer poco, pero a pesar de su fugaz paso, era suficiente para que un experimento se arruine, para una sonrisa de despedida por las mañanas o un fugaz beso de buenas noches.

Souichi Tatsumi sé enorgullecía de ser un hombre con disciplina, siempre con cada segundo del día planeado sin tiempo para cambios o perder el tiempo en banalidades, después de todo era fan de la monotonía diaria el chasquido predecible de los minutos y el tictac acelerado de los segundos que llenaban el silencio de su laboratorio a altas horas de la noche. El tiempo era fiable, conciso y permanente. . .. O eso había pensado.

Pero con el pasar de los años se dió cuenta de que estaba equivocado.

Esa idea se rompió en pedazos en los últimos meses....

Porque sin esas todas cosas, ocupaciones, tareas, quehaceres y obligaciones de la vida diaria el tiempo poco a poco va perdiendo significado.

Al principio el intento seguir adelante, con sus conocimientos y su terquedad característica estaba seguro que podría encontrar una solución, pero esto era algo que se le escapaba de las manos.

Todo acabo para el cuando se enteró que el refugio en el que el viejo se encontraba colapso y que la escuela de su hermana había arrasada prácticamente no dejando sobrevivientes, el mundo cayó sobre sus hombros, perdió su razón para vivir, y se quedó completamente solo.

Bueno, eso no era completamente cierto.

Pronto se encontró midiendo las horas no por las manecillas del reloj que aún llevaba atado a la muñeca, sino por el brillo del sol que colgaba alto sobre el lejano horizonte de Nagoya.

Después de todo, ¿quién necesitaba seguir viendo el paso de las horas? ¿Ahora que todo lo que había sido hecho para eso había quedado inservible?

Supuso que eso era lo que más extrañaba, el significado del tiempo. Extrañaba poder mirar su reloj y medir las horas. Ya fuera en previsión del final del día, atesoraba el ritmo constante del tiempo.

Nadia tenía sentido, sus experimentos se habían ido, la universidad se había ido, su maestría se había ido, su familia ya no estaba con él, toda su vida había desaparecido y cuando se dió cuenta de eso se deprimió, ya no se trataba de vivir, si no, de sobrevivir a su nueva realidad.

Y tal vez por eso cuando su mente se despejó, fue directamente a la estación de tren, llegando para encontrarlo.

Era él.
Estaba de pie frente al tren sonriéndole.
Cómo en sus sueños estaba cubierto de sangre (afortunadamente no suya)
Su ropa estaba destrozada, su cabello estaba sucio y andragoso pero no había duda, era él.

Morinaga.

Fue entonces como dejando atrás toda su fachada y orgullo, corrió hacia él, siendo recibido por unos grandes y fuertes brazos quel sostuvieron fuertemente, uniendo todas sus partes rotas otra vez.

Tomo su mano y lo llevo a su refugio, ayudándolo a quitarse toda la suciedad, dándole de comer, y cortando todo el pelo sobrante con unas viejas tijeras que encontró en una peluquería abandonada unas semanas atrás.

Juntos prendieron un pequeño fuego para que Souichi pudiera tratar todas las pequeñas heridas y raspones que tenía aquel chico, lo cuido con tanta devoción siendo cuidadoso en casa paso, no podía permitirse perder a lo único que le quedaba.

¿Cuán irónico fue que solo ahora, al final de todas las cosas, Morinaga le regresaría el significado? No le importaba calcular los porcentajes o las probabilidades de ello, solo estaba agradecido de que Tetsuhiro estuviera con vida, aún más de que a pesar de todo haya decidido y luchado por regresar a su lado.

La formula para amar. [Koisuru Boukun One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora