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Mientras ayudaba a mi madre con los quehaceres, he visto a Kawaki observar fijamente la bolsa que traía los restos del jarrón de Himawari. Él lo observó por unos segundos, hasta que mi padre se acercó y le dijo unas palabras.

—No te preocupes por el jarrón. Ya es cosa del pasado —dijo mi padre—. Ni siquiera le molesta a Himawari.

Aquello me hizo enfadar, pues, aunque Himawari no se había enfadado, ella se sentía entristecida porque su jarrón había sido destruido.

—Iré a buscar uno nuevo —dijo Kawaki, ocasionando que me sorprendiera y dejara lo que estaba haciendo para prestarle atención.

—¿Uh? ¿Cómo lo harás? —preguntó mi padre, confundido—. Tú no tienes dinero, ¿cierto?

—No te preocupes por eso —dijo Kawaki.

—Espera... No estarás pensando en robar, ¿cierto?

Kawaki no respondió, y aquello ocasionó que mi padre riera nervioso.

—Yo volveré —dijo finalmente Kawaki. Él pensaba marcharse, pero mi padre lo detuvo inmediatamente mientras continuaba riendo con nerviosismo—. No huiré si eso es lo que te preocupa.

—No. Eso no es lo que me preocupa —dijo mi padre al momento en que me miraba—. Kyoko, ¿podrías hacerme un favor?

—¿Un favor? —pregunté confusa—. ¿Cuál?

—¿Acompañarías a Kawaki a la florería de Ino? —preguntó mi padre—. Les daré dinero para que escojan un bonito florero.

—¿Estás seguro de esto? —pregunté—. Aunque haya dicho que no huiría, podría hacerlo y yo no podría detenerlo.

—Ya dije que no huiría —dijo Kawaki, molesto—. Podrías tener un poco más de confianza en mí, ¿no?

—Lamento el no tenerle confianza a alguien que intentó matarme.

Kawaki volvió a quedarse en silencio y mi padre volvió a soltar una risa nerviosa.

—No peleen, por favor —suplicó mi padre—. Kyoko, hija, no tienes que preocuparte. Sabré inmediatamente si él intenta escapar.

Asentí, aunque aún me sentía incómoda con la idea de acompañar a Kawaki. Sin embargo, decidí confiar en las palabras de mi padre y acompañar a Kawaki a la florería de la señora Ino.

Ambos salimos de la casa, y mientras caminábamos hacia la florería de la señora Ino, he sentido como las miradas de la gente se posaba en nosotros. Aquello me hizo sentir incómoda, ya que sabía perfectamente que me observaban con lástima.

—Vamos por aquí —dije mientras señalaba un callejón que daba hacia una calle casi vacía—. Es un pequeño atajo.

Aunque en realidad no era un atajo. Solo quería salir de este lugar que me observaba de una forma extraña e incómoda.

DANGEROUSLY SWEET; Kawaki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora