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Minutos más tarde de que llegáramos a Konoha, mi padre recobró la conciencia. Mi madre, Himawari y Boruto lo abrazaron con alegría, mientras que yo me mantuve a un lado, observándolo con una media sonrisa.
—Kyoko —Mi padre me llamó con un tono de voz agridulce. Por un lado, estaba contento de verme, pero por el otro, estaba triste por el hecho de que me mantenía alejada.
—Me alegro de que estés despierto —dije sin acercarme—. Le avisaré a la Señora Uchiha que has despertado para que te revise.
—Espera, Kyoko —dijo mi padre, ocasionando que detuviera mis pasos frente a la puerta—. Todavía hay cosas de las cuales debemos hablar.
—Lo sé. Pero este no es el momento para eso —dije, observándolo una vez más—. Por ahora, descansa y luego hablaremos.
Mi padre parecía dudarlo, pero luego de pensarlo unos segundos, asintió y se concentró en la mirada confundida de mi madre. Sabía que él le contaría a mi madre lo que sucedió esta tarde, por lo que ella no tardaría en mirarme como lo está haciendo mi padre y Boruto; una mirada llena de tristeza y preocupación.
Por el momento, decidí no tomarle demasiada atención a ese tema y concentrarme en otras cosas. Como, por ejemplo: ir y ver como se encontraba Kawaki.
Luego de avisarle a la madre de Sarada que mi padre despertó, me encaminé hacia la habitación donde se encontraba Kawaki. Caminé por los pasillos del hospital hasta llegar al área científica, donde se realizaban la mantención del brazo de mi padre.
—Perdona, Kawaki —oí la voz de Sumire desde dentro de la sala—. Esto va a doler un poco.
—Sabes, no soy un mocoso —dijo Kawaki con seriedad—. No necesitas decirme cada cosa que harás. Solo hazlo y ya.
—¡Oh! ¡Lo siento mucho! —exclamó Sumire, quien se escuchó en pánico.
Entré en la habitación justo en ese momento, encontrando a Kawaki recostado sobre una camilla, con Sumire a su lado, sosteniendo una jeringa amarilla que me indicaba que le inyectaría nutrientes.
—¿Qué tal va todo por aquí? —pregunté, captando la atención de las personas dentro de la habitación; especialmente la de Kawaki—. Vaya. Veo que ya te han arreglado tu brazo, Kawaki. Eso ha sido muy rápido.
—He traído unos repuestos que fabriqué antes de venir aquí —respondió Amado, quien se encontraba sentado cerca de Kawaki—. Es un brazo creado a partir de sus células, así que no debería de tener problemas.
—Eso es bueno de oír —dije con una pequeña sonrisa mientras me iba acercando al chico—. ¿Qué tal estás? ¿Te duele algo?
—Estoy bien —respondió Kawaki, quien no dejaba de mirarme fijamente—. Más importante. ¿Qué tal estás tú?
