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Con el pasar de los días, Kawaki y yo nos volvimos un poco más cercanos. Todo se debía a que me encargaba personalmente de la mantención de su mano artificial.

—¿Por qué siempre estás feliz al ver mi mano? —preguntó Kawaki mientras observaba como arreglaba algunas cosas de la prótesis.

—Ese prototipo es el N° 50 y ha sido creado por mí —dije sonriente—. No puedo evitar sentirme feliz al saber que está funcionando.

—Realmente te interesan las herramientas científicas.

—Sí. Son las que me mantienen cerca del mundo ninja.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Kawaki, confuso.

—Bueno. A diferencia de Boruto, yo no puedo convertirme en ninja si así lo quisiera —dije con tranquilidad mientras le iba insertando su mano en su lugar—. Debido a un accidente que tuve cuando era una niña, mi chakra se debilitó y no puedo utilizar el ninjutsu tanto como yo quisiera.

—¿Es por eso por lo que evitas relacionarte con los demás? —preguntó—. Cada vez que salimos tomas una ruta larga a pesar de decir que es un atajo.

—Así que te diste cuenta —solté una pequeña risa—. Sí. Debido a ese accidente evito relacionarme con los demás. No me gusta ver u oír su lástima.

Kawaki asintió con comprensión mientras miraba su mano ahora completamente funcional. Le dediqué otra sonrisa, lo cual provocó que él me mirara fijamente e intentara tocar mi rostro. Me quedé inmóvil en mi lugar a la espera de que él me tocara, sin embargo, cuando Kawaki estaba a punto de tocar mi mejilla, comenzó a gritar del dolor.

Kawaki cayó al suelo, fue entonces que, en su mano, se formó una marca que empezaba a sobresalir en el comedor.

—¡¿Qué está sucediendo?! —exclamó mi padre, quien bajaba las escaleras e ingresaba al comedor.

De manera inesperada, una persona se hizo presente frente a nosotros. Se trataba de un hombre alto y de cabellera negra atada a una coleta.

—Viendo a mi alrededor, parece que estoy en el comedor —dijo aquel hombre mientras nos miraba fijamente—. Lamento que no me haya quitado los zapatos antes de entrar a vuestro hogar.

—Eso no importa —dijo mi padre mientras se iba acercando a nosotros—. Tú debes ser Jigen, ¿no?

—Veo que ya te han mencionado de mí —dijo Jigen con total tranquilidad—. Solo he venido a llevarme a mi hijo desobediente. No quiero tener problemas con nadie.

Mi padre frunció el ceño mientras miraba a Jigen con desconfianza. Kawaki estaba en el suelo, observando a Jigen con desprecio y miedo.

—No voy a permitir que te lleves a Kawaki tan fácilmente —dijo mi padre con determinación—. ¿Quién demonios te crees que eres?

DANGEROUSLY SWEET; Kawaki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora