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Aunque el abrazo de Kawaki me tomó por sorpresa, no tardé en corresponderle, sintiendo cómo su cuerpo temblaba ligeramente por la emoción contenida. Nos quedamos así por un momento, dejando que nuestras heridas emocionales sanaran mutuamente.

—Yo realmente pensé que te había perdido, Kyoko —susurró, su voz quebrada por la emoción—. Nunca vuelvas a hacer algo así, ¿entendido?

—No quería causarle a nadie ninguna emoción de tristeza. Pero no podía permitir que por mi culpa algo te sucediera a ti o a mi familia —respondí, sintiendo un nudo en la garganta por la preocupación que le había causado—. Lo siento mucho, Kawaki. Yo no lo volveré a arriesgarme de esa forma.

—Prométemelo. Solo así comprenderé que hablas en serio —dijo Kawaki, aferrándose más a mí como si temiera que desapareciera si me soltaba.

—No volveré a hacerlo. Te lo prometo —afirmé, acariciando su cabello con ternura.

Kawaki suspiró profundamente y aflojó el abrazó, pero sin soltarme completamente. En sus ojos oscuros, vi el reflejo de su cariño y amor que tenía hacia mi persona.

Mi corazón latió aceleradamente al recordar su confesión. No había tenido tiempo para procesar todo lo que eso significaba, pero ahora, con él tan cerca, sentía que no necesitaba pensarlo demasiado. Estaba a punto de decir algo cuando un sonido sutil, como el movimiento de unas llaves, nos hizo girar la cabeza hacia el otro lado de la habitación.

Sumire, quien había estado en silencio observándonos, había movido unas cosas del escritorio que estaba cerca de ella. En ese momento, mi rostro enrojeció, pues me había olvidado por completo el hecho de que ella todavía se encontraba en la habitación.

—Lo siento, no quería interrumpir —dijo Sumire, su rostro avergonzado por la interrupción que causó—. Yo solo quería cerrar un cajón.

Sumire parecía incómoda, como si hubiera presenciado un momento demasiado íntimo. Me aclaré la garganta, tratando de aliviar la tensión.

—No te preocupes, Sumire —dije, esbozando una sonrisa para calmarla.

—Les daré un poco más de privacidad —dijo Sumire, acercándose hacia la puerta—. Debo de informar del estado de Kawaki.

La habitación quedó en silencio cuando Sumire salió de la habitación. Kawaki parecía perdido en sus pensamientos, quizás repasando todo lo que había ocurrido y lo que todavía estaba por venir.

—El desgraciado de Amado... —murmuró, observando fijamente el Karma que había vuelto a aparecer en su mano—. Debió colocarme el Karma cuando reconstruyó mi brazo.

—Es por ello por lo que me pedía ir por cosas cuando hacíamos el mantenimiento... —dije, recordando esos días—. No debí dejarte solo, Kawaki.

—No te preocupes —dijo, sosteniendo suavemente mi mano—. Aunque me desagrade la idea de volver a tener el Karma. Ahora mismo siento que es necesario que lo tenga, porque de esa forma podré protegerte, Kyoko.

DANGEROUSLY SWEET; Kawaki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora