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Londres, Inglaterra13 de marzo, 2017

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Londres, Inglaterra
13 de marzo, 2017

El sonido de la lluvia golpeando los cristales de la ventana parecía anunciar la tragedia que estaba a punto de desencadenarse. El forense Harry Styles se encontraba en su pequeño y oscuro despacho, absorto en la lectura de un viejo informe de autopsia, cuando el teléfono sonó con insistencia. Al levantar el aparato, una voz agitada lo saludó desde el otro lado de la línea.

—Styles, soy Sarah Rowland, del Departamento de Policía. Necesitamos que venga al polideportivo. Acaban de encontrar un cadáver.

Sin dudarlo, Harry tomó su abrigo y corrió hacia su coche. La noche estaba cerrada, y la lluvia caía como cuchillas afiladas, pero nada podía detenerlo cuando se trataba de su trabajo. Al llegar al polideportivo, fue recibido por el agente de policía, Mitch Rowland, junto al hombre que había realizado el descubrimiento.

—Este vecino nos ha informado que su perro le ha traído hasta aquí mientras paseaban... Lo siento, Styles, pero no es una escena agradable. —Advirtió con una mueca de incomodidad.

El forense respiró hondo y se adentró en el recinto.

—Llévelo a que lo interroguen, y... Ninguna lo es, Rowland.

La iluminación era tenue, y el aire estaba cargado de una atmósfera espesa y sombría. Tras cruzar una serie de pasillos oscuros, llegó a la escena del crimen. La visión que encontró hizo que se le helara la sangre en las venas.

El cuerpo de un hombre yacía boca abajo sobre el suelo del Britannia Leisure Centre. Vestía un simple chándal gris y tenía uno de los brazos extendidos, como si hubiera intentado mantenerse hasta caer en el último momento. Pero lo que realmente horrorizó a Harry fue la peculiaridad del caso: La sangre que manchaba la entrepierna del hombre, haciendo sospechar que el aparato reproductor del hombre no estaba.

El corazón le latía con fuerza mientras comenzaba a inspeccionar la escena en busca de pistas. El lugar estaba meticulosamente limpio, como si el asesino hubiera eliminado cualquier posible evidencia.

—¿A qué hora llamó el hombre, Rowland?

—Ocho de la mañana, Styles.

Una mueca se formó en su rostro. El cuerpo llevaba allí todo el fin de semana debido a su notoria rigidez, pero había un detectable olor a lejía. Aquello sólo complicaba las cosas.

—Busque si alguna desaparición ha sido reportada en las últimas 24 horas.

El policía asintió, marchándose inmediatamente. Mientras estaba absorto en suposiciones tomando nota, la puerta del polideportivo se abrió de golpe, y entró un hombre de traje azul oscuro y de mirada penetrante. Era Louis Tomlinson, le conocía, y probablemente era el policía asignado al caso. Aunque nunca antes habían trabajado juntos, Harry conocía su reputación como un investigador implacable.

No Body, No Crime | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora