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―Es increíble, ¿cuántas posibilidades existen de que te cruces con tu ex prometido, teniendo en cuenta que en Corea hay más de 313 millones de personas? ―Hyungwon abrió la cortinilla azul del salón, permitiendo que los débiles rayos matutinos penetraran e iluminaran la acogedora estancia.

―Menos de un 1,01%. Necesitaría una calculadora para sacar los decimales correctos

―respondí pensativo, echo un ovillo en el sofá.

―Kihyun, no lo decía de un modo literal. No es necesario que calcules constantemente los porcentajes de todo ―me sirvió una taza de café.

―¡Es el destino! ―gritó Minhyuk, radiante de buena mañana. A ver, ¿cuántas personas cuando se despiertan tienen bucles dorados y perfectos en el pelo? Su cabello siempre era como una dichosa cascada de oro.

Hyungwon terminó de preparar su café y se sentó junto a nosotros en el sofá. Señaló a Minhyuk con el dedo, con su típica actitud de <<soy abogado, soy invencible, soy la lucha contra el mal>>.

―No olvides que lo dejó ―recordó duramente. Seguramente pudo ver cómo mi corazón volvía a partirse en mil pedazos por la compungida expresión de mi cara―. Tranquilo, Kihyun. Hemos hablado de esto muchas veces durante el último año. Lo tienes superado. Si sobreponerse a una ruptura fuese una oposición, tú saldrías el primero de la lista con matrícula de honor.

―¿Por qué siempre tienes que ser tan frío? ―le reprochó Minhyuk a Hyungwon, antes de mirarme―. ¡Tengo una idea!¡deberíamos leer el horóscopo a ver qué dice!

―Sí, genial, un modo infalible para solucionar todos los problemas ―musitó Hyungwon con ironía―. Y después podemos ir a comprar un poco de cuerno de unicornio para hacer la poción de la felicidad.

―Chicos, la realidad en más simple: no tengo ningún problema ―sonreí, esforzándome por aparentar despreocupación―. Seguramente no volveré a cruzarme con Hyunwoo. Estamos de vacaciones, ¡y me muero por salir hoy a a la playa! Así pues, ¡en marcha!

Terminé de tomarme el café con leche y corrí hacia mi habitación, dispuesto vestirme para salir, y sí, con vestirme me refería a solo unos shorts bastante cortos que tenían que estar entre las docenas de prendas que había metido a presión en la maleta. Un día de playa, relajante y tranquilo, era exactamente lo que necesitaba para que todo volviese a la normalidad.
Estaba terminando arreglarme el cabello , cuando llamaron al timbre de la puerta.
Quizá el señor Lee, el hombre que se encargaba del alquiler de nuestra habitación, se hubiese molestado al fin en traernos las toallas que le pedimos en cuanto llegamos.
El timbre sonó una segunda vez.
Me dirigí hacia el salón  molesto porque ninguno de mis amigos se digno a abrir la puerta.

―Oh, joder ―murmuré, tras toparme por segunda vez consecutiva con el rostro de Hyunwoo en apenas unas horas.

A la luz del día, todavía tenía mejor aspecto. Una tortura, vamos. En secreto, cuando nos reencontramos con nuestras antiguas parejas, todos anhelamos descubrir que se han quedado medio calvos y les ha salido una prominente barriga inamovible, pero desgraciadamente no era el caso.

―Buenos días para ti también.

Sonrió y me miró descaradamente.
Entonces recordé que había abierto la puerta con el pecho descubierto y solo unos shorts. Genial.
Era imbécil. ¿Por qué me estaba sonrojando? ¡Hyunwoo me había visto desnudo mil veces! En todo tipo de lugares, en todo tipo de posturas...
Bien, eso no ayudaba a disipar el rubor que me cubría las mejillas.

―Estás increíble. En serio.

―Gracias. Tu madre no pensaba lo mismo ―escupí de pronto.
¿Qué narices me pasaba? Era como si un montón de pensamientos y recuerdos negativos empezaran a invadir mi mente. Solo quería vomitar toda esa aura de maldad y cerrarle la puerta en las narices.

Otra vez tú _Adaptación -ShowkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora