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Estiré los brazos en alto, después de incorporarme y sentarme en la cama. Hyungwon acababa de despertarme, tras dejar un delicioso café sobre la mesilla de noche de mi habitación. Sonreí, agradeciéndole el gesto en silencio, al tiempo que el se acomodaba a un lado de la cama, con las piernas cruzadas al estilo indio.

Me froté las sienes con la punta de los dedos, intentando en vano aliviar el dolor. La cabeza me estallaría de un momento a otro y sentía el cuerpo totalmente entumecido.

―No volveré a beber en lo que queda de viaje ―le aseguré.

―Escucha, Kihyun... ―se mordió el labio inferior pensativo―. Puede que no fuese lo más sensato interrumpir anoche..., ya no somos unos niños, pero no quiero verte sufrir de nuevo. Lo pasaste muy mal ―me recordó―. Y por si no te has dado cuenta, las cosas han cambiado mucho. Ahora él vive aquí, en Jeju, mientras que tu trabajo sigue en Seúl ...

Claro, era fácil decirlo cuando te esperaba en casa <<el perfecto Jeonghan>>. Bueno, vale, quizá no debería excusarme en el hecho de que el hubiese conocido al prototipo de pareja ideal.

―Lo sé, lo sé ―me tapé la cara con las manos―. Fue una tontería. Un error. No tuvo importancia, te lo aseguro.

No sé exactamente cómo lo hice, pero lo convencí de que no tenía nada por lo que preocuparse. Y sorprendentemente, Minhyuk no hizo ni un solo comentario sobre lo que había visto la noche anterior. Estaba seguro al 100% de que Hyungwon había mantenido con él una intensa charla.

Tenía que plantearme las cosas desde una nueva perspectiva. Intenté mantenerme ocupado durante toda la mañana, evitando así rememorar lo que había pasado la noche anterior. Tras persuadir a Hyungwon, nos acercamos a la oficina de turismo más cercana para averiguar cómo podíamos alquilar un coche.

Era fácil, básicamente porque la propia oficina estaba asociada con una agencia de vehículos y se encargaban de todo. En apenas un par de horas, tras disfrutar de un copioso almuerzo , nos entregaron las llaves de nuestro nuevo coche. Era blanco, pequeño, sencillo y perfecto.

A pesar de la resaca, me había levantado con una energía positiva que nadie lograría pisotear bajo ningún concepto. Era una persona renovada. Kihyun, versión 2.0

Cuando al fin montamos en el coche, nos dirigimos hacia una playa cercana que aparecía en los folletos de Minhyuk. A lo largo de la espléndida mañana, no surgió ni un solo contratiempo.

Vale, sí, reconozco que mientras estuve tumbado en la arena bajo el sol, recreé unas mil veces ―quizá fueran más―, el beso que me había dado Hyunwoo la noche anterior. Pero omitiendo ese pequeñísimo detalle puntual ― ¡en serio, finjamos que no ocurrió! ―, todo fue perfecto.

En ese idílico trocito de costa no había gente practicando surf, ni atractivos profesores sin camiseta, ni modelos llamadas Sooyeong que tenían pechos enormes que bien podrían servir como flotadores de salvamento marítimo.

Pero siguiendo con el trascurso de aquel día, dada la gran sensación de paz que me había invadido durante toda la mañana, cuando me dirigí a la consulta de la psicóloga, lo hice tranquilo, sin prisas, sintiéndome seguro al volante del nuevo coche de alquiler.

Al llegar, no me extrañó no ver la moto de Hyunwoo. Típico de él llegar tarde, por supuesto.

Esperé pacientemente tras llamar a la puerta, mientras escuchaba el tintinear de los numerosos cristalitos que colgaban de todas partes.

Hyolyn abrió la puerta y me miró sorprendida, al tiempo que se quitaba las manoplas de cocina que llevaba en las manos.

―Oh, no te esperaba querida ―musitó.

Otra vez tú _Adaptación -ShowkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora