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Hyunwoo dejó las llaves sobre la repisa de la entrada y después caminó hacia la cocina, esquivando las tres tablas de surf que estaban apoyadas en la pared del comedor. Le seguí en silencio, tiritando ante el repentino cambio de la temperatura.

― ¿Quieres tomar algo? Hay café hecho.

―Vale, sí.

Apoyé la espalda contra la repisa de la cocina, manteniendo la vista fija en la ventana que estaba enfrente. Las gotas de lluvia chocaban con violencia contra el cristal, deslizándose después, dejando a su paso un reguero de agua antes de desaparecer. La melodía de la tormenta se escuchaba desde cualquier rincón de la casa, golpeando el techo, las paredes... como si el cielo estuviese enfadado.

Aparté la vista de la ventana cuando advertí la extraña calma que se respiraba en la cocina. Hyunwoo no preparaba el café, tan solo estaba quieto, en medio de la estancia, mirándome fijamente. Sus ojos se pasearon voraces por mi cuerpo.

Fue entonces cuando me di cuenta de que llevaba una camisa blanca ―totalmente empapado―, que se transparentaba completamente. Ahogué un gemido al observar mis propios pechos, con los pezones ligeramente erguidos, que parecían luchar contra la fina tela que los retenía.

Hyunwoo dio un paso al frente. Tenía los ojos más oscuros de lo normal, de un azul peligroso e intenso, con las pupilas dilatadas, y esa expresión ardiente en su rostro que tan bien conocía.

Abrí la boca, dispuesto a decir algo, cualquier cosa... Pero antes de que pudiese pensar una sola palabra, él rompió la escasa distancia que nos separaba y apoyó ambas manos sobre la repisa de la cocina, rodeándome, impidiendo que pudiese escapar. Inclinó la cabeza para poder mirarme fijamente a los ojos, antes de decir:

―No puedo aguantar más.

Y un segundo después, su boca estaba sobre la mía.

Jadeé, sorprendido cuando presionó su cuerpo contra el mío y sentí su excitación. Paseó su lengua por mi labio inferior, apresándolo después entre sus dientes y mordisqueándolo suavemente, mientras sus manos comenzaban a vagar por mis piernas, ascendiendo rápidamente hasta presionar mi trasero con fuerza.

Estaba dividido entre el calor que emanaban nuestros cuerpos y entre el frío de las ropas empapadas, entre el hecho de que mi deber era apartarle cuanto antes y el hecho irrefutable de que no había nada más que deseara en el mundo que seguir besándolo eternamente...

―No tiene sentido que sigamos resistiéndonos ―susurró, al tiempo que sus dedos se deslizaban por la cara interna de mis muslos―. Kihyun, sabes que te quiero. Sabes que estamos hechos el uno para el otro ―concluyó, antes de bajarme el pantalón y la ropa interior lentamente hasta quitármelo.

El corazón me martilleaba furiosamente en el pecho. Mi cerebro se desconectó; ya no podía —ni quería— pensar en nada. Rodeé su cintura con las piernas cuando él me alzó en alto, antes de cogerme al vuelo y tumbarme sobre la pequeña mesa de madera de la cocina. Mientras intentaba desabrochar el botón de sus vaqueros, escuché el estruendoso ruido que produjo un plato al romperse en mil pedazos. No me importó.

Podría haber lanzado toda su vajilla por los aires en ese mismo instante y me habría dado absolutamente igual.

Mis dedos parecían de gelatina y no conseguía dominar ese dichoso botón... finalmente Hyunwoo se despojó él mismo de los vaqueros y me quitó la camisa, tirando también al suelo el único vaso que quedaba sobre la mesa. Creo que jamás habíamos estado tan ansiosos.

Apresé su miembro con la mano y él se inclinó, escondiendo el rostro en mi cuello, mordiendo y besando cada centímetro de piel que sus labios encontraban.

Otra vez tú _Adaptación -ShowkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora