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Dejé a un lado el envoltorio rojo y miré algo desilusionado el cuaderno que sostenía entre las manos. No sé qué había esperado encontrar, pero fuese lo que fuese distaba mucho de esa especie de libro marrón, de aspecto acartonado.

Abrí la primera página y, lo que vi, me dejó todavía más asombrado.

Era un álbum de fotografías casero, repleto de instantáneas en las que salíamos Hyunwoo y yo, sonrientes. Las primeras, correspondían a cuando éramos pequeños y, en muchas de ellas, aparecía mi hermano mayor.

Después, las imágenes eran todas de los cuatro años que habíamos estado juntos. Al lado de la mayoría de las fotografías, Hyunwoo había escrito comentarios con rotulador negro, podía reconocer perfectamente su letra irregular.

Con un nudo en el estómago, fui pasando las páginas del álbum. Hubo fotografías que me hicieron llorar tristemente, como si éstas me recordasen esa felicidad que ya no tenía, mientras que con otras terminé riendo a carcajadas, dado lo cómicas que eran algunas instantáneas, junto a los ingeniosos comentarios que Hyunwoo había escrito.

Tan solo hubo una fotografía que me dejó totalmente conmocionado.

La última de todas.

Estaba sola en la página, en el centro, a pesar de que sobraba espacio arriba y abajo para colocar otras más. En la fotografía, se distinguía perfectamente una idílica casa, pintada de blanco, con las ventanas azules, frente al paseo de la playa... Era exactamente la casa en la que me encontraba en ese mismo instante. La nueva casa de Hyunwoo.

No entendí qué hacía esa fotografía al final de un álbum dedicado a ambos, dado que formaba parte de su nueva vida, hasta que leí el comentario que había escrito a un lado:

<<Ahora que ya somos esposos y que tengo la obligación de cuidarte en la salud, en la enfermedad, en la pobreza, en los días en los que estés insoportable y un eterno etcétera, ¿qué opinas de tomarnos unas vacaciones en nuestra nueva residencia, señor Son Kihyun? Espero que la respuesta siga siendo un sí. Te quiero, Kihyun>>.

Comencé a hiperventilar, llevándome una mano al pecho.

Escuché un crujido a mi espalda, pero no tuve tiempo de envolver otra vez el regalo y dejarlo sobre la estantería, porque Hyunwoo ya estaba allí, en la puerta de la habitación, mirándome en silencio.

Él suspiró hondo.

―Esto... esto es muy propio de ti, supongo ―musitó.

Me levanté de un salto, dejando en el suelo el álbum de fotografías y sujetando con fuerza el asa del bolso. La idea de salir corriendo era tentadora, pero Hyunwoo se interponía en mi camino, apoyado en el marco de la puerta.

―Lo siento ―susurré, sintiéndome avergonzado―. Tan solo quería...

―Averiguar qué había en esa caja ―concluyó Hyunwoo―. Eso lo sé, Kihyun. Lo has dejado bastante claro.

Nos miramos en silencio durante unos segundos. Me mordí el labio inferior.

―De modo que, en principio, esta casa... ―miré a mi alrededor, fijando la vista en el techo, porque parecía mucho más sencillo que enfrentarme a la intensa mirada de Hyunwoo―. Esta casa iba a ser nuestra. La compraste cuando todavía estábamos juntos.

Hyunwoo se llevó las manos al rostro y se frotó la incipiente barba.

―Iba a ser una especie de regalo de bodas, sí ―admitió.

No me había dado cuenta de que tenía la mirada borrosa. Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, pero no me molesté en apartarlas y fingir que no estaba llorando.

Otra vez tú _Adaptación -ShowkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora