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En aquel momento, me sentí más pequeño e insignificante que nunca. Cogí mucho aire de golpe, intentando mantenerme sereno.

Yo no había mantenido ningún tipo de relación con nadie desde nuestra ruptura. Durante los primeros meses, me convertí en una especie de espectro andante que seguía adelante de forma autómata, por puro instinto.

Más tarde, cuando acepté la situación, me centré en el trabajo, convenciéndome de que el único amor verdadero y perfecto era el que encerraban las páginas de un libro.

Obviamente, a Hyunwoo no le había afectado del mismo modo la ruptura.

― Kihyun, fue hace mucho tiempo, casi cuando acababa de llegar aquí ―susurró―. Ni siquiera me acuerdo, había bebido y yo... no sé por qué lo hice. Ahora solo somos amigos. Y te juro que nunca he sentido nada por ella. Estaba perdido y cabreado por todo... creí que no volvería a verte nunca más. ¡Y joder, ni siquiera estábamos juntos! No hagas que me sienta más culpable, por favor.

Intenté apartar de mi mente las imágenes que comenzaron a sucederse a toda velocidad. Imágenes donde ellos estaban juntos. Acaricié con los dedos las pulseras que colgaban de mi muñeca, concentrándome en las diminutas estrellitas que pendían de una cadena de plata. No sé cuánto tiempo estuvimos en silencio, el uno frente al otro, pero se me hizo eterno, como si llevásemos toda una vida sin hablar. Tenía la sensación de que había una enorme barrera entre nosotros que ninguno de los dos sabía cómo escalar.

―Entra. Te curaré la mano ―susurré finalmente, incapaz de proseguir con el hilo de la conversación anterior.

Seguí con la mirada el movimiento de su pecho cuando suspiró profundamente. Después se giró, apoyó las manos sobre el muro de cemento que minutos atrás había golpeado, y permaneció allí durante unos

instantes cara a la pared.

― ¿Te gusta ese tío?

― ¿Quién?

Ladeó la cabeza para mirarme. Tenía una sonrisa irónica congelada en los labios, a pesar de que lo último que parecía era feliz.

― ¿Tan difícil es recordar que hace unos minutos te estabas besando con alguien? ―escupió cabreado.

Iba a decirle que no, que me importaba tan poco el pobre chico que acababa de conocer que ni siquiera había caído en la cuenta de que se refiriese a él, a pesar de que hacía apenas un rato me había acompañado hasta la puerta del hostal, porque cuando Hyunwoo estaba cerca, su presencia resultaba extrañamente cautivadora, como si me envolviese en una nebulosa, provocando que olvidase todo lo demás. Solo existía él. Y yo.

Nosotros...

Dejó caer las manos a ambos lados del cuerpo, inertes, como si se hubiese quedado sin fuerzas.

―Mejor déjalo, no respondas ―siseó―. Creo que prefiero no saberlo.

Evitando mirarme siquiera, pasó por mi lado dando grandes zancadas, dispuesto a marcharse de allí. Así, sin más. Sin cargos de conciencia.

Después de darle un puñetazo a una persona inocente. Después de admitir que, durante todo este tiempo, se lo había estado pasando en grande con una modelo de metro ochenta.

No. No permitiría que las cosas acabasen así. Todavía me quedaba un poco de orgullo.

Le seguí hasta la verja de madera.

—¿En serio, Hyunwoo? —bramé, furiosa—. ¿Cómo te atreves a juzgarme?

Él paró en seco de caminar e inspiró profundamente, con los ojos cerrados, como si el mero hecho de escuchar el timbre de mi voz lograse sacarle de quicio.

Otra vez tú _Adaptación -ShowkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora