｡.｡:∞♡*♥ 𝐿𝑎𝑑𝑖𝑒𝑠 𝑎𝑛𝑑 𝑔𝑒𝑛𝑡𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛, 𝑤𝑖𝑙𝑙 𝑦𝑜𝑢 𝑝𝑙𝑒𝑎𝑠𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑛𝑑?
𝑊𝑖𝑡𝘩 𝑒𝑣𝑒𝑟𝑦 𝑔𝑢𝑖𝑡𝑎𝑟 𝑠𝑡𝑟𝑖𝑛𝑔 𝑠𝑐𝑎𝑟 𝑜𝑛 𝑚𝑦 𝘩𝑎𝑛𝑑...
Donde Perséphone Sallow conoce el
mundo mágico a la edad de once años.
ó
donde J...
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Siempre creyó que era un fenómeno. No tenía amigos, la molestaban en la escuela y sobre todo, había perdido a su madre a una corta edad. Creía que estaba destinada a ser nadie. De verdad creía que aquellas burlas, aquellos apodos eran ciertos, pues sabía que era rara, distinta a los demás que había conocido. No todos explotan vasos por un grito de enojo o hacen que las personas volaran por los aires como lo hizo su hermano mayor al romper su muñeca por accidente.
Ni siquiera sus padres creían en ella, ¿hacer volar a alguien? Solo se excusaban con la imaginación de un niño. Después, a los diez, su madre murió y decidió olvidarse de esas actitudes extrañas, y afrontar la verdad.
Estaba destinada al fracaso. Demasiado duro para una niña de casi once años.
Pero, como si hubiera sido iluminada por un dios bondadoso, un adulto llegó a su casa, días después de cumplir once años.
Alguien mayor, con un extraño atuendo medieval que cubría todo su cuerpo, incluso sus pies, parecía casi sacado de un cuento de hadas con su largo cabello blanquecino, al igual que una barba que lo hacía ver sabio. Se presentó como Albus Percibal Wulfric Brian Dumbledore, director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Claro que, su padre había soltado una gran carcajada para luego cerrarle la puerta en la cara, murmurando lo ridículo que había sido aquello, pero toda diversión se esfumó cuando la puerta se había abierto con una gran ráfaga de viento y aquel mismo ansiano seguía allí, erguido, viéndose totalmente seguro de lo que hacía, confiado. La vió a los ojos desde su posición y una pequeña sonrisa apenas se había formado en su rostro antes de extenderle una carta blanca que tomó entre sus pequeñas manos, asombrada de lo que acababa de presenciar, al igual que su padre que se encontraba en shock.
Entonces, no tuvo más alternativa que escuchar al director. La verdad fue la respuesta a todas las preguntas que había tenido desde que aquellas acciones extrañas comenzaron. Era una bruja, una de verdad, podía hacer magia como en los cuentos que solía leer en compañía de su hermano mayor. Les habló de la escuela, como era que recibían a los niños de once años y le enseñarían todo lo necesario en siete años.
No podía creerlo. Percy, al igual que su familia, estaba sin poder procesarlo. ¡Magia! Sus cuentos, los hechizos... Enterarse de eso a los once años cambió su vida y desde ese momento esperó ansiosamente la llegada del primero de septiembre de 1971, hablándole a las estrellas de todo lo que quería lograr, conocer a dónde podía llegar.
¡Había gritado de emoción cuando conoció el callejón Diagon!
Llegado el día, tenía todo lo que necesitaba y fue la primera en despertarse en su casa, levantar a los hombres allí y, cuando menos se dió cuenta, ya se encontraban en la estación de tren, buscando la plataforma 9 ¾.
