。.。:∞♡*♥ 𝐿𝑎𝑑𝑖𝑒𝑠 𝑎𝑛𝑑 𝑔𝑒𝑛𝑡𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛, 𝑤𝑖𝑙𝑙 𝑦𝑜𝑢 𝑝𝑙𝑒𝑎𝑠𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑛𝑑?
𝑊𝑖𝑡𝘩 𝑒𝑣𝑒𝑟𝑦 𝑔𝑢𝑖𝑡𝑎𝑟 𝑠𝑡𝑟𝑖𝑛𝑔 𝑠𝑐𝑎𝑟 𝑜𝑛 𝑚𝑦 𝘩𝑎𝑛𝑑...
Donde Perséphone Sallow conoce el
mundo mágico a la edad de once años.
ó
donde J...
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Diciembre, 1974.
Era el día en que la gran mayoría de los estudiantes de Hogwarts se marchan a sus hogares con la expectativa de pasar una agradable navidad y un buen comienzo de año nuevo. Sirius observaba a los adolescentes hablar, despedirse e irse con sus pertenencias desde la ventana de la torre, uno de los lugares que más visitaba cuando quería estar a solas. Ver las grandes agujas del reloj de alguna forma lo tranquilizaba y lo hacía pensar.
Se sentía patético, por escapar de sus padres. Sabía que sus acciones tendrían graves consecuencias de las cuales no podrá escapar cuando el año escolar termine, pero no quería abandonar el colegio para ir a un hogar que no se siente como uno, para fingir y pretender que pertenece a los Black. Sus padres no podrían estar más decepcionados de él. Primeramente, no pertenece a Slytherin, como todos en su familia, sino que ingresó a Gryffindor, ganándose el odio automático de la mayoría de su familia. Estaba cansado del maltrato de sus padres, de tener que escuchar sus interminables monólogos de lo que debe cumplir, a quien debe obedecer, a quienes debería odiar...
Él no quería ser como sus padres, sus tíos e incluso sus primos. No quería pertenecer a la familia Black, pero tampoco tenía otra salida. Si terminaba siendo desterrado no tendría a donde ir, sin dinero para sobrevivir, solo le esperaba la muerte en una taberna abandonada. Desde el momento en que ingresó a Hogwarts se prometió que aguantaría lo posible hasta graduarse y conseguir trabajo, obtener un salario y poder mantenerse solo, cuando ya no necesitara los cuidados de sus adorados padres.
Y también por su hermano menor, porque sabe que, como hermano mayor, tiene responsabilidades que cumplir. No puede abandonarlo porque es la única luz que tiene dentro de esas oscuras paredes. Y Sirius... haría lo que fuera por su Reggie.
―Así que, aquí estás ―se asustó al escuchar la voz de su amiga, quien se sentó a su lado, observando a las personas irse.
Quizás Perséphone sea una de las únicas personas que sabe que le encanta estar allí para pensar, porque ha sido la única que lo ha acompañado en noches de soledad, cuando no podía dormir debido a pesadillas o malestares, le dió un hombro en el cual apoyarse e incluso le contó lo que decían las estrellas, pues no es sorpresa para nadie que Persy haya sido la mejor alumna de astronomía de su generación.
―¿Qué haces aquí, Phoni?
―¿"Phoni"? Tus apodos se ponen cada vez peores ―se rió, negando con la cabeza.
―¿Tienes segundo nombre?
―Clarisse ―respondió, frunciendo la nariz.
―Bueno, entonces te llamaré "Claire", que nadie más te llame así.