𝐿𝑜𝓋𝑒𝓇 | 𝖏𝖆𝖒𝖊𝖘 𝖕𝖔𝖙𝖙𝖊𝖗

09. Malentendidos.

| Lover | 

¿amigos? los mejores

Agosto, 1973.

No sabía cómo sentirse ni que hacer, la mayoría del tiempo solo dejaba que las cosas fluyeran, aunque eso significara que él terminara mal, pero no le importaba. En el fondo, admitía que estaba cansado de esos tratos, ¿pero que podía hacer? Sus compañeros de casa eran astutos, sabían cuándo y cómo actuar contra él. Buscar pruebas y esperar que la burocracia funcione era mucho trabajo para alguien como Samuel, mucho esfuerzo que no valía la pena para él.

¿Estamos de acuerdo en que no le interesa para nada su propio bienestar? Pobrecito.

Por esa razón, muchas veces recibió largas e interminables charlas con sus mejores amigas, sobre que no debía dejar que nadie lo tratara como si fuera basura, que no se quedara en silencio, que le diga a sus profesores o que les devuelva los malos tratos (lo último fue dicho por Persy, pero pronto había sido reprendida por Venus que insistía en hablar hasta con el director), incluso la revoltosa leona se metió en problemas por defenderlo el año anterior.

¿Pero por qué razón las serpientes odiaban tanto a uno de los suyos? Era una respuesta muy sencilla, lo vieran donde lo vieran. Su madre era una bruja y su padre, normal. Se amaban y eran felices, ¿qué importaba si era mestizo?

Bueno, los Slytherin no entendían, tampoco querían hacerlo, estaban tan cegados por la "pureza" de la sangre que no importaba nada más. Él fue catalogado como mestizo, una aberración (aunque no tanto como los nacidos de muggles), pero aún así nadie lo aceptaba, no hablaban con él, lo único que hacían era murmurar cada vez que pasaba frente a ellos, no disimulaban su desagrado y no es como si él lo hiciera, Samuel no quería ni esperaba su respeto, le importaba muy poco lo que decían sobre su persona, pero jamás aceptaría que dijeran cosas sobre sus padres, la traidora y el muggle inútil, ni siquiera aceptaba comentarios respecto a sus amigas.

Sobre él podrían hacer lo que quisieran, pero llegaban a decir algo respecto a sus seres queridos y sería capaz de cualquier cosa, les demostraría porque fue seleccionado en aquella casa.

―¿Por qué no desapareces, Cruz? ―el tono despectivo que usaba Malfoy Lucius se podía notar a distancia, en especial al pronunciar su apellido, su lengua siseaba tal cual serpiente y esa mirada fría que demostraba superioridad aún más.

Apenas había aparecido en la sala común que ya el grupito del rubio platinado se encontraba rodeándolo como manada, demostrando el aprecio que tenían hacia él. Suspiró, pidiendo clemencia y paciencia. Es gracias a ellos, y prácticamente al resto, la razón por la cual no pasaba tiempo en la sala común de Slytherin, mientras más lejos, mejor, por lo que los ignoró y trató de pasar por dos de ellos.

Su primer error esta mañana. Si de por sí ya estaba malhumorado por tener que levantarse temprano, cuando Lucius tiró de su uniforme con brusquedad, haciéndolo volver al centro y casi dejarlo sin garganta, no disimuló la cara de odio que le dirigió, además de soltarse bruscamente de su agarre. Claro que tuvo que levantar la cabeza para verlo directamente a los ojos, pues también odiaba que Lucius fuera tan alto.

«Maldito jirafa». Pensó, irritado.

―¿Qué quieres ahora, Malfoy? ¿No podías esperar a que pasara el desayuno para pedirme un autógrafo?

Su segundo error ésta mañana, su lengua sarcástica era lo más rápido que funcionaba dentro de su cabeza. Además, sintió una especie de ardor escozor por toda su garganta, quizás porque era la primera vez que hablaba desde que despertó y por el tirón que recibió del mayor.