11. "Un día cotidianamente singular"

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A pesar de las dudas que quedaron en su cabeza, tras las palabras de Sasuke, Naruto logró dormir bien esa noche, pues al menos sintió que se había desahogado un poco. Los secretos y la distancia que tan celosamente guardaba, ya no creaban esa enorme barrera entre ellos, y sabía que le hacía bien a su estado no cargar con tanto peso en su corazón.

Conociendo que el día siguiente no tenía que ir a trabajar, se dió el lujo de dormir un poco más, y despertó muy fresco y con energía, así que cambió sus pijamas por ropa deportiva y tras tomar sus audífonos, dejó la habitación, encontrando a Sasuke en la mesa del comedor, esta vez delante de la laptop.

—Buen día— exclamó y el pelinegro asintió en respuesta.

—Buen día ¿No tienes que ir hoy al trabajo?— preguntó curioso, levantando la vista de la pantalla y mirando su atuendo; un pullover blanco liso y pantalones de lloga gris oscuro.

—No, se me olvidó decirte ayer que mi profesora me dió unas semanas libres de mis responsabilidades del hospital. Así que ahora tienes un doctor exclusivamente para tí— anunció con una sonrisa de medio lado que quedó en su rostro al darse cuenta de que Sasuke seguía mirando su atuendo —¿Me queda mal?— indagó con diversión y estrechó los cuando lo escuchó carraspear, mientras se obligaba a centrar de nuevo su atención en la laptop.

—No, estás bien— dijo en voz baja.

—¿Escribes?— cambió de tema, sirviéndose a la vez un poco de café en una taza.

—Sí, creo que hablar con Sarada anoche me quitó mucho estrés. Hoy las palabras fluyen más rápido— confesó.

—¿Ella como está?

—Mucho más tranquila... Gracias, por lo de ayer— dijo de repente, volviendo a mirarlo, esta vez a los ojos —Y siento lo que dije, no creo que seas un imbécil, ni nada parecido. Eso está muy lejos de lo que... pienso de tí— murmuró al final, mirando hacia un lado.

—Café y halagos por la mañana, no hay nada mejor para empezar el día— bromeó el doctor, aliviando un poco la tensión entre los dos con una risita conjunta, y disfrutando de ese gesto en el rostro de su inquilino, mientras se escondí tras su taza de café —Iré a correr un rato.

—Que te vaya bien— deseó.

—Igualmente— respondió satisfecho y tras mirarlo por última vez, salió de la casa.

Desde niño había tenido buena estamina, y a pesar de no haber hecho deportes hacía bastante, le fué fácil recorrer el largo trayecto hasta la casa de sus padres. La enorme vivienda vacía lo recibió con recuerdos de su crianza; fotos enmarcadas y un ambiente familiar que extrañaba un poco. Revisó que todo estuviese en orden y luego le envió una selfie a sus padres, para evidenciar su visita, llegando su respuesta de caritas sonrientes y muchos corazones rojos.

—¿Qué están haciendo que no tienen tiempo ni para escribir?— resopló alegre y tras cerciorarse de que las ventanas y puertas estaban cerradas, tomó el camino largo de regreso.

Atravesó un gran y tranquilo parque que lo alejaba un poco de la urbe, y decidió caminar un rato para aliviar el cansancio de la carrera, también para pensar, cosa que hacía mucho esos días, principalmente en Sarada. Si Sasuke no superaba su enfermedad, ¿sería capaz de dejar que la llevaran a un orfanato? ¿Podría hacer algo al respecto, además de quedarse a mirar? No, no podía simplemente ignorar el asunto. Ya estaba rendido a que cualquier cosa que la incluyera a ella y a Sasuke, era su problema. Aunque nadie se lo hubiera pedido o dado permiso, Naruto siempre hacía lo que su corazón dictaba.

Cuando notó que se hacía tarde y el hambre comenzó a hacerse presente, pasó por un mercado a comparar varias cosas para la casa y decidió regresar, sorprendido de ver a Sasuke aún en la mesa. No sabía cuantas horas habían pasado, pero el pelinegro estaba tan concentrado que apenas notó cuando llegó hasta que pasó a su lado. Naruto sonrió al verlo dar un mohín del susto y levantó las manos de repente, tras dejar las compras en la mesa.

—Tranquilo, no te interrumpo. Me daré un baño y me pondré a cocinar— dijo con rapidez y con ese buen ánimo entró a su habitación.

Inmediatamente se quitó su pullover sudado y lo arrojó al suelo, y lo mismo hizo con su pantalón, quedando en boxer cuando fué a meterse a su baño, pero una llamada  lo interrumpió. Hurgando en los bolsillos de la ropa sucia, tomó el teléfono, leyendo el nombre de su madre en la pantalla.

Cariño, perdón por no escribirte, bajamos a la playa y tenía las manos mojadas— se justificó malamente y su hijo rodó los ojos —¿Todo bien en la casa?

—Todo en orden— respondió.

Que bien. Tu padre me dijo que regresamos el viernes, así que el sábado cenen con nosotros. Me dijiste que podía invitarlos— recordó.

—Le preguntaré a Sasuke y te digo— suspiró y luego giró rápidamente cuando sintió golpes en la puerta —Te llamo al rato, besos.

Tras colgar, abrió sin reparar en su atuendo y se encontró con el mencionado, quien sostenía la laptop en las manos y al cual se le colorearon demasiado las mejillas al verlo. Naruto esta vez fué capaz de leer perfectamente su reacción, estaba demasiado cerca como para pasarlo por alto, sobre todo porque los ojos de Sasuke estaban fijos en su abdomen y pecho. Así que las pequeñas pistas que percibía y se forzaba a ignorar, en realidad sí existían... Como no decía nada, escondió un poco su satisfacción y decidió hablar normal.

—¿Pasó algo?

—Puedo... ¿Puedo usar tu impresora?— preguntó en un jadeo.

—Sí, claro— respondió amablemente y señaló su escritorio —Las hojas están en el tercer cajón.

—Gracias— raspó Sasuke y caminó hasta allí, siendo observado por un Naruto muy curioso, quien apretó los labios conteniendo su diversión, cuando en las manos temblorosas las hojas se le resbalaron y quedaron desparramadas por el suelo —Mierda— farfulló, agachándose a recogerlas.

—Si necesitas ayuda...

—No, no...— contestó rápidamente.

—Bueno, mejor me meto a bañar.

—¡Sí, haz eso!— exclamó sin pensar, no resistiendo el cubrir su rostro y encogerse más al escuchar la risita de Naruto.

—Parece que no soy el único gay en esta casa— remató en baja voz, cerrando la puerta y escuchando una fila de maldiciones avergonzadas del otro lado.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora