9. "¿Una conversación incómoda?"

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Había entrado en el auto de su madre y serio miraba hacia adelante, mientras ella esperaba sus quejas con una sonrisa maternal. Naruto notó entonces su rostro expectante y chasqueó la lengua, algo fastidiado.

—De verdad, mamá, tienes sesenta años y aún no sabes cuando callar— regañó severo, pero ella simplemente soltó una risita —¿Sabes el problema en el que me has metido?

—¿Qué se suponía que pensara? Mi hijo gay está viviendo con un chico guapo— señaló con obviedad —¿Me vas a decir que son solo amigos?

—No somos eso, siquiera— dijo, disimulando algo de pesar —Bueno, no sé, pero no es la relación que tú crees. Sasuke es mi paciente, está en una situación difícil, y con la niña... Necesitaba ayuda, no tienen a nadie y yo vivo solo. No hay más.

—Tienes el corazón de oro de tu padre. Allá está, se supone que íbamos a la casa de la playa a descansar, y resulta que ahora se levanta a las cinco de la mañana para ayudar a los pescadores de la zona. Aunque se ve muy guapo cuando arroja la red, estando sobre el bote— rió coqueta, colocando uno de sus mechones rojos detrás de su oreja, con un gesto muy femenino e inconsciente. Naruto rodó los ojos y luego la escuchó suspirar —Es una lástima, la verdad.

—¿Qué cosa?— indagó curioso.

—Que no sean pareja. Me pareció un joven muy educado e inteligente. La niña es una lindura, y ya de paso no se quedaría frustrado mi sueño de ser abuela— respondió con voz soñadora.

—Mamá, Sasuke ni siquiera es gay— resopló —Puede que esté agradecido conmigo, pero nunca tendrá ese tipo de sentimientos— explicó, mirando hacia la ventana de la casa, la cual aún tenía las cortinas cerradas. Entonces se instauró en sus facciones una expresión muy triste —Además... estar con él, sería... un pase gratis al sufrimiento— dijo muy sincero y sintiendo pesadas sus palabras. Tras el silencio de Kushina, giró a verla, encontrando una mirada lastimera y empática.

—Pero si parece que ya...

—No me lo digas— advirtió.

—Ay, Naruto— suspiró, algo compungida —¿Cuál es su diagnóstico?

—Meningioma.

—La niña...— balbuceó y cubrió su boca con ambas manos.

—Ya sé— bramó, masajeando un poco su nuca para aliviar la tensión.

—¿Y tú...?

—¿Yo qué?— resopló con una risita sin gracia y luego negó antes de poner una mano en la puerta —No te preocupes por tonterías, ya te expliqué la situación. Si andas sacando conclusiones por tu cuenta, vas a estresarte innecesariamente. Vuelve, disfruta de tus vacaciones y salúdame a papá. Dile que lo llamaré pronto.

—¿Podemos invitarlos a cenar?— preguntó apresurada cuando él abrió la puerta. Naruto se asomó, inclinándose con una ceja levantada —Es que me gustaría ver a la niña otra vez. Sabes que son mi debilidad— explicó, casi con un puchero.

—Supongo que una cena no hará daño, pero si mencionas algo de...

—Palabra de madre, que no haré ni el más mínimo comentario imprudente— hizo una símbolo de cruz sobre su pecho, de una manera bastante teatral.

—Si es así...— aceptó agotado y después de inclinarse y darle un beso en la mejilla, se alejó un poco para que ella encendiera el auto y se marchara.

Estando solo en el jardín, metió sus manos en los bolsillos de su pantalón ancho y encontró la incomodidad e inquietud que le daban enfrentar a Sasuke. Y no era que su sexualidad le diera vergüenza, sinó que la situación ya estaba bastante compleja como para agregar datos y tensiones innecesarias, que no tenían importancia en el asunto. Sabía que no todo el mundo tomaba bien sus gustos, por experiencia propia, y si Sasuke era uno de ellos, y que además estaba casi obligado a vivir junto a él, el ambiente se haría insoportable a corto plazo.

Decidiendo que era mejor ir de frente de una vez, entró y a quien primero vió fué a Sarada, sentada en el sofá con una caja de jugo en una de sus manos y en la otra una muñeca, mientras veía en la televisión un programa infantil bastante irritante, de una especie de cerda rara.

—¿Ya se fué tu mamá?— preguntó algo desilucionada.

—Sí, pero seguro la vuelves a ver, no te preocupes— respondió.

—Que bien, olía muy rico y su pelo era tan bonito...— halagó cariñosa y volvió a su programa.

El doctor sonrió un poco ante la ternura de la niña y luego caminó hasta encontrarse a Sasuke en la cocina, terminando de fregar los platos del desayuno, dejándole los de él aún servidos.

—Ya estará frío, ¿quieres que te caliente el café?— preguntó con simpleza y Naruto negó.

—Oye, ¿puedo hablar contigo un momento? Será rápido— indagó y Sasuke asintió mientras se secaba las manos, entonces para enfrentarlo. El doctor abrió su boca para decir algo, pero luego volteó a ver a Sarada, quien curiosa prestaba atención a su conversación, y se mordió el labio, sintiéndose juzgado y algo fuera de confort—Será mejor que vayamos a otro lugar— ofreció y guió a Sasuke hasta su habitación. Quedándose ambos de pie en medio de la estancia, después de cerrar medianamente la puerta.

—Me estás poniendo nervioso— rió Sasuke, notándolo indeciso —¿Tu madre no está de acuerdo en que estemos aquí?

—No, eso está muy lejos de la realidad— resopló —Ellos siempre han apoyado mis decisiones y son muy buenas personas, no debes preocuparte.

—Pues me alegro— exclamó, visiblemente aliviado.

—Quería hablarte respecto a lo que ella dijo antes, sin ningún cuidado, y pedirte perdón por sus insinuaciones— anunció y encontró sus ojos negros atentos —Es cierto que soy gay. No te lo había comentado antes, porque no venía al caso.

—Ok, entiendo— dijo en voz baja y Naruto, tras encontrarlo muy calmado, se sentió algo inquieto.

—No lo pienses mucho, mantengo mi vida privada al margen, así que ni siquiera lo notarás.

—De acuerdo.

—Además, eres mi paciente...— siguió explicando y Sasuke no cambiaba su expresión tranquila —¿De verdad no te molesta?

—No— respondió firme —¿Tendría que molestarme?

—Preferiría que no fuera así— rió nervioso.

—Puedes estar tranquilo, no me molesta en absoluto.

—Me alegra, sería bastante incómodo— suspiró aliviado —Y respecto a Sarada...

—Ah, eso sí— interrumpió repentinamente —Ella no es ajena a ese tema, y te agradecería que no menisospreciaras su entendimiento si te pregunta algo. Simplemente explícale con naturalidad.

—Eh... Está bien— murmuró apenas y tras recibir una sonrisa de agradecimiento, se quedó solo en la habitación. Ya no tan nervioso, pero sí algo confundido.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora