21. "Se acaba el tiempo"

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El doctor leyó los resultados por sexta vez, sus manos no temblaban, pero tenía un nudo en la garganta que había mantenido durante todo el mes, desde que las pruebas anteriores arrojaron los mismos números, incluso más alentadores que los que ahora sostenía. El tumor seguía intacto, todo el arduo proceso de la quimioterapia había sido totalmente en vano. Ni cambiando el medicamento en varias ocasiones lograron disminuir su tamaño. Sin embargo, del cuerpo de Sasuke no se podía decir lo mismo. Tanto tratamiento había deteriorado demasiado su condición física.

—Tenemos que hacer la craneotomía, Naruto— aconsejó la directora con expresión seria —Si seguimos esperando me temo que sus posibilidades de superar la operación serán reducidas.

—Lo sé...— concordó con la voz más profesional que sus sentimientos a flor de piel le permitieron.

—Cuanto antes mejor. Ordenaré que preparen todo...

—No...— la doctora frunció el ceño ante la interrupción —El lunes. Dame este fin de semana.

—¡Vamos contra el reloj!— advirtió.

—¡Piensa en la niña!— gruñó, arrugando sin querer el papel cuando apretó sus puños —Solo son dos días. El lunes temprano estará internado— prometió severo y se puso de pie, no dándole tiempo a la directora a objetar nada.

Caminó por los pasillos ignorando los saludos de los conocidos, era tanta la tensión que en cuanto tomó el elevador, se apoyó en la pared y cubrió su rostro, escondiendo un sollozo. Ahora con fecha límite los segundos pasaban demasiado rápido; los ratos en los que no estuvieron junton en la casa a causa de los estudios, el trabajo u otras razones, se sentían injustos, el enorme peso de consolar a Sarada lo aplastaba... Y su amor, su amor parecía estar de último en la larga fila de sucesos que se avecinaban.

Llegó al departamento de oncología pocos minutos después. Sasuke estaba medio dormido en el sillón, incluso cuando una enfermera había comenzado a quitarle el suero de la quimioterapia. Abrió los ojos levemente al Naruto rosar su mano, estando ya solos, y el doctor no pudo responder su leve sonrisa.

—¿Cuándo te volviste un amargado?— preguntó Sasuke, apenas en un susurro, pero su voz sonaba rota, mostrando que ya intuía la situación solo con ver el semblante de su novio.

Naruto entonces apretó su mano, sintiéndose impotente al no poder decir esta vez que todo estaría bien. ¿La promesa que le hizo a Sarada meses atrás, quedaría rota? Ahora ese hecho no solo haría sufrir a la inocente niña, sinó que lo arrastraría a él a un pozo sin fondo de tristeza. Sin decir palabras, metió la otra mano en el bolsillo de su pantalón y sacó el celular que no dejaba de vibrar hacía un par de minutos, sin haberse dado cuenta siquiera.

Doctor Uzumaki, es Hinata, la maestra de Sarada— la voz de la joven se escuchaba asustada —Lo llamo con urgencia porque llevamos rato buscándola por todo el colegio y no la hayamos— lloriqueó.

—¡¿Hace cuánto?!— la voz fuerte de Naruto alarmó a Sasuke.

Hace unas dos horas. La señora Haruno vino por ella, pero desde que la fuí a buscar para entregársela, tal como usted permitió en la mañana, no he podido encontrarla. La hemos buscado por todas partes— explicó.

—Estaré allá en unos minutos— anunció y colgó —Sarada no aparece en la escuela.

—¿Cómo que no aparece?— inquirió Sasuke asustado —¡Sakura!

—No, ella la fué a buscar, tal como acordamos, pero la niña ya no estaba— dijo mientras lo ayudaba a ponerse de pie —Iré y...

—¡Iremos!

—Sasuke, apenas puedes caminar después de la sesión— gruñó.

—¡Es mi hija, por supuesto que voy a ir!— Naruto apretó la mandíbula, pero se tragó sus objeciones y lo ayudó a pasarse a una silla de ruedas.

Tardaron lo menos posible hasta llegar al auto, y luego el doctor condujo tan deprisa como pudo al colegio de Sarada. En la entrada habían un grupo de profesores y también estaba Sakura, cruzada de brazos y luciendo algo nerviosa. La maestra Hinata corrió enseguida hasta el doctor, mostrando unos ojos rojos de llorar y algo despeinada.

—Aún no la encontramos— confesó.

—¿Alguien la vió salir?— preguntó Naruto con rapidez después de dejar el auto— Hinata negó y miró a Sasuke en el asiento del acompañante.

—¡Si no encuentran a la niña, los demandaré por incompetentes!— sentenció Haruno enojada, pero lo último que Naruto haría sería hacerle caso a sus espectáculos, mientras no dijera en alta voz que era la madre de Sarada, ella no le importaba nada.

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Se pegó más a la pared, justo detrás del tanque de agua, cuando escuchó los pasos de alguien acercarse. Abrazó sus rodillas y escondió la cabeza, pero el sonido siguió de largo otra vez, permitiéndole estar un rato más a solas. Su padre le había dicho que de nuevo iría con esa señora que decía ser su madre. Muchas salidas aburridas a lo largo de un mes; en las que si al principio se divirtió y deseó, según fué pasando el tiempo, Sakura le agradaba menos. Era incómodo tenerla callada a su lado o fumando mientras ella debía "comportarse y no dar problemas". No sabía mucho de modales adultos, pero intuyó que recalcar el precio de cada comida que le compraba no era algo bueno, la hacía sentir incómoda y con obligación de comerla aunque no le gustara.

Sarada podría soportarlo todo, si no fuese porque al pasar de los días encontraba a su papá más desmejorado. Ya no lo escuchaba vomitar en las noches, pero verlo dormido casi todo el tiempo no le gustaba. Aunque Naruto le sonreía, la pequeña no era tonta, notaba que su padre estaba muy enfermo. Eso y la repentina aparición de su mamá, esa señora que nunca la cuidó, no presagiaban nada bueno. No quería ir con ella si su papá se iba al cielo.

Otra vez limpió sus lágrimas con la manga y salió de su escondite para asomarse a la baranda del techo. Podía ver aún en la entrada de la escuela todo un tumulto de personas, incluyendo a Sakura. No, no saldría a verla, no quería ir más con ella... ¿Por qué su papá la abandonaba así? Secando su rostro nuevamente, notó como llegaba un auto que conocía y luego bajaba Naruto de él. Quería ir, ¿pero y si le decía que debía ir con su madre, justo como le habían anunciado al despertar? Retrocedió lentamente con la intención de esconderse, pero entonces fué su padre el que bajó del coche y cuando se tambaleó hasta casi el punto de caer y el doctor lo sujetó, Sarada no resistió más estar escondida y se echó a correr.

Naruto y Sasuke la vieron acercarse por el patio, el alma les volvió al cuerpo y el doctor guardó el celular, con el que estuvo a punto de llamar a la policía. Ella venía llorando y visiblemente afectada, ignorando totalmente a Sakura cuando esta le extendió los brazos para recibirla. Fué a su padre al que Sarada abrazó y lloró en su regazo cuando él cayó de rodillas al suelo.

—¿Por qué haces estas locuras Sarada?— regañó Sasuke angustiado, obligándola a levantar el rostro.

—¡Te vas a ir! ¡Te vas a ir y me vas a dejar con ella! ¡No quiero! ¡No quiero que mi papá se vaya!— gritó a todo pulmón, desatando murmullos entre los profesores.

Naruto giró a ver a Sakura. Esta frunció el ceño e hizo una mueca dolida antes de cubrir su rostro con un orgullo frío.

—Yo no hago nada aquí...— murmuró al pasar por su lado, alejándose de la escena. Podría detenerla, explicarle que los niños eran cruelmente sinceros, pero no quería. Mientras más alejada estuviera de sus vidas, mejor. Había perdido su oportunidad hacía mucho, y Naruto no estaba dispuesto a compartir lo poco que podría durar su felicidad con alguien que en su momento no la aprovechó. Sin embargo, y de espaldas, algo que Sakura dijo a último minuto hizo al doctor girarse hacia ella —Dile a Sasuke que Itachi regresó y estuvo por el viejo vecindario.

El doctor la tomó del brazo y la alejó un poco hacia un rincón, detrás de su auto.

—¿Quién es Itachi?— inquirió.

—Su hermano, ¿quién más?— dijo despectiva.

—¿Lo viste? ¿Por qué no le dijiste donde estaba?

—Él nunca me cayó bien. Y ese no es mi problema. De todas formas ya se debe haber ido otra vez— mencionó sin interés.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora