13. "Intimidad"

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Otra arcada hizo que su cuerpo se encogiera, y con mucho asco, arrodillado frente al inodoro, vió como el agua salía de su boca, pues ya había regurgitado cada alimento que hubiese comido. Naruto estaba a su lado, frotando su espalda con una mano, y con la otra sujetando su pelo con delicadeza.

—Lo siento...— balbuceó Sasuke lloroso.

Sabía lo que tenía, lo que iba a pasarle, pero saberlo y vivirlo eran dos cosas diferentes; y en ese momento, luciendo lamentable como ser humano frente el hombre que le gustaba, las lágrimas salieron sin que las pudiera controlar.

—¿De qué hablas?— sonrió Naruto con tristeza y luego lo ayudó a ponerse de pie y llegar al lavamanos. Cuando Sasuke enjuagó su boca y mojó su cara con agua, le hizo levantar la cabeza para ver su semblante —¿Qué tal el dolor?— preguntó, también tomando el pulso en su cuello.

—Hay un enano martillando aquí adentro— respondió, colocando la mano en su cien.

—Vamos a acostarte, te pondré morfina— indicó y colocando un brazo de Sasuke por encima de sus hombros, lo condujo hasta su cuarto y luego le ayudó a cambiarse de ropa, dejándolo solo en boxer y un pullover cómodo.

Él lo vió salir y luego regresar a los pocos minutos con el medicamento. Cada vez que preparaba la jeringa, Naruto ponía esa expresión seria y concentrada, luego esta cambiaba cuando encontraba sus ojos, como si quisiera decirle con amabilidad que todo iba a estar bien.

Las venas en sus brazos estaban lastimadas debido a la quimioterapia, y durante los días que tenía de descanso, Naruto prefería dejarlas tranquila para que se recuperaran. Así que, cada vez que tenía esos episodios, el doctor le ponía morfina intramuscular en el muslo. Aunque su efecto era más lento, pronto Sasuke se aliviaba y adormecía. Como otras veces, él se quedó ahí hasta que se calmó y su llanto cesó. Con la mirada nublada y las facciones muy relajadas, en la drogada consciencia Sasuke permaneció viéndolo.

—Te lo dije, pero... Ojalá te hubiera conocido antes— murmuró muy bajo y casi inentendible.

—No, llegué a tu vida en el momento justo— respondió Naruto conmocionado, pero Sasuke no lo escuchó, el fuerte sedante lo dejó completamente rendido. Un suspiro profundo dejó los pulmones de Naruto, luego con su mano acarició su mejilla relajada y húmeda, también despejó su frente de cabello e inclinándose con lentitud, dejó en ella un pequeño pero sentido beso —Mi padre tiene razón, de todas formas voy a llorar por tí— le dijo antes de ponerse de pie y cubrirlo bien con la frazada.

Cerrando la puerta con cuidado, fué a su habitación, también se acomodó y pronto ya tenía en las manos el manuscrito que Sasuke le había dado. Era imposible dormir queriendo más de él, así que se afianzó a esas letras como único consuelo. Sarada le había dicho que su padre escribía bellas historias, pero Naruto quedó pasmado con cada oración, párrafo, capítulo. La historia era tan atractiva que se la devoró enseguida y volvió a leerla. Un mundo mágico y atrapante, lazos de amor, criaturas fantásticas; cada lugar estaba descrito con tal perfección, que Naruto se podía imaginar claramente allí, en el salón de un palacio, o en impresionantes jardines. Era talentoso, muy talentoso.

Al final el cansancio lo venció con las hojas en la mano y en una posición bastante incómoda. Fueron suaves golpes en la puerta los que le hicieron percatarse de eso en la mañana, y dejó la cama con una protesta. Sasuke estaba frente a él, más repuesto, aunque igual de serio.

—Perdón por despertarte, pero necesito que me ayudes con algo antes de ir a buscar a Sarada— explicó.

—Claro, solo dime con qué.

—Desayuna primero— indicó y fué entonces cuando a la nariz de doctor llegó ese aroma a café que tanto le gustaba, sacándole una sonrisa.

Sasuke no tuvo que decir lo que era evidente, pues después de desayunar y cambiarse de ropa, lo encontró en el baño del pasillo. Había puesto una silla y sobre la encimera su máquina pelar. Naruto tampoco preguntó el porqué, sabía que tendría que hacerlo tarde o temprano.

—Puedes esperar un poco más— indicó mientras colocaba una toalla en sus hombros.

—No, gracias, no quiero quedarme con tres mechones, como las muñecas viejas de Sarada— bromeó y ambos rieron del amargo chiste.

El ambiente del cuarto de baño se hizo muy íntimo, solo escuchándose el zumbido de la máquina, mientras Naruto, concentrado, iba dejando caer mechones de suave cabello negro al suelo. Por momentos, sus ojos se encontraban en el espejo, e incentivados por la complicidad, ninguno de los dos evitó ese contacto. Cuando el doctor terminó, se movió hasta apoyarse en la encimera y ver de frente a Sasuke pasarse la mano por su cabeza rapada.

—Sigues viéndote muy guapo— halagó, captando otra vez su atención.

—No me digas— resopló con sarcasmo, quitando la toalla de sus hombros y poniéndose de pie. Sin embargo, Naruto sujetó su mano y se acercó un poco.

—Lucirás perfecto siempre para mí— remarcó con sinceridad, poniendo nervioso a Sasuke, quien con respiración nula no se movió hasta que el doctor estuvo demasiado cerca de su rostro.

Por última vez se miraron a los ojos, antes de que Naruto se atreviera a cerrar el contacto. Ese beso fué el alivio que necesitaban, algo por lo que secretamente esperaban y el que hizo que las palabras fueran innecesarias, pues una persona solo besaba de ese modo a alguien que le gustaba demasiado, entregándose por completo. Las manos del doctor rodearon su cintura, atrayéndolo y por un momento dejándolo descolocado, hasta que al fin pudo resistirse y lo alejó.

—No voy a hacerte esto— raspó compungido.

—No tengo nada en contra— respondió Naruto, intentando alcanzar su mejilla, pero Sasuke se alejó más de él.

—Ya has llegado demasiado lejos por mí, no entregues más porque... yo no puedo darte nada a cambio. Deberías aprender a mantener límites que son beneficiosos para tí— aconsejó, otra vez huyendo de sus ojos.

—Sasuke, eso es decisión mía— exclamó mientras lo veía salir por la puerta.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora