17. "Como una pareja"

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Naruto no sabía que decirle para consolarlo, solo tuvo la reacción de abrazarlo fuerte mientras Sasuke sujetaba su cabeza y gruñía de la rabia. ¡Maldita la hora en la que trajo a esa mujer a casa! Esas explosiones de ira no le hacían nada bien a su condición, y tan afectado se vió, que las punzadas le provocaron náuseas y se inclinó para vomitar en el suelo.

—Espera aquí, buscaré morfina...— dijo Naruto apresurado, pero Sasuke no le permitió alejarse, sujetó su manga como quien se aferra a un salvavidas.

—No quiero que Sarada se quede con esa tipa. No moriré tranquilo...

—Saca esas ideas de tu mente— interrumpió el doctor, renuente a escucharlo tan negativo, pero Sasuke negó otra vez.

—Tú sabes mejor que nadie lo que pasará.

—¡Yo no sé nada!— gruñó —Ahora mismo no quiero saber, solo ve y date una ducha, intenta relajarte. Limpiaré esto— indicó furioso sin querer darle cabida a esos pensamientos fatalistas que no hacían más que romperle el corazón.

Después de limpiar el suelo y poner el orden en la cocina, apoyó sus manos en la encimera y suspiró. Otro problema para añadir a la lista. Él no conocía a la tal Sakura, pero tampoco necesitaba hacerlo como saber que no era buena mujer. Confiaba en Sasuke, y eso bastaba. Negarle ver a Sarada significaría poner en riesgo la ayuda del hospital, y sin patrocinador, el tratamiento y tal vez la futura operación del joven se verían en riesgo; eso sin contar el escándalo mediático. Quizás podía él pagar por todo si el plan llegara a fallar, y ahí se irían todos sus ahorros; no le importaba, pero dudaba que Sasuke aceptara algo así. Había que hayar una mejor e inteligente solución, sin embargo, por el momento, era mejor calmarse y volver a centrarse.

Estaba tan cansado y estresado que el leve dolor sobre su ceja aumentó a una fuerte migraña, así que decidió buscar un calmante en el botiquín. Tocó la puerta del baño, creyendo que Sasuke podría estar metido aún dentro de la ducha, pero al este darle paso, lo vió parado frente al espejo, con el torso desnudo y solo una toalla blanca envuelta en sus caderas. Sus ojos negros lo miraron a través de su reflejo antes de que se apartara para darle espacio de tomar su pastilla.

—Mis cejas se están cayendo— murmuró el Uchiha repentinamente, en un tono de lamentación y algo de vergüenza.

—Tus pestañas también caerán— añadió el doctor naturalmente y tras tragar su pastilla sin más, volteó a verlo, apoyándose en el lavamanos. Sasuke sonrió con tristeza y miró a un lado cuando las manos de Naruto lo atrajeron hacia él.

—¿Cómo puedes fijarte en mí? Estoy hecho un desastre. No tengo cabello, mi piel se reseca con facilidad, estoy perdiendo tanto peso que ya mis costillas...— sus reclamos inmediatamente dejaron de importar cuando Naruto cortó sus palabras con un beso. No uno apasionado, sinó tan fervoroso que le provocó escalofríos y un suspiro al separarse.

—Sí, tus ojeras son horribles, tus labios fríos, pasas todo el tiempo haciendo arcadas y ni hablar de tus humores erráticos— rió el doctor con lágrimas en los ojos —Pero Dios, como te amo...— declaró el final, dejando a Sasuke sin habla aún en sus brazos —Y no tienes que corresponderme, Sasuke, solo... déjame estar aquí, déjame hacer lo que pueda.

—¡Estoy en casa!— la voz tierna de Sarada desde la sala de estar, interrumpió la íntima escena en el baño, y fué Naruto quien, sin decir más, salió a recibirla mientras su padre terminaba de vestirse.

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A pesar de sus preocupaciones y de querer seguir estudiando, el cansancio no lo dejó permanecer despierto por más tiempo. No había café en el mundo tan fuerte que pudiera darle más energía cuando ya estaba en su límite, así que después de una callada cena de tres, se retiró a su habitación, se dió una ducha y arrojándose a la cama con solo un short, se quedó rendido. Fué el movimiento del colchón el que lo hizo abrir los ojos con un quejido de protesta; Sasuke se había sentado a su lado en la oscuridad, solo interrumpida por la luz amarilla de su mesita que le permitió ver la hora. Daban las dos de la madrugada, con razón aún seguía tan cansado, pero de igual forma se volteó bocarriba y se acomodó para mirarlo.

—Hablé con Sarada— dijo Sasuke. Naruto frotó su rostro para espabilar más.

—¿Qué dijo?

—Quiere verla— raspó con decepción.

—Es una niña, y solo entiende que esa mujer es su madre— explicó, no queriendo hacerlo sentir traicionado de alguna forma.

—¡¿Cuántas veces intentó deshacerse de su hija?! No tiene derecho...

—Pero Sarada sí— interrumpió Naruto y lo vió apretar los dientes —Sasuke, a mí tampoco me gusta, pero no hay nada que puedas hacer. Que la vea no significa que vaya a quedarse con ella si algo malo llegara a pasar.

—¿Con quién, entonces? No sé que es peor, si un orfanato o...

—Puede quedarse conmigo— esta era la segunda declaración del doctor, en esta ocasión más indirecta, pero que demostraba demasiado el cariño que le profesaba.

—Tú no eres su familia.

—Eso se puede arreglar— ¿Acaso estaba bromeando? No se escuchaba como tal, y cuando Sasuke buscó su mirada, encontró unos ojos azules y fieros, dispuestos a todo.

—¿Te casarás conmigo para quedarte viudo al poco tiempo?— preguntó lloroso, pero con una sonrisa cínica.

—¿Me estás proponiendo matrimonio?— bromeó Naruto.

—¡Fuiste tú el que dijo!— reclamó y luego, impotente, cayó sobre su torso y lloró, acurrucado entre dos fuertes brazos que lo hacían sentir seguro después de tantos años.

—Ven aquí— pidió Naruto en un susurro, tirando un poco de él después de que se calmó, para alcanzar sus labios.

—Tus manos están frías...— reclamó apenas Sasuke, cuando Naruto buscó su espalda debajo de su suéter de dormir.

—Perdón— suspiró él, deslizando sus besos hasta su cuello y cubriendo sus cuerpos con la frazada blanca de su cama —¿Así mejor?

—Sí...— jadeó al Naruto darle la vuelta y comenzar a bajar su pantalón —No he... No he hecho esto hace mucho— confesó nervioso al ver las intenciones del doctor.

—Si te soy sincero, yo tampoco— rió —No le he prestado mucho interés a mi vida sexual. No al menos hasta que me empezaste a gustar— añadió, deslizando su pulgar sobre el labio inferior del Uchiha mientras hablaba.

—Y eso... ¿cuándo fué?— jadeó al notar ya una mano del doctor acariciando el interior de sus muslos con mucha delicadeza.

—Creo que desde el primer momento que te ví.

Mi héroe de Blanco (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora