↑↑Asya↑↑
.Adiós Pasado.
—¿Por qué tenemos que mudarnos? —le pregunté a mis padres sin comprender.
—Es cosa de adultos —respondió mi madre, sin darnos una pizca de explicación—. No lo entenderían.
—¡Mamá, nos estamos mudando de repente! —grité de mala manera—. No puedes solo decirnos eso, y luego esperar a que lo aceptemos así como así.
—Hija, ya te lo explicaré en su momento, ¿si? —Me dijo ella con una sonrisa débil.
Nos mudamos a otra ciudad de un día para otro, sin la más mínima información del porqué lo hacíamos. Sin embargo, esto no es nuevo. Siempre nos mudamos de casa cada año —pero en el mismo barrio siempre— , lo que quiere decir: nueva escuela, nuevos grupos de amigos, nuevo TODO.
Ya me estaba cansando de tantas mudanzas año tras año, pero... ¿mudarnos de ciudad? ¿¡En serio!? Tenía que decirle adiós a todo mi pasado y a las personas en él.
El viaje en colectivo duró unas interminables e insoportables cuatro horas. Habíamos salido a primera hora de la mañana, sin haber podido dormir la noche anterior, ocupados en preparar la mudanza para que el colectivo nos recogiera tan temprano. Fueron las cuatro horas más largas de mi vida.
No pude dormir en el viaje porque mi hermano estaba sentado a mi lado, roncando de manera atropellada y descomunal. Hasta los pasajeros del fondo del colectivo lo podían escuchar con claridad y fuerza.
Cuando llegamos a la casa de mi tía —a donde nos habíamos mudado—, todos mis primos estaban afuera esperando la llegada de mi madre, mi hermano y yo. Mientras tanto, mi padre había ido con mi hermano menor Liam en el camión.
—¡Hola, tanto tiempo! —exclamó mi tía con entusiasmo, abrazándonos a mi hermano y a mí tan fuerte como para dejarnos sin aire—. Los extrañé tanto, y veo que ya están muy grandes. La última vez que los vi eran unos duendes.
—Eso diselo a ella. —Mi queridísimo hermano me apuntó con su dedo— Está igualita, no creció más ja,ja,ja.
—Ya verás cuando te parta las dos piernas, a ver si aún así sigues creciendo, Samuel —le dije yo, haciendo una mueca que, según mi mente, era la sonrisa más perfecta que podía hacer. Se quedó mirándome, con la sonrisa aún juguetona.
A decir verdad, no había crecido un centímetro más desde que cumplí los 14 años. Estaba estancada en una estatura de 1,56 metros y me veía tan flaca como una escoba. Y para rematar, toda mi ropa me quedaba grande, porque me desagrada ver que mi cuerpo se marca con algo apretado.
—No empiecen con sus tonterías y vengan a ayudar con las cosas. —Nos dijo mí madre que ya se encontraba junto a mi padre bajando las cosas del camión.
—Yo no empecé nada, solo digo la verdad. —mencionó Sam, encogiéndose de hombros y riéndose en mi cara.
—Y yo también hablaba en serio. —le advertí con una mueca.
—Siguen llevándose fatal como siempre —dijo mi tía, riéndose al ver que le había dado un golpe en la cabeza a Sam, y luego me eché a correr.
La mudanza se nos hizo eterna, y bajar todas las cosas del camión nos dio dolor de espalda a todos.Mi madre y mi padre habían armado entre los dos su cama, y se durmieron hasta la hora de cenar. Mis hermanos habían dejado todo tirado, y se fueron a jugar a la pelota con mis primos. Yo, por mi parte, me cambié de ropa para poder seguir acomodando mis cosas con más comodidad.
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Un amor. Dos adiós
Teen FictionAsya es una joven de mente abierta pero de corazón muy cerrado. Ya que la vida le ha dado solo malos recuerdos y experiencias muy crueles. Está egoísta y cruel muchacha está decidida a no dejar que nadie entre en su cabeza y mucho menos...en su cora...