CAPÍTULO 14

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Ya habían pasado unas cuatro horas desde que Isaac decidió por ambos ir de viaje a quien sabe donde. Ninguno de los dos dijo algo en todo en trayecto, la razón era muy simple, yo tenía demasiadas cosas en la cabeza; como la excusa que le daría a mi jefe por faltar, lo que le diría a Leah por abandonarla en mi cuarto y no avisarle a donde iba o cuando volvía. Tenía que volver a la universidad o mamá se presentaría ahí y eso no lo permitiría —sería incómodo verla en ese lugar.

Isaac no hizo otra cosa más que tararear todas las canciones que pasaban en la radio —¡¿Cómo podía saberse todas ellas?!—, pero dejo de hacerlo cuando noto que no le quitaba los ojos de encima.

—Me sonrojaré si sigues mirándome con tanta pasión —sonrió de lado aun con la vista al frente 

Y al mirar como la comisura de sus labios se levantaba sutilmente, recordé rápidamente el beso que le había dado y solo eso basto para sonrojarme por completo.

Claro que él lo noto aun cuando no me miraba. 

—¿En qué estará pensando la niña, para que se ponga así?

—¡No estoy pensando en nada! —dije tajante 

—Ajá —puso los ojos en blanco, pero no dejaba de sonreír

—¿Y como demonios haces para verme? ¿Tienes ojos en los costados y no me he enterado? —lo miré con los ojos entrecerrados 

—Primero; Siempre noto cuando tus ojitos claros se posan en mí. 

Me observo un momento y sonrió al ver que desvía la mirada.

—Segundo; No que yo sepa aún, pero estaría genial tenerlos 

—Si, de seguro que a las chicas le gusta un chico así —bromee y volví a mirarlo

—Mientras te guste a ti, las demás no me importan.

Deje de sonreír al oír eso, lo dijo tan serio que no supe si estaba bromeando o lo decía en serio. 

Tiene un don para dejarnos de payasas 

Y odio eso de él 

Amas eso de él 

Me quede en silencio lo que pareció unos eternos segundo, pero decidí cambiar el tema o moriría de vergüenza por su culpa

—¿Y a dónde vamos? —él fingió no darse cuenta de eso 

—A un lugar que estoy muy seguro que te encantara 

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?

—Porque te conozco lo suficiente como para saberlo 

—¿Y si no me gusta? —pregunte con una sonrisita 

—Pues compraré un avión y te llevaré a donde me lo pida 

—No sabía que vivía con Rico Mc. Pato —me llevé las manos a las mejillas fingiendo sorprenderme 

—Es porque era un secreto, pero no contaba con que una niña lo descubriera 

—¿Y qué me harás ahora que sé tu gran secreto? 

Él me repaso con la mirada un segundo y luego sonrío

—Ese será un secreto que no te diré~ —canturreo divertido 

—¿Y por qué no? ¿Acaso piensas encerrarme para siempre y no quieres que huya ahora que puedo?

—Esa no sería una mala idea, así solo yo podría verte y... —se cortó a sí mismo

Un amor. Dos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora