↑↑Luna↑↑
Estaba mejor que nunca. La única amistad que tuve, tóxica, egoísta, con muros y engaños, ya no estaba más en mi vida. Me había deshecho de personas que no necesitaba, como "compañeras" de clase, familiares con máscaras, etc. Estaba sola, pero muy bien. Me acompañaba mi única e incondicional amiga soledad, solo ella estuvo conmigo todo el camino que recorrí desde que nací y jamás me ha dejado y se lo agradecí mucho.
Tenía un nuevo pretendiente viviendo conmigo (o eso creía yo, por su comportamiento extraño cada vez que estaba conmigo) y otro en el trabajo. No quería establecer nada con ninguno, para que las cosas no se pusieran incómodas si no llegaba a salir bien. Y sabía muy bien que no iba a durar con ninguno de ellos, por qué así era yo, fría e incapaz de sentir algo que haga a mi corazón latir con fuerzas. Al principio pensé que era extraño ver cómo a todos los demás se le hacía tan fácil sentir esas clases de emociones fuertes, pero luego me acostumbré al vacío que sentía mi interior y deje de desear sentir algo diferente a eso.
Ya tenía una rutina que jamás cambiaba. Me despertaba, desayunaba algo rico con Isaac, me iba al trabajo, salía y me dirigía a la UNI, volvía a casa, veía tele con Isaac un momento y me iba a dormir. No cenaba casi nunca y últimamente tampoco almorzaba, lo único que había en mi estómago todo el día, era el té que tomaba a la mañana y una factura que me comía a la tarde al salir del trabajo. No tenía espacio en el estómago para nada más, había intentado comer algo más que eso, pero no podía. Vivía sin hambre y sin ganas de hacer algo.
Había pasado ya dos meses en los que empecé a vivir como lo hago. Ya había bajado 10 kilos, por solo comer facturas y café dos veces en la semana. Cada vez perdía más el apetito y esto se empezó a notar con el tiempo, se notaba tanto que hasta el despistado de Isaac lo noto y cuando lo hizo, no le gustó nada.
—Oye niña —me miraba de arriba abajo con el ceño fruncido
—¿Qué quieres ahora? —me acomode mejor en el sillón, por qué su mirada me ponía nerviosa
—He notado que últimamente no comes nada, hasta pareces un cadáver ya
—¿Y qué? No es como si me fuera a morir por saltarme una o dos comidas...
—¿"Una o dos comidas"? ¡No comes nada de nada! Y hace tiempo que veo que no lo haces, ¿Qué te pasa? ¿Estás bajo estrés o algo así? Si necesitas dinero, solo debes...
—No me pasa nada, estoy de maravilla. Y no necesito tu dinero, gracias. Haces que piense que eres un multi millonario o algo por el estilo, —lo mire con una sonrisa burlona— ¿O será que si lo eres y solo te disfrazas como alguien pobre?
—No intentes cambiar el tema, niña —no se rio en lo absoluto. Es más, parecía estar más enojado que antes
—Tch. No intento nada. Simplemente no tengo mucha hambre, ¿Feliz? —Ya me había irritado y ni siquiera había hecho algo malo en mí contra, pero la falta de alimento no me dejaba pensar con claridad. ¿Será que Isaac tiene razón y no como bien por el estrés? ¿Pero de qué estoy estresada? Si todo me estaba saliendo de maravillas— Mejor voy a caminar un rato, creo que necesito un poco de aire
—Bien. Pero ve con cuidado —suspiro y dejo de presionarme.
Cuando abro la puerta e intento caminar, me mareo de golpe y casi me caigo. Cerré los ojos por el miedo y todo se tornó oscuro antes de que los cerrará, creí que me daría un buen golpe, pero no fue así. Abro los ojos de a poco y veo por encima de mi cabello, otro de color rojizo, pero antes de que pudiera decir algo, siento una respiración en mi cuello y se me eriza toda la piel. Me volteo lentamente y lo veo. Isaac estaba sosteniéndome con una mano y con la otra sujetaba bien fuerte el marco de la puerta para no caernos. Me miró preocupado y me sujeto con más fuerza, intenté separarme, pero me lo impidió
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Un amor. Dos adiós
Teen FictionAsya es una joven de mente abierta pero de corazón muy cerrado. Ya que la vida le ha dado solo malos recuerdos y experiencias muy crueles. Está egoísta y cruel muchacha está decidida a no dejar que nadie entre en su cabeza y mucho menos...en su cora...