CAPÍTULO 15

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♡Este capítulo es narrado también por Isaac, y así haré algunos más adelante. Espero que les guste ♡

Estaba nerviosa -eso era más que obvio si veían como temblaba-. Isaac no hablaba de nada, pero se cantaba todas las canciones de la radio, una tras otras.

Ese chico tiene pulmones de oro

No quería volver a mi departamento...

"Nuestro"... Diría nuestro acompañante

"Nuestro" departamento, porque al pisar ese lugar, todo lo que intentaba ignorar y olvidar volvería a mí como un golpe de realidad...

Pero no podía seguir huyendo de mis problemas, ¿Verdad?

Mire a Isaac de reojo un par de veces para distraerme un poco, pero cada vez que intentaba mirarlo sin que lo notara, sonreía y me observaba sin disimularlo, haciendo que me pusiera aún más nerviosa

-Si me sigues mirando con tanto amor querida Asya, tendré que parar el coche y corresponder a ese amor~

Me sonrojé al instante y le di un pequeño codazo

-Deja de decir tonterías y mejor mira bien el camino

-¿Pero como podría hacer eso con tus ojos posados en mí? Me distraen como la miel a los osos

¿Por qué no dejaba de jugar así con mi pobre corazoncito? Puede que parezca un ser humano frío y controlador, pero no lo soy, ¡Y él lo sabe muy bien!

-Y hay vas otra vez con tus tonterías -sonrío mientras me cruzo de brazos

-¿Cómo puedes llamar a mi amor, una tontería? -me miro ofendido

-¿A-amor? -mi rostro se tornó escarlata en un segundo

-¿Acaso creíste que ando por la vida besando a cualquier chica? -sonrió de lado algo triste

-Yo... Y-yo no sé... -me quedé en silencio mientras pensaba a toda velocidad una respuesta

-Vaya, esto es decepcionante -suspiro

-¿Q-qué cosa?

-Que la chica que me gusta no haya notado cuanto la deseo~ -volvió a sonreír triste

-¡¿Quieres dejar de hacer eso?!

-¿Qué cosa? -pregunto curioso

-¡Sonreír así de triste, como si quisieras evitar llorar haciendo esa sonrisa!

-Lo notaste -soltó algo parecido a un suspiro

-¿Y por qué lo haces?

-Para que veas lo triste que me pone no ser correspondido -se llevó la mano al corazón dramáticamente

-¡¿Y quién dijo que no...-?

Me corté a mí misma al darme cuenta de lo que estaba por decir sin querer

-¿Qué no qué? -su rostro reflejaba curiosidad pura

-N-nada. Olvídalo -miré hacia la ventana nerviosa

-Y luego preguntas por qué estoy triste~ -susurro para nada bajito.

Ya sabía que aún faltaban horas para llegar a casa, porque las había contado cuando nos dirigimos a la playa. Y aún que sabía eso, no podía dejar de estar ansiosa en ningún momento.

Varias veces intenté ignorar la voz en mi mente que me pedía a gritos que diéramos la vuelta y que nos olvidaremos para siempre de todo, pero la callaba mi conciencia diciéndole que era lo correcto

Un amor. Dos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora