CAPÍTULO 11

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                                             ↑↑Rosii↑↑ 😒

Desperté en la mañana con la cabeza dándome vueltas. El suero se había acabado y ya no me sentía tan mal, pero no recordaba mucho lo que pasó la noche anterior y eso me estaba volviendo loca. Solo recuerdo haber hablado de algo con Isaac, pero por más que lo intente, solo recuerdo fragmentos muy pequeños de esa charla. Pero de algo estaba muy segura, pensar en él me hacía palpitar el corazón a mil por horas.

Mientras le daba muchas vueltas al asunto, sin llegar a recordar nada, dije su nombre sin pensar y lo dije con tanta tristeza que hasta a mí me sorprendió. Intenté volver a decirlo, pero esta vez planeaba que no sonara como si lo extrañara demasiado, pero no me esperaba que sucediera lo siguiente...

—Isaac —mi voz se cortó y miré a mi lado, donde se había sentado a esperar a que yo despertara... Pero no estaba. Estaba por volver a llamarlo, cuando de inmediato alguien abrió la puerta

—¿Me llamabas, niña? —mis ojos se iluminaron al verlo entrar, al igual que su sonrisa cuando escucho que lo llamaba—¿Acaso será que me extrañabas? —tomo la silla junto a mi cama y se sentó de forma arrogante, mirándome directo a los ojos con una sonrisa maliciosa

—Ni en tus sueños. Solo quería saber si había alguien que me pudiera traer agua, ya que no puedo caminar~ —sonreí sarcásticamente, mientras le señalaba el vaso con agua. Él se levantó de mala gana y fue por él baso

—¿Es mi imaginación o te estás aprovechando de mi buena voluntad? —me entrego el vaso a regañadientes y se volvió a sentar, dejando caer su cuerpo como si estuviera hecho de acero. Por supuesto que me reí y tome el vaso con mucha gracia

—Es el precio a pagar por traerme en contra de mi voluntad —me encogí de hombros mientras dejaba el vaso ya vacío en la mesa

—¿Preferías que viera como caías al suelo, te habrías la cabeza y te dejará morir en ese lugar? —me miro algo enfadado y no pude responderle nada que pudiera romper esa tención que se había formado

—... Tampoco es para tanto — evité seguir con el contacto visual y decidí encender la televisión para cortar con el silencio tan incómodo

—Por cierto...-

—¿Ahora qué? —lo interrumpí, preparada para otro sermón sobre como cuidar de mi salud y cosas así

—Más tarde vendrá alguien a conocerte. Le hablé mucho de ti y ahora quiere saber cómo eres, pero en cuanto le dije que estabas aquí, se puso muy mal y se preocupó demasiado por ti. Así que le dije que podía venir a visitarte

—¿Y a caso yo te dije que quería ver a alguien? Ya tengo suficiente con verte a ti, ¿Y me traes a otra persona?

—No es para tanto. Solo vendrá a verte y se irá en cuanto logré conocerte y ver qué estás bien

—Si, como no. En cuanto me vea en una cama de hospital, con suero y toda desarreglada, ¿Crees que "está bien", sea lo que piense de mí?

—... No lo había pensado —se cruzó de brazos y se puso a pensar en algo, que de seguro no iba a gustarme oír cuando lo mencionara— ¿Qué tal si te arreglo un poco?

Sabía que no me gustaría oírlo

—Si lo vuelves a mencionar, te mato. —lo desviví con la mirada y me levanté para dirigirme al baño

—¡Si, señora! —hizo una pose de soldado y solo lo ignore porque si no lo hacía, lo golpearía para que ya madurara un poco— Espera...¿No que no podías caminar?

Un amor. Dos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora