Dieciocho días.

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Todo era culpa de Snape.

Había dejado un trabajo de pociones que involucraba a Gryffindor y a Slytherin, tenían que hacer equipo con alguien de la otra casa.
Cuando Hermione se quejó involuntariamente en voz alta por esto, Snape decidió que los equipos serían de tres personas. Miró a la chica despeinada con una cara de fastidio y lanzó un gruñido.

—Usted hará equipo con Blaise Zabini y con Draco Malfoy, Granger. Espero que le agrade este acomodo, y si no es así, bien puede plantearse irse de mi clase.

—Está bien, profesor —contestó ella con voz neutra.

Entonces los tres estaban estudiando en el aula de prefectos, a petición de los Slytherin, que dijeron que la biblioteca era demasiada silenciosa. Cuando Hermione les dijo que silencio era lo que necesitaban para hacer la tarea, se burlaron de ella.

Lograron permanecer así, concentrados en su lectura, por cinco minutos. Eso fue mucho más de lo que Draco hubiera esperado, conociendo a Blaise.

—Oye, Granger —le dijo Blaise—. ¿Tienes novio?

—¿Cómo dices? —le preguntó Hermione.

—Te pregunté si tenías novio.

Ella miró al moreno y luego desvió su vista al rubio por un momento.

—No… es decir, sí.

—¿De verdad?

—Sí —le contestó con duda—. Pero vamos a concentrarnos en la tarea, creo que deberíamos traer más libros de…

—¿Cómo se llama?

Ella se sonrojó levemente, pero no se amedrentó.

—Eso no te importa. Pongámonos a estudiar.

—Sí, ajá. ¿Es de Hogwarts? Me refiero a tu novio.

—Mira, Zabini, ya te dije que…

—Disculpa mi curiosidad, es solo que tengo un amigo al que le gustas.

Ella frunció el ceño.

—¿Un amigo?

—Sí, y está con nosotros en este momento.
Hermione sintió que su corazón se paraba. Volteó a ver a Draco, sus ojos grises la veían con burla y diversión. Ella se levantó, sin saber qué hacer, pero el moreno hizo lo mismo para luego jalarla del brazo y obligarla a sentarse muy cerca de Draco.

—¿Qué haces?

Blaise se giró y se dirigió hacia la puerta.

—Le ayudo a Draco a confesarse, porque es medio tímido y muy idiota. Trátalo bien, Granger.

—¡Zabini!

Hermione le gritó, sin levantarse del suelo, pero este ya había salido del aula. Lo escuchó lanzarle un hechizo a la puerta y confirmó que los había dejado encerrados.
Ella volteó a ver a Draco y se sonrojó inmediatamente por la forma en que la veía, no estaba acostumbrada todavía a esas miradas, aunque le encantaban. El color rojo se fue rápido, mientras ella compartía una gran sonrisa con el rubio.

—¿Qué fue todo eso? —le preguntó ella.

—Ya sabes, mi amigo queriendo ayudarme a conseguir novia.

—No fue de mucha ayuda, la verdad. No le sale bien el papel de San Valentín.

Draco se le acercó más, hasta que la mitad izquierda de su cuerpo rozó con ella.

—¿Segura? Estamos aquí encerrados, los dos solos… Para mí, sí fue un buen plan.

Ella ladeó su cara, hasta que lo tuvo de frente. Hizo un gran esfuerzo para no besarlo todavía.

—No pensé que le contarías a Zabini de lo nuestro, como me pediste que lleváramos esto con discreción…

—Sí, bueno, no le dije la verdad a Blaise, primero quería hablar contigo, porque decidí que quiero mandar toda esa discreción al diablo. Ya no quiero tener que escondernos, Hermione.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—Que quiero poder caminar de la mano con mi novia cada vez que se me dé la maldita gana, y quiero besarla y abrazarla y no tener que fingir que no me importa cada vez que escucho a algún imbécil decir que eres bonita y sexy.

Hermione no pensaba que nadie la considerara sexy, además de su novio. No pensó mucho en eso y en su lugar le sonrió a Draco mientras dejaba una mano en su pecho.

—Cuando me pediste que fuera tu novia con la condición de que mantuviéramos las cosas en secreto, pensé que cambiarías de opinión en unos meses. Pero me sorprendiste, apenas llevamos, ¿qué? ¿Dos semanas saliendo?

—Dieciocho días. Y no me veas así, es obvio que los estoy contando, si nos hemos visto dos veces en ese tiempo.

—¿Solo dos veces? No me había dado cuenta.

Draco abrió la boca y negó, el tono de voz de su novia le dijo mucho.

—Lo hiciste a propósito, ¿verdad? Todas las excusas que ponías en los pergaminos para no verme, lo hiciste para que yo te extrañara.

Hermione podía notar algo de molestia en la oración, sabía que a él no le gustaba que lo manipularan. Aunque en defensa de la Gryffindor, ella también lo había extrañado mucho. Le puso una mano en la mejilla y usó la mejor arma que había descubierto para evitar las peleas con su novio.

—Como yo lo veo, Draco, bien podemos perder el tiempo y ponernos a hablar de lo que supuestamente hice, o podemos aprovechar que estamos solos en esta aula —se le acercó hasta que le dio con su aliento en los labios—. Tú decides.

El rubio respiró profundamente, sabiendo que cedería. Siempre cedía cuando se trataba de ella. Pero como seguía sintiéndose algo molesto por ser tan fácil de manipular, se tardó cinco largos segundos en acercarse y besarla.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora