Quítate la blusa, Granger.

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Draco observa profundamente a Hermione, pero no se deja engañar por el sonrojo en su cara. Tampoco por su respiración irregular, o sus ojos esquivos que se niegan a corresponderle la mirada. Casi no reconoce a la chica despeinada que tiene enfrente; en ese momento no parece muy valiente.

—Quítatela.

Hermione abre la boca, pero no dice nada.

—Quítate la blusa, Granger.

Ella por fin levanta los ojos y le da una pequeña mirada de advertencia. Draco la ignora por completo y se cruza de brazos mientras le repite la misma oración.

—Quítate la…

—No.

Esa respuesta negativa no le gusta a Draco, pues sale en forma de susurro, en forma de miedo. A él no le gusta verla así. Las veces que ella se ha mostrado tan débil son contadas, según recuerda el rubio, y él ha odiado todas y cada una de ellas, porque le recuerdan lo que pasó en su mansión cuando Bellatrix la torturó hace casi un año. Sacude la cabeza para alejar estos pensamientos y da un paso al frente.

—Si no te quitas la blusa, lo haré yo.

Un segundo de duda por parte de Hermione. No cree que sea capaz de llegar tan lejos, ¿o si? Trata de evitar el temblor en su voz cuando le responde.

—No lo harías.

—Claro que sí. Por última vez, Granger, quítatela.

—No es necesario… Por favor déjame ir, Malfoy.

Los ojos de Draco se hacen más oscuros cuando ella se lo pide así, porque nunca jamás Hermione Granger le ha pedido algo “por favor”. Quizá eso es lo que termina por hartarlo, porque un segundo después ya le está gritando.

—¡Quítate la maldita blusa, Hermione!

El cuerpo de la Gryffindor tiembla con el grito y sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas. Draco aprieta sus puños, igual que sus labios, igual que todos los músculos de su cuerpo, porque no estaba dentro de sus planes hacerla llorar.

Entonces Hermione levanta sus manos y los lleva a los botones de su blusa, sabiendo que no tiene escapatoria esa vez. Cuando logra desabrochar el primer botón luego de varios intentos fallidos, la primera lágrima resbala por su mejilla izquierda. Para cuando termina, tiene la cara empapada.

Ella desliza la blusa por sus hombros y la deja caer al piso, sin más. No levanta la mirada, no puede hacerlo, porque se encontrará con unos ojos grises que no quiere enfrentar. Los mismos que recorren su torso semidesnudo. Los mismos que han soñado muchas veces con la escena que tienen enfrente, pero que ahora que esa escena está pasando en la realidad, lo único que no están mirando son los pechos de Hermione, cubiertos por un delicado sostén blanco.

—¿Desde cuándo?

—Malfoy…

—¿Desde cuándo ese hijo de puta te golpea?

Silencio.

—¿Desde cuándo? —repite, pero lo hace un poco más suave.

—Eso… ¿Eso importa? —La voz de Hermione sale quebrada y en un susurro. Ella sigue sin voltearlo a ver a los ojos.
—Sí importa. Quiero saber desde cuando está pasando, para saber cuánto tiempo le permití hacerte esto.

Por supuesto que Draco se ve muy enojado en ese momento, pero Hermione nota otro sentimiento en su cara; culpabilidad. Como si eso fuera posible, como si no fuera ella la única culpable por permitir el primer golpe, luego el segundo y luego todos los demás.

—Tú no dejaste que esto pasara. Yo lo hice.

El rubio recoge su blusa del piso y se la coloca en los hombros, luego le levanta la cara haciendo que esos ojos cafés lo miren por fin. Lo que se encuentra en ellos en vergüenza, dolor y miedo.

—No, yo lo hice. Hace meses cuando no me atreví a decirte que me había enamorado, porque pensé que sería malo para ti, cuando dejé que ese Weasley te pidiera ser su novia, porque pensé que eso sería lo mejor. Cuando lo escuché gritarte y vi que tú estabas bien con eso y creí que era normal porque todas las parejas pelean. Cuando…

—Es suficiente, tú no tienes la culpa de nada.

—No estoy de acuerdo —contesta Draco alejándose de ella—. ¿Estarás bien si te dejo sola un rato? Tengo que partirle la cara a alguien.

—No, tú no tienes que partirle la cara a nadie. Yo voy a solucionar esto, yo…

Pero ya es muy tarde, el rubio ya salió de la sala de menesteres. Cuando Hermione reacciona y quiere abrir la puerta, esta no funciona, es como si la sala quisiera que ella se quedara dentro. Y puede que así sea.
Hermione no sabe qué hacer, no tiene su varita consigo, así que llora y se deja caer al piso. ¿Llora de alivio porque por fin se acabará su tormento? ¿Llora de vergüenza, porque dejó que alguien le hiciera tanto daño por tantos meses? ¿O se alegra de que alguien vaya a darle su merecido al cabrón al que hasta esa mañana llamaba novio?

Mientras las lágrimas caen, no puede evitar una mínima sonrisa de ironía cuando recuerda todo lo que Draco le dijo acerca de él estando enamorado de ella. Luego llora amargamente otra vez, porque recuerda como solo le dijo que sí a Ron precisamente para olvidarse de cómo le estaba empezando a gustar Draco Malfoy. Quizá si se hubieran dado la oportunidad, quizá si no hubiera pensado que estaba loca cuando empezó a parecerle guapo ese Slytherin...

Ahora ya no importa, pero en ese entonces ta se sentía rota. No sabía que después de la guerra cierto rubio se sentía igual, y que quizá no ea tarde para reunir los pedazos de cada uno, juntos.
***
Notita: No pretendo decir que esta bien que Hermione o Draco se sientan culpables por la situacion. La culpa siempre será del agresor o agresora. Y esto es solo ficción.

Cuántos se sorprendieron por el rumbo de este O.S. 🫣

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora