CAPITULO CINCO

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Hermione sabía que sus mejillas estaban sonrojadas cuando entró a la casa y fue recibida por el mayordomo. Esperaba que él considerara que su coloración era consecuencia del frío y húmedo aire mañanero, siendo que no eran ni las nueve de la mañana aún.

Entregó su sombrero y los guantes y procedió al piso superior hacia la sala de desayunos por huevos y café, los cuales necesitaba desesperadamente para devolverse a la realidad luego de la seducción de ensueño en el carruaje del Mr. Malfoy. Había sido todo lo que había querido y más.

Apenas podía entender todo lo que había aprendido sobre él en el río, y todo lo que le había revelado, mucho menos lo que había ocurrido entre ellos en el viaje de regreso. Hermione había estado salvajemente atraída hacia él desde el primer momento en que la levantó en sus brazos y la cargó hacia su casa. Verlo remar el bote a gran velocidad contra la corriente del río había sólo agregado calor a la llama, y el apasionado beso en el carruaje le había sellado el destino.

Seguramente sería imposible resistir una relación amorosa a gran escala, y para su completo deleite, él le había expresado un deseo similar. Expresado con su cuerpo. Le había reconocido la excitación porque había sido encantadoramente agresivo, respirando fuerte, y tocándola hambrientamente con esas grandes, seguras manos.

Que el cielo la ayudara, ¿qué debería esperar esta noche cuando lo encontrara en el hotel? Si no perdía el coraje antes de eso y cambiaba de idea completamente.

Hermione llegó al final de las escaleras y respiró la esencia del jamón ahumado con miel y el café. Luego de su emocionante paseo en bote por el río, se encontraba hambrienta.

-Buenos días -dijo Jean mientras Hermione entraba y se servía una taza de café.

Su madre no había tenido noción de que Hermione se había aventurado a salir a las seis en punto para encontrarse con un amante potencial, así que Hermione se sirvió un plato de huevos y jamón y se sentó como si nada.

-¿Cuáles son tus planes para hoy? -preguntó Jean mientras bajaba el periódico y lo colocaba sobre el mantel blanco.

-Nada.

-¿No mencionaste que podríamos ir a caminar en el parque? Me gustaría hacer algo que no involucre multitudes o compras.

Hermione bajó su taza de café.

-Oh sí. Aunque Hyde Park no es el mejor lugar para ir si deseas evitar una multitud en una soleada tarde.

-Toleraré a la muchedumbre a cambio del pasto verde, las aves, y los árboles - respondió Jean. -¿Dos en punto, no dijiste?

En efecto, Hermione había sido muy porfiada con esa hora del día en particular, habiendo esperado poder atraer al Dr. Weasley para que se les uniera. Pero desde la discusión en su oficina el día anterior, la urgencia de llevar a su madre al parque había disminuido con las noticias de que el Dr. Weasley estaba involucrado con otra mujer ahora.

-¿Qué tal un museo o galería de arte esta tarde? -sugirió Hermione. -Me atrevería a decir que va a llover.

El cielo estaba brillantemente azul, sin embargo, y las aves cantaban.

-No seas tonta -dijo Jean. -Es un día glorioso y quiero caminar en el parque y darle vueltas a nuestras sombrillas. Te ves muy atractiva con tu traje para caminar color lavanda, querida. ¿Por qué no usas ese?

Hermione se dio cuenta de que su madre había venido a Londres con altas esperanzas de que su hija pudiera al menos encontrar a un apuesto caballero digno de robarse su corazón. Así que... Jean estaba haciendo de Cupido también, aunque aparentemente aún no había identificado a un candidato apropiado.

Seducido en el ocaso - ADAPTACIÓN DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora