CAPITULO DIEZ

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Mujeres.

Draco se pasó una mano por el cabello mientras veía al carruaje separarse de la banqueta. Lady Hermione no miró hacia atrás, y se preguntaba qué demonios había estado pensando en los establos. Había admitido estar celoso de que hubiese bailado con otros hombres. Y no era todo.

Debió haber mantenido su gran bocaza cerrada acerca de sus estrategias de emparejamiento en vez de criticarla abiertamente y dejar entrever el hecho de que él no tenía inclinaciones románticas para nada. Efectivamente le había recordado que esto era una relación sexual temporal, y no había peligro de que su corazón se viera involucrado porque no era lo que quería.

Aun así, esa aseveración en particular le causó algo de angustia ahí en la acera mientras veía al carruaje alejarse, estaba completamente inquieto y molesto consigo mismo. ¿Debería ir tras ella y disculparse? ¿Suavizaría eso las cosas?

Diablos, sabía mejor que nadie sobre discutir con mujeres acerca de asuntos del corazón. Era una batalla perdida siempre. Manos en las caderas, caminó de atrás para adelante por un momento, entonces trató de alejar la discusión de su mente mientras subía los escalones. Entró a la casa por la puerta frontal, pero se detuvo en la entrada cuando cruzó miradas con su madre, quien apareció afuera del salón.

—¿Quién era esa mujer de ahora? —preguntó, pareciendo molesta.

—Nadie —respondió, y comenzó a subir las escaleras.

—Espera. Quiero hablar contigo.

Se detuvo con una mano en el poste de la escalera.

—¿Acerca de qué?

Su madre sonó la garganta.

—Ven al salón donde podemos hablar en privado.

Con una fuerte exhalación, la siguió hacia el cuarto de en frente y la vio cerrar la puerta.

—Siéntate —dijo ella, descorchando la licorera y sirviéndole una copa de brandy. Aceptó el trago, pero dijo:

—Prefiero estar de pie.

—Bien —se movió hacia el sofá y se sentó. —Te vi justo ahora, saliendo de los establos, medio desnudo.

—Estaba entrenando —ella ya sabía que tenía un saco de boxeo en uno de los compartimientos.

—¿Con una mujer?

La miró atentamente, tomó un sorbo de brandy, e hizo una mueca mientras se le deslizaba calientemente por la garganta.

—Eso no es de tu incumbencia —se dio cuenta de que era la segunda vez en veinte minutos que le había dicho palabras similares a una mujer.

—Por el contrario —respondió su madre, —es muy de mi incumbencia cuando estas llevando a cabo un tórrido amorío con la hija de un duque. No me mires de esa manera, como si te hubiese estado espiando. El blasón de los Potter era más que visible, estampado a un costado del carruaje para que todo el mundo lo viera. Estuvo aparcado en el frente por bastante tiempo. Era Lady Hermione, ¿no? ¿La mujer que requirió tu asistencia después de que su cartera fuese robada? Oh sí, sé quién es. Es una mujer atractiva, el tipo que siempre has admirado, alta, castaña con luces pelirrojas*, pero no es para ti, Draco. Seguramente ya sabes eso.

—No sé tal cosa —terminó su bebida e irritablemente bajó la copa.

—No seas un tonto. Estás aquí sólo por el verano, y no eres parte de su mundo. Además, es una solterona, estoy segura de que lo sabes, y me atrevo a decir que está colgando de su respetabilidad por sólo un hilo.

Seducido en el ocaso - ADAPTACIÓN DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora