CAPITULO QUINCE

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Después de la cena, cuando las damas se retiraron a la sala de estar, los hombres se quedaron en la mesa a fumar cigarrillos y compartir algo de excelente brandy en una brillante jarra de vidrio, la cual fue traída a la mesa por un sirviente vestido con una vestimenta formal de blanco y negro.

El duque fue el primero en cortar el final de su puro y encenderlo. Pronto todos estaban recostados en las sillas en un silencio notorio.

—¿Estoy a punto de ser interrogado? —preguntó Draco, inclinándose hacia adelante para golpear las cenizas de su puro en una bandeja de plata-dorada.

—Demonios, por supuesto —respondió Lord Blaise. —Escuchamos todo sobre tu galante rescate de la cartera de nuestra hermana, pero aún tenemos que oír los detalles sangrientos. ¿Cuán duro golpeaste realmente a la sabandija? ¿Rompiste algo? ¿Una nariz? ¿Una mandíbula quizá?

El duque rió entre dientes y sacudió la cabeza.

—Blaise, no tienes vergüenza.

—Nunca tengo, y no me disculpo. Vamos, hermano, no mientan. Saben que quieren oír sobre eso.

—Habla por ti —dijo Neville. —Estoy seguro que Mr. Malfoy no desea profundizar en eso, y ciertamente no en la mesa.

—Las damas están ausentes —dijo Blaise. —¿Qué podría lastimar?

Draco observó al duque quien se sentaba relajadamente en su silla con una pierna cruzada sobre la otra. Él y Lord Blaise compartían apariencias similares. Ambos tenían el pelo negro azabache y una estatura física dominante. De hecho podrían ser gemelos.

El duque movió un hombro como para sugerirle a Draco que podía hablar tan libremente como desease.

—No rompí nada —explicó Draco, —pero el canalla quedó frío por unos buenos veinte minutos.

—Una contusión, entonces —dijo Blaise.

—Sin duda —respondió Draco.

Blaise tomó una calada profunda de su puro, luego se echó hacia adelante para golpear las cenizas en la bandeja.

—La violencia es una cosa temida, pero cuando eres un ladrón de carteras, te ganas tu turno.

—Hermione mencionó —dijo Neville, —que era un apostador que le debía dinero a la gente equivocada.

—Eso es lo que el oficial confirmó —dijo Draco. El duque también echó las cenizas en la bandeja.

—Por favor permítanos agradecerle, Mr. Malfoy, por ir en rescate de nuestra hermana. Ella significa mucho para nosotros.

—Naturalmente —respondió Draco.

—Así que no necesito recordarte que no deseamos verla lastimada. No estoy seguro de qué sabes, pero ha pasado por algunos tiempos difíciles en su vida.

—Por compasión, Harry —dijo Blaise. —Dale espacio al hombre para respirar. Hermione es una mujer grandecita. Se puede cuidar por sí misma.

Ahí estaba. La implicación fue clara. Todos sabían que él y Hermione estaban envueltos en más que sólo una relación cortés, aunque sospechaba que podrían quedar sorprendidos si conocían la verdad completa. O quizá no. Lord Blaise ciertamente parecía un hombre del tipo liberal. Pero aun así, Hermione era su hermana.

Nadie dijo nada por un largo rato. Entonces Harry cambió el tópico.

—Pensamos en ir cabalgando a la casa del lago mañana —dijo, —y hacer algo de pesca. Las damas se nos unirán para el almuerzo. ¿Cabalga, Mr. Malfoy?

Seducido en el ocaso - ADAPTACIÓN DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora