CAPITULO DOCE

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Hermione se agarró de los costados del bote y luchó para mantener la evidencia de su sobresalto al mínimo. Draco -su amante de fantasía perfecto- ¿había matado a un hombre?

Tragando incómodamente, dijo:

—Había un misterio alrededor de tu desaparición cuando te fuiste. ¿Fue por esto? ¿Alguien supo lo que ocurrió?

—Muy poca gente. Un amigo cercano a quien le confío mi vida, el hombre que posee esta propiedad. Era mi entrenador. Mi madre también sabía, y Mrs. Prewett, el ama de llaves.

—¿Por qué te fuiste? —preguntó Hermione. —¿Había una orden para arrestarte?

¿Era un asesino? Tenía curiosidad, pero no se atrevía a hacer tal pregunta.

—Me interrogaron en su momento —explicó, —y fue considerado como una muerte accidental. No hicieron ningún cargo. Creo que mis conexiones como el sobrino del Conde Black tomaron parte en eso, aunque ciertamente no traté de usarlas. Mi madre lo hizo, sin embargo, lo cual enterró el escándalo, pero también profundizaron la brecha entre nosotros, porque no quería su ayuda. Específicamente le pedí que se quedara fuera de eso.

—¿Sientes que debiste pagar un precio por lo que hiciste? —preguntó Hermione.

—¿Incluso aunque fue considerado como accidental?

—La definición de accidental puede ser turbia algunas veces.

Hermione inclinó la cabeza hacia el lado. Le estudió la expresión en la luz de la temprana mañana y quiso bastante poder entenderlo.

—¿Qué ocurrió exactamente?

Continuó remando sin interrupciones para recuperar su posición, mientras cada músculo se tensaba con cada larga brazada.

—Estaba borracho una noche después de una pelea premiada, y tenía los bolsillos llenos de monedas para gastar. Estaba mezclado con una pandilla de mala fama en esos tiempos y haciendo mi camino a través de Whitechapel cuando escuché a un hombre y una mujer gritándose el uno al otro.

—Miré hacia una baranda en un segundo piso donde el hombre estaba empujando a la mujer alrededor. Ella tenía un bebé en los brazos. Me monté sobre un barril y de alguna manera me encontré en el rellano. Había dos niños pequeños dentro del apartamento, escondiéndose bajo la mesa, temblando y pareciendo aterrorizados. La mujer obviamente había recibido ya un par de palizas. Algo más que eso, no recuerdo mucho. Los destalles son confusos, pero recuerdo cómo detestaba a ese hombre por no alegrarse con lo que tenía, esposa e hijos, cuando yo había perdido los míos.

—Pudo haberme lanzado un puñetazo. No lo sé. Así que no puedo decir si fue en defensa propia o no. Todo lo que sé es que lo golpeé y lo maté, justo ahí frente a sus hijos. Entonces su esposa casi me saca los ojos. "Pudo haber sido un bruto", me decía, "pero traía a casa un buen salario de los astilleros". Le di todo el dinero que tenía en los bolsillos esa noche, le di más luego cuando no presentaron cargos. Todavía le envío dinero hasta la fecha, todo el camino desde Norte América. Y continuaré haciéndolo.

—Pero claramente fue accidental —dijo Hermione. —Sólo intentabas ayudar.

Él encogió los hombros.

—Quizás. Todo lo que sé es que cuando oí al bebe llorar en los brazos de la madre, todo en lo que podía pensar era en Astoria y cómo no era justo. Fue pura rabia esa noche. Pero me forzó, hasta el día de hoy, a aprender a ventilar mi ira con un saco de arena, en vez de un hombre.

—Excepto por el día en que rescataste mi cartera de ese ladrón.

—Tiene suerte de estar vivo —dijo Draco. —Fue un buen recordatorio.

Seducido en el ocaso - ADAPTACIÓN DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora