CAPITULO CATORCE

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Mr. Malfoy tenía previsto llegar en el tren de las cinco en punto de Londres. Un carruaje ya había sido enviado a buscarlo, y Hermione parecía no poder relajarse. Habían pasado cinco días ya desde que fue con él a remar en el Támesis. No le había visto o hablado desde esa vez, pero había estado en sus pensamientos en un grado alarmante. A veces estaba invadida completamente por una inundación de alegría y expectación, no podía esperar a estar sola con él de nuevo -para tocarlo, y ser tocada. Quería mostrarle la propiedad y presentarlo a todos los miembros de la familia- sus hermanos y cuñadas, todos sus sobrinos y sobrinas. Quería disfrutar el ambiente del condado con él, y más importante, estaba a la espera de placenteros y discretos encuentros amorosos en la noche.

Otras veces, sin embargo, se preocupaba por la intensidad de sus emociones, este perverso amorío había obviamente ido más allá de lo físico. Toda la evidencia estaba ahí. Lo añoraba constantemente y soñaba que cambiase de idea acerca de retornar a Norte América. La noche anterior incluso se imaginó lo que debería decir si él le decía que no podía vivir sin ella, le rogaba volverse su esposa y cruzar juntos el Atlántico.

¿Aceptaría? ¿Se convertiría en una mujer casada, dejando su hogar por una vida nueva en un mundo del que no conocía nada?

Claramente su corazón, en todas sus melladas y rotas partes, se había involucrado profundamente, estaba soñando con su propio felices por siempre y temía que todos lo supieran.

Hermione brincó cuando su cuñada entró a la sala de estar y dijo:

—Debería estar aquí en cualquier momento. ¿Estás lista?

Hermione se volvió de la ventana y se colocó una mano sobre el corazón.

—Oh, Lavender. Me asustaste.

—Me disculpo —respondió Lavender. —No era mi intención —se acercó. —Todos estamos entusiasmados por conocer a Mr. Malfoy.

—Lo sé, y aprecio su apoyo.

Lavender la observó por un momento.

—Algo anda mal —dijo. —Lo puedo ver en tus ojos. Parecías tan feliz ayer, pero ahora es como si el sol se moviese detrás de una nube. ¿Cambiaste de parecer acerca de él?

Todos sabían cómo Hermione había conocido a Mr. Malfoy, cómo la había rescatado del peligro en las manos de un ladrón de carteras. Lavender también sabía que Hermione había ido a remar con él un par de veces al amanecer, pero nadie conocía la verdadera naturaleza de su relación, que ya había ido bien más allá de los límites de lo que podría ser considerado apropiado. Era inequívocamente escandaloso.

Hermione se mantuvo en la ventana.

—No, no he cambiado de idea, y ese es el problema. Sólo está aquí por el verano, y lo he sabido todo el tiempo. Estaba determinada a proteger mi corazón y mantener una distancia emocional, pero parece que he caído de cabeza en un océano de sueños románticos. No puedo parar de pensar en él, y estoy asustada de... —¿De qué estoy asustada exactamente?

Hermione se hizo esa pregunta una y otra vez.

¿Había, a pesar de todas sus mejores intenciones, caído enamorada?

—No es mi tipo para nada —argumentó. —Espera a que lo veas. Es tosco y reticente. Nunca alegre. Cuando habla, su voz es bastante ronca —aun así para ella era como suave terciopelo negro por toda su piel. —Quizás a ti y al resto de la familia no les gustará para nada. No sé por qué lo hago. Realmente no debería.

Lavender sonrió simpáticamente.

—Nos gustará perfectamente bien, porque vino a tu rescate cuando estabas en peligro, y porque estamos agradecidos. Por lo demás, lo único que importa es que eres feliz. Si te hace feliz entonces disfruta los próximos días. El resto se resolverá solo.

Seducido en el ocaso - ADAPTACIÓN DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora