Lo había intentado. Realmente lo había hecho. Draco había considerado los riesgos de una relación de verano con Lady Hermione -la bella, apasionada, romántica hija de un duque- y por cinco días seguidos, había luchado contra la urgencia de contactarla. Al final, no pudo aguantarlo más. El pensamiento de no pasar el verano completo con ella lo volvía loco de frustración. Decidió que sería lo mejor dejar que este asunto siguiera su curso. Algunas veces lo prohibido se volvía deseado, y lo que él realmente esperaba era un disfrutable amorío que terminase amigablemente para ambos. Se despedirían como amigos, sintiéndose satisfechos con el tiempo que habían pasado juntos, y se recordarían el uno al otro con cariño.
No estaba seguro aún de si eso era posible, sentía, que con la gran emoción, esto podría resultar ser el peor tipo de relación apasionada y turbulenta, de la clase que terminaba en lágrimas y odio. Era posible que Hermione pudiese mostrar sus verdaderos colores muy pronto y convertirse en la clase de mujer que evadía, posesiva, demandante, y celosa. Pero nada de eso importaba ahora, no estaba listo aún para dejarla ir.
Aunque lo había intentado.
Eran casi las 6:15 am cuando la puerta frontal de Potter House se abrió y ella bajó los escalones.
Su alivio fue inmenso, y el pulso se le aceleró con la visión de ella en ese ajustado vestido verde pino para caminar y atractivo sombrero de paja.
Se deslizó sobre el asiento y le abrió la puerta. Ella se montó y se sentó a su lado, su cuerpo se volvió en un leve ángulo hacia él mientras se quitaba los guantes.
—Estaba sorprendida de recibir tu invitación —dijo, colocándose los guantes sobre el regazo. —Pensé que quizá ya habíamos terminado. Después de la manera en que me comporté el otro día...
—¿La manera en que tú te comportaste? —sacudió la cabeza para objetar. —No hiciste nada malo. Fui yo quien fue irrazonable. Descarté tus sentimientos y realicé un juicio cuando conocía pocos detalles de la situación. No puedo culparte por alejarte de mí, y lo lamento.
Las mejillas se le sonrojaron y sus ojos brillaron con alegría.
—Gracias, pero no es necesaria una disculpa. Estoy tan agradecida de que me invitaras a acompañarte esta mañana. Te extrañé.
Las palabras fueron tiernas y sentimentales, y él fue tan conmovido como desconcertado por ellas.
—Yo también te extrañé. —¿Realmente había, él, dicho eso?
Lo próximo que supo, era que se estaba inclinando más cerca y presionando su boca contra la de ella, agarrándola fuerte mientras el carruaje retumbaba sobre los adoquines de la ciudad y su cuerpo resonaba con deseo.
—No quiero pelear contigo —dijo sin aliento, sentándose de nuevo. —Estás aquí por tan poco tiempo. Parte de mí quiere sacar lo máximo de eso y estar feliz y sonriente todo el tiempo, pero otra parte sabe que eso sería superficial, y no quiero eso tampoco.
—Ni yo —¿Qué demonios acababa, él, de decir?
—Entiendo —continuó: —Si no quieres aventurarte en la sociedad, y difícilmente pueda culparte. Todo ese tonto chismorreo me vuelve loca algunas veces, así que no te presionaré para que me lleves a algún lugar. Estaré contenta de proceder como acordamos inicialmente, y nos veremos sólo en privado.
—Estoy feliz de oírlo, Hermione.
La tomó de la mano, y ninguno dijo nada más por el resto del viaje.
***
Esa mañana era húmeda y tibia, así que Hermione decidió dejar sus guantes y sombrero en el carruaje.
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Seducido en el ocaso - ADAPTACIÓN DRAMIONE
Historical FictionAlgunas veces, quien busca pareja para otros encuentra su propio amor... Lady Hermione Granger ha renunciado desde hace tiempo a sus sueños de felices por siempre. Años atrás, un trágico accidente cobró la vida de su amado prometido, pero de alguna...