❝ soy un tonto por ti, roier❞
Cellbit Lange era el típico chico malo, popular y arrogante. Sin embargo, todo lo que conformaba ser él, se fue rodando por el borde del abismo al ver por primera vez al chico nuevo, el recién transferido de Mexico y qu...
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El clima de aquella tarde favorecía para la ocasión. Cellbit decidió llevar a roier una vez más, en su motocicleta, dándole el casco para que este pudiera protegerse en cualquier caso.
El pelinegro no podía borrar la sonrisa que tenía plasmada en su rostro jamás pensó que no podía sentirse así de feliz.
Roier simplemente se abrazó a él, rodeando su torso y observando como todo a su alrededor parecía quedarse quieto ante la rapidez en la que Lange manejaba. Nunca antes se había subido a un vehículo individual como ese, pero la sensación era tan fresca y le hacía sentir tan libre que poco a poco empezaba a gustarle.
Unos minutos más faltaron y cellbit logro estacionar la moto frente a un pequeño local de heladería. Hace poco había ingresado y tanto la atención como la calidad del producto fueron buenas.
‒Llegamos‒ hablo con suavidad, esperando a que roier bajara primero.
El pelinegro se sacó el casco y murmurando un gracias se volvió a entregar a cellbit, quien quedo embobado al ver la carita preciosa que roier poseía.
De Luque decidió no usar lentes, después de todo no eran tan necesarias ahora que no había clases de por medio.
‒ ¿Cellbit?‒ pregunto, topando su mirada accidentalmente con la del castaño se avergonzó al darse cuenta de que estaba observándolo fijamente.
‒Cellbit‒volvió a pronunciar, tocando levemente su hombro.
‒Uh, yo...‒rápidamente parpadeo y moviéndose con nerviosismo, logro caerse de la motocicleta de la que no se había tomado la molestia de levantarse.
‒ ¡Dios! ¿Estás bien?‒pregunto con preocupación. Yendo hasta su lado y poniéndose de cunclillas.
‒S-sí, estoy bien, estoy bien‒ fue lo único que pudo responder al sentir a roier demasiado cerca de él. No podía evitarlo, el pelinegro lograba descolocarlo por completo.‒Ah, soy un tonto. ¿Verdad?
‒Claro que no‒negó levemente con la cabeza, un acto completamente tierno para el pelinegro.
¿Podía derretirse ya?
Cellbit sentía el dulce perfume que emanaba roier, su angelical rostro estaba tan cerca que lo único que anhelaba era besarlo con lentitud y ternura.
Suspiro con profundidad logro sonreírle levemente, siendo correspondido de manera instante y algo apenada. Roier sintiendo la tensión, logro levantarse, acomodando su mochila y tomando cierta lejanía al fin. Cellbit volvió a bajar la mirada, tratando de calmar los leves nervios y no seguir comportando de manera tan rara.
‒Yo creo que eres muy lindo así‒ respondió con voz baja cuando cellbit se reincorporó a su lado, solo volvió a sonreírle.
‒Gra-cias‒ logro pronunciar y torpemente colgó el casco en el manubrio de la motocicleta‒ Mejor avancemos‒ rodeo la cintura de roier pero sin tocarla exactamente y con su otro brazo índico el lugar.