Hisae se niega a asistir al colegio de hechicería, Megumi es enviado por el director para convencerla. Sin embargo, Hisae se niega rotundamente debido a la oposición de su abuelo. A pesar de esto, Megumi y Hisae se hacen amigos cercanos mientras él...
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El día era lluvioso, desagradablemente oscuro, pero de todas maneras tenía clases. La Academia de Señoritas Dragón Dorado era bastante estricta con el tema de las faltas y el abuelo Kuroyama no iba a permitir que su nieta rompiera su perfecta asistencia.
—¡Adiós abuelo! —el hombre, ya bastante mayor, se despidió desde la ventana de la sala.
Hisae traía consigo una sombrilla amarilla que la cubría de la lluvia, no podía oír ni sus propios pasos por la lluvia, pero sabía que estaban ahí, viéndola expectantes, preparados para ir en contra de ella. Eran un tipo de espectros pequeños, quizás no habría más daño que el psicológico, pero ella los ignoraba, si nadie los veía ella tampoco lo haría. No estaba loca.
—¡Kuro-chan! —alzó la vista, divisando a una pelinegra muy contenta. —Qué día.
—Lo sé, quisiera seguir en casa dormida.
—No creo que te pierdas la práctica del club hoy. —dijo emocionada. —La competencia es en solo un par de días, me estoy muriendo de los nervios.
—Estarás bien Aiko, eres muy buena. —apoyó a la pelinegra.
—Hisae. —sonrió conmovida. —Tú prácticas jiu-jutsu prácticamente desde que naciste, no seas amable por cortesía. —volvió a decaer.
Así ambas amigas comenzaron su día de clases, si bien Hisae odiaba los días así valía la pena quedarse hasta tarde, cuando entró a la Academia fue directamente a inscribirse al club de Jiu-Jitsu, arte que había practicado desde que era una niña pequeña, siendo guiada por el abuelo Kuroyama.
El abuelo era muy reservado, nunca le contó mucho más de lo necesario, mamá había muerto por un accidente de tránsito, papá nunca estuvo en la vida de mamá y el abuelo tenía un dojo antes de que ella naciera, no habían más cosas que indagar, en específico porque él no quería.
—Tengo tanta hambre, espero que el almuerzo sea algo bueno hoy. —habló una de sus compañeras del club.
—Quizás hay postre. —dijo Aiko con emoción.
—El postre es el bombón de la entrada. —señaló sin vergüenza alguna por la ventana otra chica.
Ese fue el detonante para que todas se tiraran de sus asientos a mirar por la ventana, al ser una Academia solo para mujeres era muy difícil conseguir un chico lindo con el que salir, muchas se alborotaban en cuanto mencionaban a uno cerca.
