Hisae se niega a asistir al colegio de hechicería, Megumi es enviado por el director para convencerla. Sin embargo, Hisae se niega rotundamente debido a la oposición de su abuelo. A pesar de esto, Megumi y Hisae se hacen amigos cercanos mientras él...
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H I S A E
—¿Chicos? —abrí mis ojos de a poco, encontrando a mis amigos con heridas y sus uniformes casi rotos.
—Oh, regresaron, me alegra verlos. —Megumi se levantó, se encontraba mejor.
—¡Que susto, creíamos que se murieron! —el par nos miró preocupados, lo que aumentó, en especial de mi amiga al notar la gran herida en mi costado.
—¿Podrían dejar de gritar?, me duele la cabeza.
—¿Cómo pudieron dormirse así? con esa herida y un dedo de Sukuna en la mano... —se agachó examinando mi herida. —Es peligroso.
—¿Cómo saben lo del dedo? —ignoré el dolor, algo confundida.
—¿Esas son tus prioridades? —me regañó el pelinegro, con el ceño fruncido.
—No. —desvíe la mirada. —Deberíamos llamar a Nitta.
—Hay que volver por atención médica y sellar el dedo, se acercan espíritus malditos.
—¿Me lo puedo comer? —apreté los labios mientras miraba a Itadori, ¿Tenía hambre?
—Ni que fuera comida. —expresó con desagrado Nobara.
—Aún no sabemos cuántos dedos puedes tolerar. —explicó Fushiguro. —No te lo comas, te lo doy porque estás en mejores condiciones que nosotros. En serio. No te lo comas. —volvió a recalcar con seriedad.
Cuando lo iba a tomar una boca apareció en su mano, consumiendo el dedo en el proceso.
—¡Itadori! —me preocupé al verlo tener reacciones extrañas.
—¡Te dijo que no te lo comieras! —gritó Kugisaki.
—¿Se quejan conmigo? —miró su palma enojado. —¡Está vez no hiciste casi nada! —trató de hablar con Sukuna, sin respuesta alguna.
—¡Oigan ustedes cuatro! —unos gritos desde el puente llamaron nuestra atención. —¿Qué diablos hacían? —podía jurar que Nitta empezaría a soltar humo por la nariz del enojo. —¡No me llamaron! ¿En qué pensaban?