Hisae se niega a asistir al colegio de hechicería, Megumi es enviado por el director para convencerla. Sin embargo, Hisae se niega rotundamente debido a la oposición de su abuelo. A pesar de esto, Megumi y Hisae se hacen amigos cercanos mientras él...
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H I S A E
Las semanas habían pasado, y no había señal de mi abuelo, tampoco me despegué de Megumi o Nobara en todo este tiempo, él parecía afectado y lo entendía, éramos muy cercanos y yo tenía una maldición acechandome.
El evento contra los de Kioto estaba preparado para mañana. Todos esperaban con ansias el enfrentamiento, menos yo. Gojo había decidido que no participara. Según él, mi sobreexigencia para prepararme había debilitado mis defensas, permitiendo que la maldición me encontrara tan rápido. Era frustrante, pero sabía que tenía razón. Aun así, la idea de ser un lastre para el equipo me atormentaba.
—Lamento no ser de utilidad mañana. —todos los chicos se habían reunido en una clase conmigo, obviamente habían tenido que contarles toda la situación de porqué ya no iba a participar.
—No es tu culpa Kuro-chan. —Panda fue el primero en tratar de aliviar mi actitud.
—El próximo año estaré ansiosa por verte participar. —la de lentes me dio su apoyo a su manera.
—Hueva de abadejo.
Agradecía los intentos de los de segundo por hacerme sentir mejor, pero era Megumi quien no se había despegado de mí en todo este tiempo. Había sido mi pilar, mi mayor apoyo. Incluso ahora, mientras los demás hablaban, él se mantenía cerca, atento a cada señal de que algo pudiera estar mal.
—Hisae sabe que pronto encontraremos una solución. —dijo Megumi, su tono firme pero suave. Asentí, tratando de mantener la compostura, aunque dentro de mí se libraba una batalla entre la desesperación y el optimismo que me obligaba a sostener para no derrumbarme.
—Mañana vamos a dedicarte nuestra victoria. —Nobara tomó mis manos con su usual energía, y tras ella, Panda asentía frenéticamente, apoyando su promesa con una gran sonrisa.
—Espero que así sea. —respondí con una sonrisa forzada, pero genuina.
Aunque sabía que no iba a estar allí luchando con ellos, no podía evitar desear con todas mis fuerzas que ganaran. Sentí una mezcla de orgullo y tristeza; no podía pelear, pero al menos sabía que mi equipo lucharía por mí. No era suficiente para calmar las sombras que me acechaban, pero por ahora, era todo lo que podía pedir.
