Watch me

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"Ya quisieras, Snow."

Lo miraba con arrogancia y se creía muy dura al llamarlo por su apellido como siempre, pero Coryo sabía que todo esto era una fachada, él mismo podía ver sus rodillas temblar.

Coriolanus dejó escapar una pequeña risa para luego hablar cerca de sus labios. "Puedes seguir fingiendo si quieres, pero ¿te das cuenta que no has intentado alejarte de mi?"

Penelope abrió grande los ojos y rompió su cercanía rápidamente. "Eso no significa nada." Dijo aclarándose la garganta. "Te detesto."

"Es mutuo, cariño."

"Entonces renuncia a ser mi tutor, ¿qué motivo tienes siquiera para hacerlo? Sé que solo buscas molestarme." Reclamó.

"No todo tiene que ver contigo."

"Pero esto si, ¿o porqué más lo harías?" Cruzó los brazos sobre su pecho, intrigada.

Ella no tenía idea de los problemas de Coriolanus y él tampoco tenía interés en contárselos, no era de su confianza y no quería darle motivos para burlarse de él y mucho menos buscaría darle lastima. Pocas personas conocían la verdadera situación de la familia Snow y por lo rápido que volaban los chismes en el Capitolio no necesitaban que nadie más se enterara.

"Por más raro que te parezca el mundo no gira a tu alrededor, Penelope." Contestó listo para salir de la habitación. "Te veo mañana a las cuatro, y no faltes. No quieres saber que pasa si me desobedeces."

Quizás y solo tal vez en el fondo el estaba esperando que lo hiciera, así tendría un motivo para castigarla.

"Recuerdo haberte dicho antes que no te tengo miedo." Respondió ella desafiante.

"Deberías empezar a tenerlo." Dijo finalmente para salir de la sala.

Millones de ideas volaron por su mente, muchas maneras de enseñarle a no hablarle así. Pero no podría ejecutar ninguna, no debía ni siquiera pensar en eso. Ahora también sería su tutor y Strabo Plinth estaba confiando en él, no podía arruinarlo, no debía dejarse llevar.

Las primeras dos sesiones de tutoría habían sido un poco lo que esperaba, Penelope reusándose a prestar atención y Coriolanus perdiendo la paciencia. No sabía cuánto más iba a poder con esto, era muy lenta para aprender y siempre conseguía una forma de volar sus estribos. Además de que Coriolanus estaba teniendo ciertos problemas para no seguir sus impulsos y verla morder su labio al enfocarse en la clase no estaba siendo de ayuda. Para la tercera tutoría ya no tenía ganas de estar ahí, sabía que sería una tortura, estaba tan cerca y a la vez tan pero tan lejos de poder tocarla. Ya estaba perdiendo la cabeza.

Había intentado acostarse con otra chica la noche anterior buscando sacar las imágenes de Penelope de su mente, sin éxito alguno. Terminó follando mientras pensaba en ella. Estaba tan jodido. No sabía que sucedía con él.

Dio un fuerte suspiro antes de entrar a la biblioteca de la mansión, dónde estaban siendo sus clases particulares. No estaba listo, pero ya iba un minuto tarde. Al entrar se llevó la sorpresa de que estaba vacía, Penelope aún no había llegado. Coryo usó ese tiempo para ir preparando las cosas que necesitaba para la tutoría, dándole unos minutos para llegar.

Habían pasado ya treinta minutos y aún no había rastro de ella, Coriolanus se había comenzado a hartar, estaba siendo inmadura y jugando con su tiempo. Pensó en llamar a Ma Plinth o a Sejanus a ver si ellos podían ubicarla, pero justo en ese momento la vio cruzar por la puerta.

Coryo apretó su mandíbula viendo como se acercaba a la mesa como si nada, moviendo sus caderas y vistiendo una falda jodidamente corta. "¿Dónde te metiste?" Le preguntó molesto.

"No es de tu incumbencia." Contestó ella sin darle importancia.

Contrólate, Coryo. Respira. No hagas nada de lo que te arrepentirás en el futuro. Se dijo mentalmente a sí mismo.

"Si vas a faltar tienes que al menos avisarme." Intentó hablar con calma. "Así no pierdo el puto tiempo esperando por ti."

"No voy a avisarte nada."

Tranquilízate, no la escuches. Repitió en su mente.

"¿Podrías al menos dejar de actuar como una jodida niña malcriada?" Ya estaba perdiendo la paciencia.

"No tengo porqué hacerte caso, no eres mi dueño." Respondió ella mirándolo a los ojos.

A la mierda todo.

"Agotaste mi paciencia, Penelope." Coryo la tomó del cuello para acorralarla contra la mesa. "No te voy a permitir ni una más."

"¿Qué harás?" Preguntó ella apenas pudiendo hablar por la presión en su cuello.

"Vas a aprender a obedecerme." Contestó él con voz firme. "Voltéate."

Coriolanus se separó de ella dejándola mover su propio cuerpo, la vio suspirar y obedecer su orden por primera vez sin quejarse. Él la empujó para que su pecho quedara pegado a la mesa, su falda subiéndose con el movimiento, así que él aprovechó para subirla por completo dejando sus redondas nalgas expuestas. Las tomó en sus manos dándoles un fuerte apretón, a lo que ella soltó un suave gemido.

"Necesito que hagas silencio." Le dijo para luego azotarla fuertemente. Ella soltó un quejido. "No quiero escuchar ni un solo ruido de tu boca, o te azotaré más fuerte."

Ella separó las piernas en respuesta, Coriolanus sonrió. Sabía que lo había estado deseando tanto como él. Acarició su trasero nuevamente bajando unas de sus manos a su centro, el cual estaba cubierto por una pequeña tanga negra. La tela de la prenda era tan delgada que pudo sentir su humedad completamente. Estaba empapada.

Ella tembló bajo su toque lo cual lo hizo sonreír. "Pensé que me detestabas, Penelope." Murmuró para molestarla sin dejar de frotar sus dedos contra ella. "Pero a tu amiguita aquí parece que le agrado bastante."

Coriolanus movió la prenda a un lado con sus dedos para tener completo acceso al sexo de ella, apenas deslizo un dedo en su interior pudo verla aferrarse con sus manos al borde de la mesa. Empezó a meter y sacar su dedo lentamente y poco a poco fue aumentando la velocidad, viéndola morder su labio y mover sus caderas en busca de más.

Agregó otro dedo cuando el primero dejó de sentirse tan apretado y ahí fue cuando la vio perder el control, tuvo que sostenerla de las caderas para poder continuar con sus movimientos. Casi creyó que se rompería el labio de tanto morderlo para contener sus gemidos, y tuvo tantas ganas de besarla y rompérselo él mismo.

Cuando la sintió apretarse fuerte alrededor de sus dedos le dio un último y fuerte azote para luego sacar sus dedos de ella y dar un paso hacia atrás alejándose.

"¿Qu-que haces?" Preguntó apenas siendo capaz de formular palabras. Sentándose en la mesa, confundida.

Coriolanus se llevó los dos dedos que habían estado dentro de ella a su boca, chupándolos, para luego sonreírle. "¿Creíste que te merecías terminar?" preguntó mientras tomaba sus cosas. "Esa fue tu lección de hoy, a no desobedecerme."

"No entiendo." Dijo ella pasándose una mano por su cabello despeinado, tratando de regular su respiración.

"Es simple, si me obedeces te complaceré." Explicó. "Si no, serás castigada." Empezó a caminar hacia la salida de la biblioteca.

"Pero no puedes dejarme así e irte como si nada."

"Obsérvame." Respondió Coryo para finalmente salir de la sala.

Forbidden | Coriolanus Snow +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora