Do it

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Mientras mantenía su conversación con Sejanus la mente de Coryo estaba perdida en otro lugar.

"¿Hablaste al final con Clemmie?" Le preguntó.

"¿Uh?" Difícilmente podía escuchar a su amigo, su charla había pasado a segunda plana luego del caliente beso que le había dado a Penelope.

"Lo que te comenté el otro día." Dijo Sejanus. "Haz estado actuando raro últimamente, ¿hay algo que quieras contarme?"

Coriolanus se sintió palidecer, ¿qué debía decir? No es nada, solo las ganas de follarme a tu hermana que me tienen distraído. Eso no sonaba como un gran plan. Además, ¿Sejanus sospecharía algo?

"No hay nada diferente, no sé de qué estás hablando." Se excusó intentando sonar relajado.

Sejanus suspiró. "Si claro." Dijo incrédulo. "¿Porqué ya no hablas entonces con Clemensia?"

Se quedó unos segundos en silencio pensando su respuesta. "Creo que simplemente me aburrí." Respondió encogiendo los hombros. "Quizás solo quiero algo diferente." No estaba mintiendo del todo.

"No creí que eso pasaría." Dijo Sejanus. "Ella es la única con la que te he visto más de una vez, pensé que en el futuro habría algo más entre ustedes."

Coriolanus mentiría si dijera que él mismo no creyó eso alguna vez, pero ahora simplemente se sentía distinto al respecto. Nunca tuvo sentimientos por Clemensia en realidad, pero al final del día ella siempre estaba ahí. Ese verano había sido diferente a lo que Coryo se había esperado, ya no se sentía igual al respecto de muchas cosas y temía que esos cambios en él no fueran para su propio bien.

Y en el fondo sabía que la mayoría de esos cambios se debían a la llegada de cierta chica de ojos cafés a su vida.

Al pasar un rato dio la vaga excusa de que debía volver a su casa porque era tarde, pero apenas Sejanus desapareció de su vista Coriolanus empezó a caminar rumbo a la habitación de Penelope. Conocía la mansión lo suficientemente bien como para poder llegar allí sin que nadie lo notara.

Un par de golpes en la puerta bastaron para que ella lo recibiera. Él ni siquiera le dio tiempo de hablar cuando la acorraló contra la puerta besándola hambriento, con fuerza. Ella correspondió el beso de la misma manera mientras él bajaba las manos de su cintura para apretar su trasero, haciéndola jadear.

"Alguien está desesperado." Dijo ella sonriendo, con la respiración agitada.

"Ya no puedo soportarlo más." Admitió mientras dejaba húmedos besos en su mandíbula y cuello. "Te necesito."

Cualquier pensamiento anterior en su mente había desaparecido apenas la tuvo frente a él. Ahora sólo podía enfocarse en lo bien que se sentía cuando estaban juntos.

"También lo necesito." Dijo ella mientras Coriolanus la sostenía de las piernas, apoyándola contra la puerta. "No sabes cuanto."

Siguieron besándose como si no pudieran saciar sus ganas del otro. Ella empezó a quitarle los botones de su camisa acariciando el pecho y el abdomen de él con sus calientes manos, mientras él iba subiendo su vestido, jugando con el elástico de su ropa interior. Coriolanus la despojó de sus prendas en cuestión de segundos y antes de él mismo poder notarlo su camisa ya estaba en el suelo.

Empezó a dejar besos y jugar con su lengua en el pecho de ella, metiendo uno de sus duros pezones a su boca mientras jugaba con el otro entre sus dedos. Penelope usaba una de sus manos para callar sus gemidos mientras que con la otra se aferraba fuertemente a los rizos de él.

Estuvo un rato allí comiéndola y dejándole marcas, pero sin resistir más la tomó en sus brazos para sentarse en la cama con ella en su regazo. Penelope no tardó en deshacerse de los pantalones de él, dejándolo solo en bóxers. Mientras se besaban ella empezó a mover sus caderas encima de su erección, provocando que ambos gimieran ante el contacto.

Coriolanus recorrió todo el cuerpo de ella con sus manos, tomando sus caderas y dándole una pequeña embestida por encima de la tela. "Necesito estar dentro de ti." Murmuró con voz ronca sobre sus labios.

Ella lo tomaba de los brazos y lo miró a los ojos. "Hazlo, por favor." Pidió en un jadeo.

Él sonrió ante la imagen de ella despeinada y con los labios rojos e hinchados. La observó levantarse para que él pudiera quedar desnudo al fin y no pudo evitar pasar la mirada por su cuerpo. Se dio cuenta de que era perfecta para él, cada centímetro de ella le encantaba tanto que no podía pensar con claridad a su alrededor.

La jaló de nuevo a su regazo y la sostuvo de las caderas, ella se alineó sobre la punta de su erección. Ambos se miraban a los ojos como pidiéndose permiso mutuamente, a pesar de saber lo mucho que lo estaban deseando. "Hazlo de una vez." Dijo Coriolanus.

Ella se dejó caer lentamente sobre él, jadeando ante la sensación. Coriolanus echó la cabeza hacia atrás mientras mordía su labio conteniendo un gemido, se sentía tan caliente y apretada a su alrededor. Penelope empezó a moverse, de arriba a abajo, atrás a adelante, en círculos, mientras él pasaba las manos por su cuerpo y ella se apoyaba en sus hombros. Ambos se besaban y Coryo le mordía los labios queriendo hacerlos sangrar. Se sentía tan increíble estar dentro de ella y era tan caliente verla tomar el control.

Por un rato la dejo estar al mando hasta que empezó a necesitar más, tomándola de las caderas y embistiendo con fuerza, sacándole un fuerte gemido. "No puedes hacer ruido, cariño." Le recordó. Había algo en verse a escondidas y que fuera prohibido que lo hacía excitante.

Coriolanus la volteó quedando encima de ella esta vez dispuesto a tomar el control él mismo. Separándole las piernas y penetrándola con fuerza, empezando a mover sus caderas en embestidas rápidas. Ella se aferraba a su espalda, pasando sus uñas por esta fuertemente, intentando contener sus ganas de gemir. Coryo podía sentir como a ella le temblaban las piernas y supo que estaba cerca.

Así que aumentó la velocidad en sus estocadas haciéndola perder el control en un fuerte orgasmo, él ahogó sus gemidos al besarla y la embistió un par de veces más para poder liberarse al fin. Sacando su miembro de su interior para esparcir su corrida en el abdomen de ella, dejándose caer a su lado en su cama.

"Podría acostumbrarme a esto." Dijo ella en un suspiro.

Y Coriolanus supo que él también podría hacerlo fácilmente. De hecho no podía esperar para hacerlo otra vez, había encontrado su nueva adicción. Entrelazó su mano con la de Penelope mientras la observó cerrar sus ojos, haciéndolo sonreír ante la imagen de ella cansada luego de haber sido tomada por él.

Se preguntó que tanto podría durar esto, y se encontró a si mismo deseando que jamás terminara. Miró la mesa de noche junto a la cama de ella donde se encontraba la rosa que le había llevado unas cuantas noches atrás, y supo que estaba jodido.

Estaba cayendo.

Forbidden | Coriolanus Snow +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora