Capítulo 10

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La energía espiritual, cálida y constante, fluyó en profusión dentro de sus meridianos, arrastrando las desviaciones de su qi como agua de una rascada que colisiona contra un cuerpo extraño. Shen Qingqiu sintió débiles las piernas e inconscientemente apretó la mano de Yue Qingyuan, que lo llevaba hacia el salón principal mientras le embriagaba con la sensación de su energía siendo encausada hacia la dirección correcta.

Hasta ese momento, Shen Qingqiu había estado ignorando la gravedad de su estado físico, viéndolo como un impedimento inútil para trabajar en cosas mucho más importantes no solo en lo referente a su reencarnación, sino en acato con sus deberes como maestro, vistas las acciones del futuro que todavía no ocurrían, pero que, sin lugar a duda, le alcanzarían.

Desconocía porque el universo le había dado esa oportunidad a un bastardo como él, pero ahora debía cavar el pozo antes de tener sed.

—¿Cómo estuvo el entrenamiento? — Yue Qingyuan lo dejó ir, acentuando la expresión de preocupación que le había dedicado al abordarle, dejando atrás al grupo de discípulos de la Cumbre Qiong Ding que le acompañaba. Una vergüenza.

Ahora que estaban solos, Shen Qingqiu ya no tenía motivos para contener su lengua afilada.

Estaba cabreado, y ese no era su Yue Qi. Ya no.

—Mi base es naturalmente inestable, y no se va a dañar menos porque andes encima de mí como si fuese un niño. —Hizo alusión de limpiarse la mano con la túnica, asqueado—; por otro lado. —Rodó los ojos, fingiendo arrogancia—. Los discípulos son un desastre y el entrenamiento fue insatisfactorio. —Intentó replegar su abanico y recordó que estaba roto—. Lo único que lamento es no haberme pasado por el Pabellón Rojo Cálido antes de partir en primer lugar —dijo, enfatizando en el nombre de ese burdel a expensas de que aquello siempre le había molestado a Yue Qingyuan.

Esperó por la reprobación de su Yue-shidi, deseando que reconociese a la persona podrida que tenía delante para proporcionarse a sí mismo una excusa que los separase.

"Ya. Abandóname de nuevo."

—Apresurarse es innecesario. — Yue Qingyuan se paseó por el salón, manos detrás de la espalda—. Ya que shidi está bien, ¿no preferiría relajarse entrando en reclusión dentro de...?

—¿La zona trasera de la Cumbre Qiong Ding? ¿En las Cuevas de Ling Xi? —le interrumpió, llevándose una mano a la barbilla—. ¿Dónde... —titubeó un instante— dónde está el trato que tienes con un recién llevado? Yue-shidi me trae hasta acá, cansado y sediento, ¿y es solo para decirme que debería recluirme? —"Calma, no debes precipitarte" pensó—. ¿Dónde quedó el apresurarse es innecesario?

Un leve rubor espolvoreó el rostro de Yue Qingyuan; pero no duró mucho, pues, pasado un momento, la sombra de algo extraño pasó por sus ojos, ensombreciendo su expresión. 

"Ah, éste es ése día". Shen Qingqiu no esperó a que hablase para proseguir:

—Pero no tiene importancia. De todos modos, la Conferencia de la Alianza Inmortal está próxima, y es bueno saber que cuento con la autorización del líder de la secta.

—Así es —asintió Yue Qingyuan, dedicándole una sonrisa un poco torcida—. Eso me recuerda... Si este shidi fue informado correctamente, ¿amenazaste con castigar duramente a tus discípulos más devotos para ir al rescate de Luo Binghe, tu discípulo menos talentoso?

—Estás en lo correcto —respondió con acritud—. Si no es un inconveniente para Yue-shidi, quiero que ese —carraspeó— Luo Binghe sepa que he dado la orden de que puede quedarse en la habitación lateral que se encuentra fuera la Casa de Bambú.

El aludido frunció el ceño.

—¿Puede este shidi saber a qué viene ese cambio? ¿No estás mostrando acaso una preferencia entre tus discípulos?

"Mis motivos no son tu problema".

—No lo es —aseguró, sin molestarse en extenderse con las explicaciones—, porque no se trata de un premio. Ese chico es realmente incorregible, y me conviene tenerlo cerca para vigilarle más atentamente —mintió, a medias.

—Está bien. —Yue Qingyuan lo miró con desconfianza, pero no opinó nada más.

—Ahora, si Yue-shidi me lo permite, voy a prepararme inmediatamente para la reclusión. —Agitó sus mangas—. Ah, una cosa más: quiero que todos mis discípulos den diez a la montaña, sin excepciones.

No tenía intenciones de tratar con ninguno sus discípulos, así que caminó inmediatamente con dirección a las Cuevas Ling Xi, dado que necesitaba corroborar que «ése» troglodita sin cerebro todavía anduviese entrenando en el mismo lugar, víctima de una desviación de qi que casi los mata a ambos en el pasado. "Ojalá me hubieses matado", se dijo, frotándose el entrecejo.

Nunca tuvo problemas con las habladurías que acontecieron a la muerte de Liu Qingge, ya que de por sí, Shen Qingqiu consideraba que era una rata de la peor calaña. Ruin. Chantajista. Con una personalidad desagradable. No había nada en él que fuese bueno. Nada digno de aprecio. ¿Y qué si las personas lo despreciaban? Al final, aquello lo traía sin cuidado, ya que no sería muy diferente de lo que siempre había sido.

Detestaba pensar en su vida antes de haberse convertido en un cultivador, y lamentaba que todo su trabajo para ser perfecto se desperdiciase. Pero, ¿qué hacer? Shen Qingqiu nunca había ignorado el peso del karma y, a fin de cuentas, él también odiaba prácticamente a todo el mundo. Sin discriminar.

Por otra parte, prefería que su imagen impoluta fuese manchada por su malignidad al eliminar a uno de sus hermanos marciales y no por los abusos que había sufrido a manos de Qiu Jangluo. "Una y mil veces, no serás tú quien me joda la vida. No así", absorbió su vacío, adentrándose en el camino de las vueltas y revueltas de las Cuevas Ling Xi. Porque él mismo no era un buen hombre, y que esa escoria fuese conmemorada como: un joven bondadoso que cometió el error de verlo como uno más de su familia, le era indiferente. Casi un alivio.

Shen Qingqiu entornó los ojos, abstrayéndose en ese mundo en el que no había viento ni luna, con piedras blancas como nubes y piedras verdes como jade, que se complementaban entre sí para preceder a un hermoso estanque que se ubicaba en el centro de todo.

No seguiría el consejo de Shan QingHua de pedir ayuda, pero también se aseguraría de no fallar. No está vez.

Se sentó en su rincón predilecto de la Cueva, ubicándose entre dos hendiduras sanguinolentas que traslucían ennegrecidas. Tajos desiguales que se replegaban en la piedra. Sonrió, soltando una exhalación mientras se concentraba en la gracia de la cultivación.

Casi al instante, se escuchó una potente explosión de carga espirítual.

"Igual que aquella vez..." pensó, suspirando con cansancio.

Nota: 

Gracias por leer<3

¿Qué piensan ahora de Shen Qingqiu? ¿Cómo creen que reaccionará Luo Binghe?

Y más importante, ¿qué piensan de Yua Qingyuan? ¿A ustedes también les estresa o soy solo yo? Los leo 

Por cierto, la frase de: "Cavar el pozo antes de tener sed" hace referencia a un proverbio chino que hace referencia a la importancia que tiene prepararse para el futuro.

Sin más que decir, me despido

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