EPÍLOGO

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Shen Qingqiu nunca había amado a nadie, y menos a un hombre, o al menos, eso es lo que hubiese dicho antes, cuando todavía no creía que podría llegar a amar a Luo Binghe.

Las pesadillas volvieron desde aquella fatídica noche, tan vívidas y horripilantes como las de antaño, cuando era un perro que seguía a un amo cruel. Un esclavo.

En todas, Luo Binghe formaba parte de algún recuerdo.

Pero, ¿se puede amar lo que odias? Shen Qingqiu se sentía mal, asfixiado y, durante ese tiempo, descubrió que Luo Binghe, en su pureza de loto blanco, parecía admirarlo, quizás, también llegaba a amarlo.

Era confuso, pero con los días, aprendió a desear los cumplidos de Luo Binghe, la presencia de Luo Binghe, el solo estar de Luo Binghe.

Y la sensación de amor se profundizó cuando descubrió que era él quién le preparaba exquisitos mangares, ¡a él! ¡¿Qué persona normal hace eso por una escoria como él, por alguien que lo humilló y maltrató más de una vez?!

De repente, Shen Qingqiu descubrió la culpa, el pesar, y ante eso, se sobreponía la necesidad de tener a Luo Binghe para él, como a un objeto.

Por eso, tras un beso que siguió a noches furtivas e intercambios continuos, de él balanceándose al compás de un clímax que creía no volver a alcanzar, de primeras noches que siguieron a otros.

El demonio que despreciaba era ahora lo único que anhelaba.

—Shizun... —había susurrado Binghe entre gemidos—. Por favor, Shizun... —Y Shen Qingqiu entró en él, perdiendo una parte de sí mismo entre embestidas, rompiéndose para no volverse a armar.

—Dijiste que está vez sería mi turno —retó, besando ese punto del lóbulo de la oreja del menor que tanto le encantaba.

Sin embargo, todo lo bueno tiene su final, y eso fue el día de la Conferencia de la Alianza Inmortal.

—Me engañaste —decretó fríamente, mientras una parte de él se moría.

Y, con el corazón rompiéndose en mil pedazos, tiró a Luo Binghe al Abismo Sin Fin.

FIN.

Peligrosos anhelos © | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora