Shen Qingqiu se levantó de la cama, exaltado, y corrió hacia el armario con un colgante de jade aferrado en el puño. Había escuchado el inconfundible andar de Yue Qingyuan acercándose y, abordado por un extraño sentimiento de nervios: abrió sus puertas y procedió a lanzar la baratija de Luo Binghe desordenadamente junto con los otros colgantes (éstos de jade fino) que se encontraban tendidos en el lado superior.
Luego maldijo, cerrándolo de un portazo.
—Ahora que shidi ha descansado durante varios días, ¿ha mejorado su salud? —Escuchó decir a Yue Qingyuan, y al girarse, se lo encontró parado en el umbral con una taza de té entre sus manos.
Shen Qingqiu frunció el entrecejo con desprecio, rememorando el asco y la vergüenza que sentía por sí mismo ante su incapacidad para echarlo como se lo merecía.
—Shidi ha descansado durante mucho tiempo... Supongo que está deseoso de abandonar la montaña.
No respondió de inmediato, agitando suavemente su abanico plegable para cubrirse el rostro. "Nunca me miraste con desprecio, ni siquiera en el peor momento", se dijo, y su estómago dio un vuelco.
La expresión de preocupación que Yue Qingyuan le profesaba era como la tortura de una espada que le dejase ligeros cortes cada día y, Shen Qingqiu solo lo odiaba más por ello.
"Como me irrita cuando alguien acepta todo tan lamentablemente".
—¿Por qué querría abandonar la montaña? —dijo y, asegurándose una actitud de fría indiferencia, rodeó el biombo, alargando la distancia de una muralla improvisada entre ambos.
—¿Te has olvidado debido a la enfermedad? —inquirió Yue Qingyuan—. ¿No me dijiste antes que te dejara el asunto de la Cuidad Shuanghu como una oportunidad de entrenamiento para tus discípulos?
Shen Qingqiu dejó de abanicarse, fastidiado. "Así que era eso", pensó, a sabiendas de que lo había dicho, aunque no teniendo en mente esas intenciones.
—Partiré en unos días. —Decidió, alargando un suspiro de tedio—. Ahora vete —dictaminó, imprimiéndole un leve tono despectivo a sus palabras.
—Si no te encuentras completamente bien, no es necesario que te esfuerces...
—Qingqiu está bien —le interrumpió Shen Qingqiu, no queriendo escuchar otro de sus sermones de preocupación filial. "¿Por qué no me dejas solo y ya?", se quejó para sí—, y puede asegurarte con firmeza que se ha recuperado desde hace mucho tiempo —dijo y, engrosando la cara, remató—. Ahora desea recuperar fuerzas, ¿puede este shidi hacerle el favor de dejarlo solo para descansar ahora?
—¿Hay algo que necesites?
—Nada. —Y, tras pensárselo un momento, agregó—: Yue-shidi, lamento haberte hecho pasar por tantas preocupaciones.
"Vete de aquí, no me gusta tener que verte".
Shen Qingqiu cerró su abanico de un golpe seco, en amenaza. Esperó, pero no escuchó a Yue Qingyuan comentando nada más, así como tampoco percibió que lo librase de su presencia, tal como él se lo había pedido. Iba a agregar algo más, quizás mucho más cortante y directo, pero se detuvo, interrumpido sus pensamientos por una nueva intervención de quien había sido su hermano en un tiempo ya demasiado lejano:
—Si necesitas que tu shidi te ayude dándote de su energía espiritual antes de partir, no dudes en pedirme ayuda. Las desviaciones de qi pueden ser muy peligrosas, y como tu Zhangmen-shixiong, entenderé si decides quedarte porque no terminas de sentirte completamente bien, tampoco es...
—Estoy bien —le cortó Shen Qingqiu, absorbiendo su ira como si tragase una gran exhalada de tabaco y petardos revueltos.
Shen Qingqiu se clavó las uñas al apretar el puño y la cortada que se había hecho en la palma ardió, señal de que se había metido en dónde nadie lo había llamado.
Pese a los discordantes en su reputación (que él mismo había ayudado a esparcir), Shen era consciente de la importancia del esfuerzo. Por eso, a pesar de considerarse alguien que se interesaba más por los resultados que por el método, no por nada había terminado como el líder de una secta que se centraba en la gracia de la erudición entre los colmillos del conocimiento, ofrecido éste en enormes pilas de libros que contenían los secretos, los misterios y el veneno del mundo.
De allí a que la visita de Yue Qingyuan lo llevase a hacerse con pequeños viajes, cuya intención estaba en absorber tanta información como le fuese posible sobre la vida después de la muerte, y también, sobre la eliminación y la captación de demonios.
Lo cual le ocupó dos noches enteras de estudio, de esfuerzo y principalmente de insomnio, por lo que, para asegurarse una apariencia que exultaba refinamiento y elegancia durante su partida a la Cuidad Shuanghu, Shen Qingqiu se sometió a un extenso ritual de preparación, cubriendo las ojeras y la palidez de su piel con un maquillaje que no tenía nada que enviarle al facial de la dama de compañía más hermosa y solicita.
"Eres lo que pareces".
Dirigiéndose al pie de la larga escalera sáxea de cien escalones, Shen Qingqiu examinaba que cada uno de sus pasos fuese un etéreo perfecto en el que se destacase el tocado de sus túnicas verde azulado en conjunto con el brillo de su espada, Xiu Ya, otra de las tantas pruebas de la fortaleza de su cultivación.
No obstante, justo cuando Shen Qingqiu estaba dispuesto a relajarse tras entrar en el ornamentado carruaje, una extraña sensación de alerta le recorrió el cuerpo, haciéndole fruncir el ceño. Confundido, analizó el interior del mismo, encontrándose con una visión que, en otra época, le hubiese complacido en demasía. Con el tacto usual, desplegó su abanico, y lo utilizó para levantar levemente la cortina y mirar de soslayo hacia el exterior.
Para su sorpresa, se encontró cara a cara con el indeseable de Luo Binghe, quien acababa de arrastrar uno de sus artilugios preferidos, un hermoso tablero de ajedrez de jade blando que apenas utilizaba.
Shen Qingqiu frunció más el ceño, dedicándole una mirada de despreció, pero en lugar de recibir la esperada respuesta de pánico ante la superioridad que representaba, Luo Binghe ladeó la cabeza y le sonrió, haciéndolo sentir no solamente más confundido, sino asquerosamente inquieto.
Con el agarre temblando sobre su abanico, Shen Qingqiu descorrió la cortina, decidido a olvidarse de ese muchacho... Desconocido.
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¿Quien quiere leer el 5? 😈😈😈😈😈😈
Digan yo XD
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Peligrosos anhelos © | #PGP2024
Fiksi PenggemarLuo Binghe creía que lo tenía todo: el completo dominio sobre el reino humano y demoníaco, un harem de más de trecientas esposas y, sobre todo, su venganza contra la escoria de Shen Qingqiu. No obstante, tras un incidente en el que termina por error...