Habían pasado semanas, semanas sin poder tocar nuevamente el bajo y de hablar con su padre. Quedó con resentimiento luego de aquella discusión por lo que no volvió a tratar con su él, pero su madre era quien le recomendaba volver a hablar con Omar. Aún así, Verónica se negaba.
—No me lo van a devolver, Hugo —Habló Verónica en voz baja mientras sostenía el teléfono con su hombro.
—Insistile a tu viejo, no creo que sea tan malo.
—No, no voy a hablar con él —Suspiró—. Hace días que no hablamos, tampoco pienso hacerlo.
—¿Entonces se rompe nuestra banda?
—Hace mucho se rompió, Hugo —Contestó—. Desde que Daniel y Román nos dejaron. No tenemos oportunidad de conseguir más músicos.
—Es porque vos no queres, Verónica —Su voz comenzó a sonar más furiosa—. ¿Ya no queres que seamos un grupo?
—Se me fueron los ánimos ya...
Lo único presente en la línea de teléfono era un profundo silencio entre el par de amigos. Hugo se sentía decepcionado y Verónica sin ánimos.
Las palabras de su padre le llegaron a afectar mucho, más de lo que pensaba. Su futuro ideal era haciendo música y cantando para el público, pero todas esas ideas habían sido pisoteadas por varias personas.
—¿Hugo? —Preguntó ante el extenso silencio.
—¿Queres salir a merendar o a comer algo?
Habló intentando recomponer la situación. No quería perder tampoco a Verónica, era lo único que le quedaba. Entre ambos se sostenían, si alguno se enojaba por equis motivo, perdían la única verdadera amistad que tenían entre ellos.
—No... Otro día.
—Bueno... Si cambias de opinión llamame, voy a ver a un grupo tocar hoy. Pensé que querías ir.
—Cualquier cosa te aviso. Nos vemos.
—Chau.
Hugo fue el primero en colgar el teléfono. Cierta molestia se notó en su voz cuando se despidió de su amiga.
—¿Terminaste de hablar? —Preguntó Beatriz detrás de su hija.
—Si.
—¿Podes ir a comprarme unas cosas para cocinar? —Preguntó su madre ya sacando plata del bolsillo de su delantal, tenía las manos blancas de harina—. Haceme el favor, ¿queres?
Verónica se puso de pie y asintió.
—Tomá, te va a alcanzar justo seguramente —Le dio un papel y plata para comprar.
—Bueno, ya vuelvo.
Salió de su casa mientras guardaba el dinero en su bolsillo y leía la lista de cosas que tenía que comprar. No eran muchas, solo eran ingredientes para cocinar el almuerzo.
Caminó hasta el negocio más cercano, pero estaba cerrado. Le tocó caminar unas cuadras más hasta encontrar el supermercado y entrar directamente a comprar todo ahí.
Salió con una bolsa en mano y con plata en el bolsillo. Solo una moneda había recibido de vuelto por la compra.
Realizó nuevamente su camino de regreso a casa, pero esta vez, visitando y observando algunos locales.
Deseó comprar ropa nueva de todos los locales de indumentaria que visitó. Le encantaba vestirse bien, a pesar de no tener muchas prendas. No se permitía gastar mucha plata en ropa, pero a veces lograba darse un gusto.

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Dreaming Rosario | Fito Paez
Fiksi PenggemarNacieron momentos indescriptible en la bella ciudad de Rosario, momentos que nunca querría sacar de su memoria. Lugares como aquel bar imborrable de su cabeza eran dueños de recuerdos dignos de guardar en su corazón. Seguramente habían decenas de s...