•• E X T R A ••

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Porque si

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Porque si.





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Sus gruesas pestañas me muestran el lugar perfecto donde quiero estar.

La paz que transmite Ivar cuando duerme no la siento nunca. Siquiera cuando Viggo, nuestro primogénito, duerme. Y ese niño es terrible, créanme que realmente descanso cuando se logra dormir pero Ivar... la tranquilidad que me transmite el oír su respiración calma al dormir, no me la da nada que haya conocido en este mundo.

El observarlo así, tan entregado y desprotegido, me da lugar a pensar y poder elegir que parte, de todo este dios nórdico, es mi favorita. Ahora mismo podría decir sus ojos. Ese azul mar bravío que posee en la mirada que me derrite cuando los posa sobre mi. Me hace sentir pequeña, vulnerable. Me achica de solo recordarlos.

Pero también está su boca, la cual se encuentra entreabierta gracias al aire que sale de ella, respirando. Sus labios rosados me otorgan la perfección que solo puede ser ofrecida por los dioses. Carnosa, deseable y deliciosa. Sus labios son lo único que me gustaría tener contra toda mi piel en cualquier momento de mi día. Pero, ¿y su lengua? ¡Maldita sea! Las cosas que Ivar hace con esa magnífica lengua.

¿Como no iba a estar destinado a estar conmigo?

Su nariz, tan recta y fina. Su mandíbula marcada y varonil. Sus pómulos, lunares, ¡Por Odin, su cabello!

Bajo un poco más la vista, dejándome engatusar por el movimiento de sube y baja de su pecho. Su lado derecho se encuentra casi por completo cubierto con tatuajes pero dejando en el centro, justo sobre su corazón, el águila verde que me caracteriza.

Aún recuerdo cuando se lo tatuó. Este hombre está loco.

Me atrevo a seguir recorriendo su cuerpo con mi mirada y es imposible no sonreír cuando llego a esa parte que tanto me gusta y que, para ser sincera, tantas sonrisas y satisfacciones me da.

Un poco de cabello castaño desde su ombligo forman un camino deseado hasta, lo que creo puede ser, mi parte favorita de Ivar.

Aunque las sábanas imposibilitan mi deleite, las corro sin descaro dejando al descubierto no solo sus muslos - los cuales jamás creí que vería tan formados - sino también, su miembro. Ese delicioso fruto lujurioso que me deja disfrutarlo cada vez que me posee como si fuese suya. Ese arma que me debilita, que, por sólo horas, me adopta como si fuera de su propiedad y me coge como si...

– Pervertida.

Su voz adormilada me obliga a levantar la vista hasta su rostro. Él se encuentra aún con sus ojos cerrados, iluminado apenas por las luces de las velas y la luz de luna que se cola como intrusa en nuestra habitación.

Hace pocos días nos casamos. Creo que ya pasaron cuatro o cinco días, pero aún así me rehuso a ejercer mis obligaciones como reina y no he dejado que Ivar los ejerza del todo como rey. Aún me siento en mi noche de bodas por más que hayan pasado un par de despreocupados y tranquilos días. Cuando sale el sol, lo dejo hacer sus obligaciones: que se muestre sentado en su trono, que hable con sus hombres, que se deje ver cómo el excelente líder que se que es mientras que yo me ocupo de Viggo. No es que él sea ausente, pero para ese niño pareciera que la única persona con la que desea estar es conmigo.

En Vida Como En El Valhalla • (SEGUNDA TEMPORADA) [Ivar The Boneless] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora