•• Capítulo 23 ••

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Una furiosa tormenta arriba a las costas de Kattegat. Me encontraba en el gran salón, apoyada sobre el borde de una de las entradas, admirando como el cielo se había oscurecido de golpe, tapando el sol completamente. Los truenos resonaban en el cielo, y el agua parecía que no pararía jamás de caer.

"Quizás los dioses se enfadaron porque Olaf te hablo de esa manera" era lo que Ingrid me había repetido una y otra vez.
Quizás sí. Quizás los dioses se enojaron al oír como Olaf me habló. Lo que si sé, es que ese maldito hombre quiere quedarse con Kattegat, y eso no es algo que haga falta que se lo diga a Ivar, creo que como yo y todos los que estábamos ahí, se habrá dado cuenta de sus obvias intenciones.

Una larga trenza rubia de posa a un costado de mi cuerpo, y su característica voz resuena en mis oídos — ¿Así que te pasaste la noche con un hombre casado, eh?

Giró mi rostro y noto como Ubbe me otorga una tímida sonrisa, mientras sus ojos celestes se iluminan con un nuevo trueno — No me interesa nada de lo que diga Olaf. Quiere quedarse con Kattegat a toda costa. Yo que tú también cuidaría mi vida. Al parecer Olaf es demasiado ambicioso.

Ubbe gira su rostro para observarme — No es el único. El rey Harald no dejo de observarnos en todo el día. Sé que algo planea.

— Entonces es mejor que mañana vuelvas a Viken a penas salga el sol. No quiero que nuestro reino corra ningún riesgo — contesto apoyando mi espalda sobre el borde de la entrada.

Ubbe imita mi movimiento para quedar frente a mí — Era mi idea, mi reina. Pero al parecer los dioses tuvieron ganas de desatar su furia hoy. Curioso, porque no creí que una tormenta así se desatara.

Me fue imposible no sonreírle, entendí la intención de su respuesta — ¿Lo siento? — pregunté arqueando una ceja.

Ambos nos sonreímos nuevamente. Extrañaba a Ubbe, no puedo negarlo. No sólo ha sido un gran compañero al compartir el trono conmigo, sino que las largas charlas que compartíamos eran incomparables. Un silencio nos invadió. Solo nos quedamos mirando uno al otro. No era un silencio incómodo, más bien era de esos silencios en el que ambos nos encontrábamos recordando cosas.

Ubbe suspiró y cambió el peso de su cuerpo a su otra pierna desviando la mirada. Sé que quería decirme algo, lo sentía — Lena... — me dijo casi en un suspiro. No, no me equivocaba — No preguntaré que sucedió entre ustedes porque con lo que ha dicho Olaf es suficiente, pero... ¿Qué sucederá ahora? ¿Qué pasará cuando con Viken cuando Ivar y tú vuelvan a estar juntos?

— Eso solo los dioses...—

— No — me interrumpió riendo casi forzadamente — Los dioses no lo decidirán. Solo tú y él sabrán lo que harán.

— Pues...no lo sé. Ivar aún está casado y no se que pasará, Ubbe — contesté con sinceridad — Sea lo que sea que pase, tú eres rey de Viken tanto como yo. Confío en ti, por eso te elegí.

Ubbe baja la mirada y asiente con su cabeza despacio. Sé que hay algo más que quiere decirme, pero de alguna manera su nerviosismo y su inseguridad no lo dejan — Lena, yo...—

— ¿Qué es eso? — le pregunto interrumpiendolo. No fue con intensión, pero mi curiosidad es mayor al ver como entre las casas aledañas a donde nos encontramos, una figura blanca se pasea entre ellas.

— ¿Qué cosa? — me pregunta Ubbe mirando hacia mis ojos están dirigidos — No veo nada. Lena, yo...—

— Ubbe allí, ¿no lo ves? — saco apenas mi cuerpo del salón, dejando que las gotas de la tormenta mojen a penas mi cuerpo.

— Lena es la tormenta más fuerte que he visto ¡Ven aquí!

Haciendo caso omiso a su pedido, me encaminó curiosa a seguir esa indefinida figura blanca que quiere escaparse de mis ojos. Comienzo a acelerar el paso, curiosa, intrigada por seguirlo.

En Vida Como En El Valhalla • (SEGUNDA TEMPORADA) [Ivar The Boneless] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora