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Bill

Finalmente, Samantha estaba de nuevo en Alemania. Aunque sólo habían pasado dos semanas y media se sentía como el mismísimo infierno.

11:30 am, no podía esperar a ir a verla a su casa, su vuelo llegaba a las 7:45pm, mandé a uno de mis choferes a recogerla, para que llegara a su casa lo antes posible, así podría incluso sorprenderla cuando llegue, usaría uno de los juegos de llaves que deja en las ventanas.




7:30 pm, ya iba directo a su casa, decidí que si la iba a sorprender, la llenaría de besos y abrazos, luego la haría mía de nuevo, inventaría una excusa para mi Tom y pasaría el resto de la noche con ella y su hermano.





7:45 pm, su vuelo estaría aterrizando en tierras Alemanas.



8 :28 pm, escucho la puerta abrirse, es ella.


- malditos tenis, me aprietan como el carajo - era ella, escuchaba cómo dejaba la maleta caer al suelo - Mazi, voy a cambiarme, para ir a ver a Bill al rato.

- al rato? no estás cansada? mejor ve a verlo mañana, seguro que entiende la parte de que el vuelo no fue muy fácil - aun no me veían, yo me encontraba en la sala, como estaba obscuro supuse que no me iban a ver luego luego.

- tienes razón, le voy a marcar - no podía verlos a ellos desde donde yo estaba, pero mi teléfono comenzó a sonar - espera, cambiaste el tono de tu teléfono?

- que? no, aquí está el mio.

- entonces.....- se acercó a la sala y me levanté abriendo los brazos.

- sorpresa! - grité con una enorme sonrisa en mi rostro.

- hijo de puta! - hubieron multi facciones en su cara por unos segundos, curiosidad, miedo, sorpresa, susto, felicidad, enojo, alegría, de todo - Maldito!!!! - volvió a gritar, pero esta vez abalanzándose sobre mi, abrazándome, aferrándose con sus brazos a mi cuello - eres un....

- si, yo también te extrañé - la interrumpí antes de que me ofendiera hasta en chino.

Nos separé de nuestros abrazo y planté un beso un poco largo en sus labios mientras aún la sostenía por la cintura. Se apartó y fui a saludar a su hermano, no sabía si era mi imaginación o había crecido más que su hermana.

- eyy - sacudí su cabello ligeramente con mi mano y le di un corto abrazo - qué tal todo?

- pues más o menos, me alegra estar de vuelta.

Tomé a su hermana de la cintura y la acerqué a mi.

- sí, a mi también me alegra que estén de vuelta - dejé unos cuantos besos en su barbilla, sabía que le hacía cosquillas eso y se comenzaba a reír.

- sí bueno, creo que yo los voy a dejar - se fue caminado hacia el pasillo.

- oye no - quiso apartarse pero la detuve.

- oye oye, no te he tenido por dos semanas y media, déjame disfrutarte ahora que estás de vuelta, tómalo como una bienvenida - la comencé a besar.

- pero él está....- inmediatamente comenzamos a escuchar la música que provenía de su cuarto.

- ahí lo tienes, ya no te preocupes, él está en lo suyo y nosotros en lo nuestro, okey? - asintió.

Volví a besarla y a aferrarme a sus caderas, sabía que sentía el frío de mis anillos porque al tocar su piel daba pequeños brincos. Mis besos bajaron a su cuello, mis brazos la cargaron y la recostaron en el sillón, pasé ambas piernas a sus costados sin separar el contacto entre nuestras pieles. Solo me separé en el momento en el que me quité la playera. Sus pequeñas, suaves y tibias manos daban pequeños toques hacia mi torso, abdomen y pecho de nudos, al sentir su tacto no pude evitar que toda la sangre de mi cuerpo diera dirección hacia una sola parte, hacia "esa" parte. Estoy seguro que de que ella también lo sintió, pues se mordió el labio inferior y me dedicó una mirada pícara, una mirada provocadora, ardiente, sexi, como le quieran llamar, hizo que me derritiera en tres segundos.

Esto no puede ser || Bill Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora