Capítulo 40: Despedidas de Soltero llenas de amor

251 13 16
                                    

PoV Gael:

Gael despertó temprano en la luminosa mañana de Puerto Palma. La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas blancas, pintando destellos dorados en la habitación. La suave brisa del mar traía consigo el susurro de las olas cercanas. Giró suavemente la cabeza para encontrarse con Marena, que aún estaba profundamente dormida a su lado.

El resplandor del amanecer acariciaba los contornos de su rostro, resaltando la paz que la envolvía mientras dormía. Su cabello, suave como la seda, se esparcía sobre la almohada, y la luz resaltaba los matices dorados que se entrelazaban en sus ondas. Marena, en su sueño tranquilo, parecía llevar consigo la misma serenidad que el entorno de Puerto Palma ofrecía.

Gael no pudo evitar sonreír al observarla. La amaba más que nunca en este momento previo a la boda. Cada día compartido, cada desafío superado, los había llevado a este lugar especial. La habitación estaba impregnada de la magia de su amor, y Gael se sentía agradecido por tenerla a su lado.

El sonido lejano de las olas recordaba la cercanía del mar, un testigo silencioso de su amor en constante marea. Con cuidado, para no perturbar su sueño, Gael acarició suavemente el cabello de Marena. La calidez de su mano se encontró con la suavidad de su piel, y una ola de gratitud y emoción lo inundó.

Mañana sería el día en que formalizarían su unión, el día de la boda que tanto habían esperado. Mientras contemplaba a Marena, la anticipación y la felicidad se mezclaron en su pecho. Sabía que estos momentos tranquilos, observándola mientras dormía, eran tan preciosos como los momentos grandiosos que les esperaban. La promesa de su amor eterno se reflejaba en cada detalle, desde la luz matutina hasta el latido constante de sus corazones.

Gael cerró los ojos y dejó que los recuerdos de los últimos días se desplegaran en su mente, como un hermoso tapiz que narraba la historia de la preparación para la boda.

El viaje en caravana hacia Puerto Palma fue un festín de risas, canciones y la promesa palpable de la felicidad que se avecinaba. Los autos iban llenos de cajas de decoraciones, vestidos, trajes y la anticipación de un evento que marcaría un nuevo capítulo en la historia de la familia. Cada miembro de la familia Torrenegro y los Domínguez había desempeñado un papel crucial, tejiendo la magia que envolvería su unión en el día siguiente.

Benja, Anaju, Kika y Oliver, sus cuatro pilares, habían asumido el desafío de organizar la boda en la playa. Desde la elección del lugar hasta los detalles más pequeños, como las flores y la música, cada uno de ellos había contribuido con su creatividad y entusiasmo. Los mayores se encargaron de los aspectos logísticos, asegurándose de que cada detalle estuviera perfectamente coordinado, mientras que Oliver aportó con ideas frescas y energía vibrante.

Josefa, su querida madre, fue el corazón emocional de toda la operación. Su buen juicio y su ojo para los detalles aseguraron que cada elemento de la boda reflejara la calidez y la autenticidad de la familia Torrenegro. Apolo, su tío y compañero de vida de su madre, también desempeñó un papel importante, aportando su buen humor y habilidades organizativas, además del papeleo.

La familia Domínguez, Consuelo y Cristobal, así como los hijos Teo e Itzel, se sumaron a la tarea con entusiasmo. Juntos, formaron un equipo cohesionado que transformó la playa en un escenario de ensueño para la boda de Gael y Marena.

Gael suspiró, un suspiro impregnado de gratitud, mientras se imaginaba la escena que se desarrollaría en menos de 24 horas. La playa, decorada con delicadas flores y telas blancas, se convertía en el escenario perfecto para la ceremonia que estaba por comenzar. A su lado, sus hijos, amigos y familiares compartirian risas y susurros de emoción, creando un coro de alegría que elevaba aún más el espíritu del día.

Volviendo a empezar - El Amor InvencibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora